—Espera. —Indigo le indico con un gesto que guardara silencio y se volvio de nuevo al falor—. Vasi Elder se siente terriblemente desolado ante esta noticia. Pregunta quien es el responsable de tal invasion.

El nativo se encogio de hombros de forma muy elocuente.

—Los detalles no son asunto nuestro. Creemos que el invasor es un jefe militar de la parte mas oriental, pero no tenemos mas informacion.

—?Y no habeis enviado ayuda a los khimizi? ?Ni siquiera a exploradores o a espias? — Indigo ignoro los apremiantes murmullos de Vasi; la despreocupada actitud de los falorim reavivaba su colera.

El portavoz sonrio desdenoso.

—No sentimos ningun interes por las disputas entre las ciudades-estado, y no tenemos motivo alguno para pelear con el invasor a menos que este nos ofenda. No obstante, tampoco tenemos nada en contra de los que utilizan las rutas de las caravanas, y por lo tanto nos ha parecido justo dar a conocer la noticia.

Indigo comprendio. Los falorim eran muy conscientes del valor de los cargamentos que atravesaban estas rutas, y lo que su perdida significaria para los comerciantes. Esta informacion se mereceria una recompensa sustanciosa.

Indignada, se volvio por fin hacia el agitado Vasi, y le conto lo que el nomada le habia dicho. Cuando hubo terminado, Vasi se acaricio la barbilla.

—Esta es una situacion muy desafortunada —dijo en voz baja—. Me sentiria inclinado a descartarlo como un rumor infundado, pero los falorim no son embusteros, aparte de cualquier otra cosa que puedan ser. —Suspiro—. Supongo que esperan que se les recompense ampliamente por sus molestias...

—Esa viene a ser la insinuacion.

—Ah, bien. —Era evidente que a Vasi no le gustaba desprenderse de su dinero—. Creo que debo tomarlo como una inversion util. Estoy en deuda contigo, Indigo; aunque desearia que las noticias hubieran sido mejores, me alegro de saberlas.

—?Que haras? —inquirio ella.

—Debo consultar con los mercaderes que viajan con nosotros. Es su oro el que esta en peligro, despues de todo. —Dejo escapar otro suspiro aun mas prolongado—. Satisfare las necesidades de nuestros amigos aqui presentes y los despedire, luego lo mejor sera que de a conocer la mala nueva. Gracias por tu ayuda, Indigo.

Ella asintio.

—Solo lamento que las circunstancias no sean favorables. Lo mejor sera que regrese a mi tienda y te deje con tus regateos. Buenas noches, Vasi.

—No es una buena noche. Pero acepto la buena intencion.

Mientras se alejaban de la tienda de Vasi, Grimya levanto los ojos hacia Indigo, con expresion preocupada.

«Esto no son buenas noticias», comunico. «Esta ciudad —aun no habia conseguido aprender a decir Simhara— es el lugar al que creemos que debemos ir. No obstante, si no podemos llegara el...» Se paso la lengua por el hocico. «?Que dice la piedra?»

No parecia necesario consultar de nuevo la piedra-iman, pero de todas formas Indigo la saco de su bolsa. El diminuto ojo dorado le dedico un guino, y la muchacha meneo la cabeza.

«No ha cambiado.» Consciente de que habia gente cerca que podria oirlas, tambien ella utilizo la telepatia. «Sigue indicandonos direccion sur.»

«?Entonces ?que haremos?»

«No estoy segura aun.»

Pero fingia y lo sabia. Fuera lo que fuese lo que Vasi y sus mercaderes decidieran, su propio camino estaba claro. Asedio o no, invasion o no, debia llegar a Simhara, incluso aunque ello significara abandonar la caravana y viajar solas.

Y a lo mejor, penso, el demonio que buscaba encontraria que a sus propositos les iba muy bien las ambiciones de un invasor...

En menos de una hora todo el campamento era un alboroto. En medio de todo el caos se encontraba Vasi, que habia dado a conocer la noticia a sus companeros y ahora intentaba conseguir que todo aquel farfulleo de preguntas y discusiones adquiriese alguna apariencia

de estar bajo control. A Indigo se la arrastro al centro de toda aquella confusion para actuar como traductora ante los mercaderes khimizi, y poco a poco, a medida que los detalles de la noticia traida por los falorim iban quedando mas claros para todos, surgio un consenso de opinion. Los khimizi, al tiempo que proclamaban su preocupacion por su pais natal y su lealtad a su gobernante, el Takhan, eran pragmaticos por encima de todo y, al igual que los comerciantes del norte, se sentian reacios a arriesgar tanto su piel como sus cargamentos. Vasi, con el oido muy atento en busca de voces disidentes y secretamente aliviado al no escuchar ninguna, volvio al orden todo aquel barullo, con los brazos en alto y agitando las manos en demanda de silencio. Se hizo la tranquilidad, y todo el mundo clavo los ojos en el rostro sombrio del jefe de la caravana.

—Amigos mios —grito Vasi—. No tenemos ningun motivo para dudar de la palabra de los falorim: debemos dar por supuesto que Khimiz ha sido invadida, y que la ciudad de Simhara ha caido. En mi opinion no tenemos eleccion, y creo que todo el mundo esta de acuerdo conmigo. ?Debemos dar la vuelta, y regresar a Huon Parita!

Se alzaron voces en vehemente asentimiento, e Indigo y Grimya intercambiaron una mirada. Grimya dijo en silencio:

«?Ynuestro camina..?»

No esperaba una respuesta. Ya la habia visto en los ojos de Indigo.

Razono con ella, discutio, la amenazo incluso; pero Indigo estaba decidida. La caravana estaba casi lista para ponerse en marcha, y Vasi no podia creer que ni ella ni Grimya fueran a regresar con ellos. Lo que iba a hacer, le dijo, era un suicidio.

—?Mujer, te has vuelto loca! Este pais esta en guerra. Guerra. ?Comprendes lo que eso significa? Tu perra no podra protegerte de un ejercito invasor: caeras en las garras de alguna banda de soldados borrachos, o te capturaran como a una espia, o te encontraras en medio de una batalla: moriras, ?me entiendes?

Pero sus suplicas cayeron en saco roto, y por fin Vasi tuvo que admitir su derrota. Con una cenuda impasibilidad nada caracteristica en el y que Indigo encontro muy conmovedora, le hizo entrega de uno de sus mejores chimelos, y comida y agua suficiente para varios dias. Por si esto fuera poco, se nego a aceptar ni una sola zoza de ella a cambio, refunfunando que el aceptar dinero de los muertos traia mala suerte y que para el Indigo ya era como si estuviera muerta desde aquel mismo instante. Cuando comprobo que esta lobrega prediccion no causaba el menor efecto, Vasi se rindio definitivamente. La beso, en toda la boca y con considerable fruicion; luego se seco los ojos, le hizo saber que era una loca que lo mejor que habria podido hacer era quedarse en su casa y traer hijos al mundo, y se alejo golpeando el suelo con fuerza al andar, al tiempo que chillaba a sus mayorales que empezaran a moverse.

Indigo y Grimya, desde el borde de la carretera, contemplaron como se alejaba la caravana, lenta y zigzagueante. Algunas personas se volvieron para mirarla; ella las saludo con la mano, y estas se dieron la vuelta de nuevo rapidamente, mientras sacudian la cabeza. Por fin la ultima carreta paso junto a ellas, y la joven tiro de las bridas del reacio chimelo para hacerlo girar hacia el sur.

Grimya contemplo la carretera que se extendia hasta perderse en la lejania, a lo largo de la amplia curva de la bahia. El paisaje aparecia sereno por completo; el mar reverberaba bajo la brillante luz del sol y las palmeras se agitaban levemente bajo la brisa; no habia nada que indicara que esta paz pudiera ser una ilusion.

—Re... sulta dif... ficil creer que los noma... das dijeron la verdad —dijo la loba.

—Si. —Indigo refreno su montura, a la que no gustaba en absoluto haberse separado de la caravana e intentaba dar media vuelta y seguir a las carretas que se alejaban—. Pero como dijo Vasi, no tenemos ningun motivo para dudar de ellos. A medida que vayamos hacia el sur no tardaremos en ver las primeras senales con nuestros propio ojos.

—?Estas segura de que nues... tra elec... cion es acertada?

Indigo siguio con su mirada en la tranquila carretera. Luego sonrio con algo mas que un asomo de ironia.

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