pesado la aplastaba, e intento apartarlo a patadas, a mordiscos, aranando, escupiendo; luego, un fuerte dolor en la parte posterior de la cabeza se abrio paso por entre su locura, derrotandola, y de repente se dejo caer hacia atras, agotadas todas sus fuerzas.

Estaba tumbada panza arriba sobre la carretera, con Fran sentado sobre su estomago. El muchacho tenia mechones de sus cabellos en las manos; presa de total desesperacion, no sabiendo de que otra manera dominarla, le habia golpeado la cabeza —no con furia, pero lo bastante fuerte como para que le doliera— contra el suelo hasta que dejo de gritar y debatirse; y ahora, mientras el panico se desvanecia, se miraron el uno al otro en mutuo y mudo horror.

Grimya... —repitio Indigo con voz apenas audible—. ?Oh, Fran... ! —Cerro los ojos y su boca se torcio en una fea mueca mientras hacia un esfuerzo por no echarse a llorar.

Fran se incorporo pesadamente, se palpo el cinturon y saco el cuchillo de su funda.

—A lo mejor puedo abrir un camino. No puede haber ido muy lejos aun.

—No. —El pendulo habia regresado a su lugar; tras la histeria llegaba el frio raciocinio— No funcionara, Fran. Ningun cuchillo puede cortar esos arboles...

—?Al menos puedo intentarlo!

Fran corrio hacia el bosque, con el cuchillo alzado, y empezo a golpear las ramas. Durante varios minutos siguio asi, acuchillando la negra vegetacion, mientras sus juramentos se volvian mas y mas sonoros y furibundos; luego, por fin se echo hacia atras, respirando de forma entrecortada y con el sudor banandole el rostro.

—?No puedo! —Su voz sonaba como la de un nino desconcertado—. ?No le hace el menor efecto! —Y se volvio de cara a los arboles de nuevo—. ?Papa! ?Cari! ?Papa, respondeme! ?Papa!

Los anormales arboles se agitaron sigilosos, pero no se escucho ningun grito de respuesta. Temblorosa, Indigo se levanto del suelo. Mientras se acercaba a el, Fran se volvio hacia ella sollozante, y se abrazaron con fuerza y en silencio, en un intento de aliviar su desdicha compartida.

Al poco Fran retrocedio. Temblaba, y sus mejillas estaban humedas, pero su rostro mostraba una expresion decidida a pesar de que parecia reacio a encontrarse con los ojos de Indigo.

—Hemos de regresar —dijo—. Hemos de decirselo a los otros. —Aspiro con fuerza, rabioso—. Regresaremos con antorchas. Quiza podamos abrir un paso quemandolo.

—No lo creo —respondio Indigo con voz hueca—. Sean lo que sean esos arboles y vengan de donde vengan, no creo que el fuego les afecte mas que los cuchillos.

Se revolvio contra ella.

—?Bueno, pues hemos de hacer algo! ?No lo comprendes? ?Papa y Cari estan ahi!

—Y Grimya.

—Si, ?y Grimya! ?Y hemos de sacarlos!

«Si ya no es demasiado tarde», penso Indigo, y al instante lo lamento. Grimya no podia morir: eso era una parte de su propia maldicion que la loba compartia. Pero podia sufrir. Y Constan y Cari eran otro asunto...

Levanto los ojos de nuevo hacia los arboles. Sus copas resultaban invisibles, mezclandose con la espesa noche. Y el susurro de sus hojas sonaba a sus inflamados sentidos como una burlona e ironica risa.

Indigo tomo la mano de Fran.

—Vamos —dijo en voz baja—. Quiza tengas razon; quizas el fuego funcionara. Al menos vale la pena probarlo. Regresemos al campamento, deprisa.

Se alejaron por la carretera, y la risa de los arboles parecio seguirlos, hasta que incluso los pequenos y malevolos ecos de las crujientes ramas y las susurrantes espinas quedaron ahogados en el amenazador silencio de la oscuridad.

CAPITULO 7

—De acuerdo —Fran contemplo el circulo de rostros reunidos alrededor del fuego del campamento, mientras su expresion desafiaba a cualquiera de ellos a que se atreviera a contradecirle, y finalmente sus ojos se clavaron en Indigo—. Es una buena idea y deberia funcionar. Pero no vas a ir sola.

—Fran...

—He dicho no. —Fran golpeo la palma de la mano contra el suelo para dar mas enfasis a sus palabras—. Mientras papa y Cari no esten yo soy el cabeza de familia, y se hace lo que yo digo. Dos de nosotros iremos contigo o no ira nadie. Y no creas que no podemos obligarte a quedarte si hemos de hacerlo.

No era cierto, pero Indigo lo dejo pasar. Fran necesitaba aquella demostracion de autoridad, no tan solo para tranquilizar a sus hermanos y hermanas sino tambien para tranquilizarse a si mismo, y restablecer su autoestima. Durante el viaje de pesadilla de regreso a Bruhome la muchacha lo habia oido sollozar mientras corria, y el lo sabia y se sentia avergonzado. Ella habia intentado decirle que las lagrimas no significaban afeminamiento, pero el habia rechazado sus palabras de consuelo muy enojado: al igual que con la discusion que habian tenido junto al rio —que ahora parecia tan lejana— odiaba cualquier sospecha, por equivocada que esta fuera, de que ella pudiera considerarlo una criatura.

La muchacha bajo los ojos.

—Muy bien.

La muchacha se dijo que el joven tenia tambien ese derecho: aunque ella era la unica responsable de su situacion, eran las vidas de su padre y su hermana las que estaban en juego, no la de ella. Y, dejando de lado la conciencia, tuvo que admitir para si que la idea de estar acompanada ante lo que pudiera encontrar resultaba mas que consoladora.

—Bien —ahora fue Esti quien tomo la palabra—, ?quien va y quien se queda?

—Yo ire con Indigo. —Una vez mas, Fran les dedico su retadora mirada, y nadie disintio—. Y creo que deberia venir otro mas. Tres se las arreglaran mejor que dos si surge cualquier problema, o si Cari o papa estan heridos. Hemos de decidir quien es el mas adecuado.

Esti removio el puchero de la comida.

—Eso es facil. —Levanto la mirada, y sus ojos verdes se clavaron en los de su hermano con determinacion—. Yo.

—No seas estupida. ?Eres una chica!

—Tambien Indigo, y eso no la va a detener. No, Fran, calla y escucha. Ninguno de nosotros sabe lo que puede suceder aqui mientras vosotros no estais, y si hay mas problemas podemos necesitar fuerza fisica y capacidad de lucha. Eso significa Val, Lanz y Enti. Los otros chicos son demasiado pequenos para ir. —Se produjo un pequeno conato de protesta por parte de los tres mencionados, y Esti los amenazo con el cucharon—. ?Callaos! Esto no es un juego, es serio. Son demasiado jovenes. Armonia y Honi son mucho mejores que yo en lo que se refiere a organizar a la gente, y sabran ocuparse a la perfeccion de que el campamento funcione. Asi pues, es obvio, ?no? Soy la unica persona que puede ir con vosotros.

Fran miro a Indigo, impotente. Estaba claro que no le gustaba la idea, pero Esti lo habia dejado sin argumentos.

—?Indigo? ?Que te parece?

Indigo contemplo a Esti por unos instantes. De todas las muchachas Brabazon era la mas imprevisible; no obstante habia una gran fortaleza en ella. Esti era lista y sabia como cuidarse; y su razonamiento estaba bien fundado. Siempre y cuando pudieran mantenerse bajo control sus impulsivos excesos —y tambien los de Fran— eran la unica eleccion

logica.

—Creo que Esti tiene razon. Ella es la que deberia venir con nosotros.

Piedad, que no habia comprendido por completo que era lo que se discutia pero que percibia de forma intuitiva que los problemas de la familia no habian terminado ni mucho menos, empezo a llorar; una reaccion al caos en que de una forma tan desconcertante se habia convertido su vida. Armonia, que empezaba ya a ponerse en

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