Se puso en marcha de nuevo, lanzandose entre la tormenta con todas las energias que aun le quedaban, Indigo avanzo pesadamente tras ella, agitando los brazos con desmayo, apenas capaz de mantenerse en pie. Diez agonizantes pasos, doce, catorce: y la vio. Un debil fulgor amarillento entre el torbellino de aguanieve, como si alguien hubiera encendido una lampara para que brillara cual un faro en una ventana que de momento resultaba invisible.
Un torrente de adrenalina se agito en su interior provocandole mareo.
Y, con los patines alzados como los cuernos de una bestia en medio del caos de la tormenta, una
troika desenjaezada.
Por un momento la muchacha temio que las temidas alucinaciones se hubieran por fin apoderado de lo que le quedaba de cordura. Alli delante, temblando, la cabeza doblada con aspecto fatigado mientras dos hombres se ocupaban de el, estaba el caballo, cargado aun con todas sus pertenencias.
Incapaz de reprimir su excitacion,
Indigo clavo sus ojos en las dos caras bien conocidas, y vio que se quedaban tan atonitos como ella, al reconocerla a su vez. Pero no pudo reaccionar. De repente lo que sucedia ante sus ojos resultaba irreal, imposible. Los faroles, el caballo, los nombres boquiabiertos del grupo de borrachos de la troika. No estaba sucediendo en realidad.
El cuadro se hizo pedazos cuando uno de los hombres lanzo un juramento.
—?Es ella?
—?Que la Madre ciegue mis ojos, pense que esa zorra acabaria en el estomago del felino!
—Maldicion... —El mas fornido de los dos empezo a avanzar, y el pelaje del lomo de
—?Y el maldito perro! —El hombre apreto con fuerza el puno al ver que
El segundo grunido de
—?Grayle? ?Morvin? Por la Madre que tanto nos ama, ?que esta pasando aqui afuera?
Era una voz masculina, aguda y furiosa; alguien surgio de la granja llevando otra linterna. Al principio no era mas que una silueta, pero al cruzar el patio y acercarse mas, Indigo pudo verlo de repente con total claridad. La muchacha lanzo un tremendo grito inarticulado cuando una nueva y terrible conmocion, ante la cual todo lo demas perdia importancia, la golpeo como un mazazo.
—?Que la Diosa me arrebate la vision!
Los ojos del recien llegado se abrieron desmesuradamente al ver el rostro extraviado de la joven.
Y Fenran, su amor, su amor perdido, avanzo hacia ella a grandes zancadas con la mano extendida.
Los ojos de Indigo parecieron a punto de saltarle de las orbitas y se desvanecio.
Cuando recobro el conocimiento se encontro envuelta en algo grueso y calido. Intento mover brazos y piernas, pero parecian de plomo. Por un momento se sintio invadida por el panico al recordar la nieve y su insensato deseo de tumbarse en ella y dejar que la cubriera. Pero no, esto no era nieve, no era el enganoso y mortifero frio que entumecia el cuerpo hasta sumirlo en letal ilusion de calor. Notaba un calor autentico en el rostro, oia el crepitar de las llamas, y el incesante aullido de la ventisca se habia convertido en un rugido ahogado, distante, que habia dejado de ser amenazador.
Hubo una luz.
El recuerdo acudio a su mente de forma tan brusca que sintio nauseas.
—?Fenran! —repitio con un debil grito, y al instante oyo unos pasos rapidos que se acercaban.
Una mano, encallecida pero de tacto femenino, toco su frente y se deslizo hacia la nuca,
intentando ayudarla a levantar la cabeza. Una voz desconocida dijo:
—Vamos, vamos, todo esta en orden. Bebe un poco de esto.
Sintio el borde de una taza contra los labios, y a su nariz llego el fuerte olor del alcohol. Demasiado confundida para discutir, Indigo tomo un sorbo que suavizo su garganta bloqueada, luego lo siguio otro trago mucho mas largo y noto que el licor se deslizaba hacia abajo dejando un rastro de calor.
—Te hemos lavado los ojos —dijo la voz—. Estaban cubiertos de una costra de hielo, pero ahora ya deben de estar bien. Intenta abrirlos.
Lo hizo, y poco a poco lo que la rodeaba empezo a resultar mas nitido. La cama enorme, la habitacion modestamente amueblada pero confortable y la chimenea de piedra en forma de arco donde ardia un buen fuego que proyectaba su juego de luces y sombras sobre el techo bajo de vigas. De pie junto a ella habia una mujer alta y delgada de mediana edad, cabellos oscuros recogidos en una trenza y ojos que en aquella luz parecian negros. La mujer le sonrio con cierta reserva.
—?Mejor? ?Puedes verme?
—Ssssi... —Indigo intento incorporarse, y la mujer la ayudo, ahuecandole las almohadas detras de la cabeza.
—Bueno, tuviste mucha suerte, ?no es verdad? —La sonrisa se hizo mas amplia y calida, los ojos oscuros mostraron simpatia—. Es mejor no pensar en lo que podria haberte sucedido si no nos hubieses encontrado. Pero no has sufrido ningun dano. Volveras a estar en pie antes de que te des cuenta.
En la mente de Indigo se agolpaban un centenar de preguntas, pero el licor, en un estomago vacio, empezaba ya a subirsele a la cabeza y a marearla.
—?Donde esta
—
Una parte de la tension de Indigo desaparecio al enterarse de que
—Fenran... —dijo vacilante—. Pero yo vi a Fenran...
—?Viste
—Fen... Fenran. —Indigo comprendio que iba a echarse a llorar. Estaba tan confundida... Nada tenia el menor sentido.
—No hay nadie llamado Fenran aqui.
—?Tiene que haberlo! Lo vi..., fue a la puerta, y tenia un farol; y detuvo a los otros cuando ellos... —Su voz se apago y cerro los ojos para impedir que las lagrimas se abrieran paso entre sus pestanas.
La mujer la contemplo pensativa, luego se dio la vuelta, Indigo volvio a abrir los ojos a tiempo para verla llegar hasta la puerta. La mujer la abrio y llamo:
—?Veness! Sube, ?quieres?