—No. —Carlaze la interrumpio con sequedad antes de que pudiera decir nada mas—. Y de nada sirve obligarlo, Rimmi, lo sabes tan bien como yo. Dejalo un rato. Vere lo que puedo hacer mas tarde.

Rimmi se encogio de hombros y regreso algo taciturna a sus tareas. Carlaze empezo a cortar pan. Mientras lo hacia se escucho el lejano estrepito de una puerta que se cerraba con fuerza en el otro extremo de la casa. Una rafaga. de viento helado atraveso la cocina, haciendo que los jarretes salados se balancearan, y fuertes pisadas sonaron afuera, en el vestibulo.

Veness aparecio en el umbral, acompanado por otro hombre mas bajo y corpulento. Carlaze giro la cabeza para mirarlos.

—Las botas fuera, por favor —ordeno con firmeza—. La tetera hervira dentro de unos instantes.

Veness enarco una ceja con gesto ironico y se saco las botas de piel cubiertas de nieve; tambien habia nieve en sus cabellos. Sus manos, a pesar de los guantes bien gruesos, estaban azuladas.

—Hay cinco personas en los barracones de los vaqueros que agradecerian una infusion, Carlaze —anuncio; luego miro a Indigo y sonrio—. Buenos dias, Indigo. ?Como te sientes hoy?

Su companero contemplo a Indigo sin decir palabra mientras tiraba de una silla y se sentaba, intentando que su franco escrutinio no la intimidara, Indigo sonrio a su vez a Veness y dijo:

—Estoy muchisimo mejor, gracias.

—Me alegro de oirlo. Oh..., este es Reif, mi hermano. Reif: te presento a nuestra afortunada refugiada, Indigo.

—Realmente afortunada. Hola, Indigo. —Sus ojos, grises como los de Veness, la midieron y parecio que no le gustara del todo... o no le inspirara confianza... lo que veia.

Rimmi trajo a ambos hombres una jarra de humeante infusion, y Carlaze dijo:

—Indigo hablaba de marcharse, Veness.

—?Marcharse? —Igual que Carlaze habia hecho antes, Veness se echo a reir, y Reif sonrio con severidad—. No te iras hasta que esta ventisca haya dejado de soplar por completo. Y no pienses ni por un momento que abusas de nosotros; siempre nos alegra tener un par de manos mas. Ademas — Veness se interrumpio para tomar un buen sorbo de su bebida—, resulta que he visto un arpa entre tus cosas. ?Eres un bardo?

—No, un bardo no. Pero la toco.

—Entonces, puedes tener por seguro que no te arrojaremos a los elementos: un nuevo musico que anime las noches sera muy bien recibido, ?eh, Reif?

—Desde luego. —Reif seguia mirando a Indigo inquisitivamente.

—Bien, pues. —Veness vacio su taza y se puso en pie—. Tenemos trabajo que hacer, asi que lo mejor sera que nos pongamos en marcha. Carlaze y Rimmi cuidaran de ti... Oh, y nuestros exaltados muchachos tendran algo que decirte mas tarde.

Indigo se sintio enrojecer.

—La verdad, Veness, no hay necesidad de eso.

—Si, claro que si. Lo de anoche lo dije en serio. —Tomo sus botas y guantes y se los puso de nuevo—. ?Listo, Reif? Senoras, nos veremos mas tarde.

A pesar de sus afirmaciones de que estaba totalmente repuesta, a Indigo no se le permitio ayudar en las tareas de la casa. Livian, que entro en la cocina minutos despues de marchar Veness y Reif, descarto de plano sus ofrecimientos, diciendole con firmeza que ese dia al menos tendria que descansar y no pensar siquiera en ninguna actividad que exigiera esfuerzo. Podia hacerles compania, pero Livian no le permitiria hacer nada mas.

Y asi pues, Indigo y Grimya pasaron la mayor parte del dia en medio del ajetreo y la calida atmosfera de la granja, en compania de las tres mujeres. Su actividad era una distraccion; evitaba que la mente de Indigo se desviara demasiado a menudo o demasiado dolorosamente hacia el recuerdo de la increible ironia de su situacion, de modo que con el paso de las horas empezo a formarse una idea mas coherente de la familia Bray.

Habia tenido la impresion de que Veness ostentaba el titulo de conde Bray, pero pronto descubrio que no era asi. El conde actual, le dijo Livian, era el padre de Veness, el hermano de su difunto esposo. En esos momentos se encontraba enfermo, y Veness, por ser el primogenito, ocupaba su puesto hasta que se recuperara.

—Lamento que este enfermo —dijo Indigo—. Eso debe hacer que mi presencia resulte aun mas molesta.

—En absoluto —le aseguro Livian, y Carlaze, que la oyo, expreso su firme asentimiento—. La enfermedad del conde no es seria... al menos eso creemos. Esperamos que no tarde mucho en estar repuesto. —Dirigio una rapida mirada a Carlaze; una mirada curiosa, penso Indigo, que parecia implicar la advertencia de no dar mas explicaciones—. Y si estuviera en condiciones, habria sido el primero en darte la bienvenida.

Indigo se pregunto que tipo de enfermedad podria ser. Y a habia averiguado que Livian (que era tal y como habia supuesto, la madre de Rimmi y Kinter, el esposo de Carlaze) era una viuda que, tras la muerte del marido, habia llevado a su familia a vivir bajo aquel techo y adoptado el papel de senora de la casa. De todo esto, Indigo dedujo que el conde Bray debia de haberse quedado viudo recientemente, y supuso que a lo mejor la enfermedad era consecuencia de su dolor. Livian, sin embargo, no hizo la menor mencion a ningun luto, y la muchacha prefirio no preguntar directamente.

Descubrio que Veness tenia dos hermanos: Reif, a quien ya conocia y de quien sospechaba le habia tomado una inmediata antipatia, y Brws —pronunciado Broze con la tipica inflexion de El Reducto que todavia le resultaba extrana y no habia conseguido dominar—, que tenia quince anos. El hijo de Livian, Kinter, tenia la misma edad que Veness y era, le confio Livian con orgullo, un elemento valioso para la granja; el, junto con Veness y Reif, era el eje alrededor del cual giraban todos los asuntos de la propiedad.

La finca en si era una entidad mucho mas extensa y compleja de lo que habia pensado Indigo. El interes primordial de los Bray, igual que el de sus vecinos, era el ganado vacuno; pero ademas tambien criaban varios miles de ovejas en extensos terrenos situados algunos kilometros mas al norte, y controlaban zonas de bosque que se cultivaban para sacar madera, lo mismo que cultivaban el resistente grano que alimentaba a sus animales. Livian le dijo que realmente no tenia ni idea de cuantos hombres estaban empleados en las tierras de los Bray, pero debian de ser mas de cien. Todos ellos vivian en pequenos poblados y granjas situados dentro de los limites de la finca. Y mientras los hombres trabajaban y gobernaban la tierra, esta enorme y vieja casa, la piedra angular de toda la propiedad, era por su parte el dominio de un pequeno matriarcado que se cuidaba de los asuntos domesticos de la granja. Un arreglo satisfactorio y practico que le recordo a Indigo intensamente su hogar de la infancia, Carn Caille. Incluso la misma casa, cuadrada y solida, construida con piedra, pizarra y madera, disenada para soportar los peores inviernos, casi polares, recordaba la severa pero a la vez segura atmosfera de Carn Caille. Todo en ella era antiguo pero comodo; no habia opulencia ni grandiosidad, sin embargo la casa de los Bray respiraba una calidez que no precisaba riquezas ni adornos sofisticados.

No obstante habia una cuestion que mortificaba a Indigo. Algo que Veness le dijo la noche anterior: que no habia habido nadie llamado Fenran en la granja desde antes de que naciera su padre. ?Cuantos anos tendria Veness?, se pregunto. Alrededor de veinticinco, probablemente; de modo que su padre tendria cincuenta o mas. Eso significaba que el ultimo Bray que habia llevado el nombre de Fenran debia de haber muerto —o haberse visto alejado de su familia— hacia por lo menos cincuenta anos. Cincuenta anos atras... Un escalofrio gelido y viscoso le recorrio el cuerpo mientras se preguntaba si el actual conde Bray no habria tenido un tio al que jamas habia conocido...

Pero no podia hacer esa pregunta. Confundida entre el anhelo y el temor de averiguar la respuesta, no podia reunir el valor para preguntar. Y quiza, le aconsejo una vocecita interior, seria mejor no saberlo; no resucitar por segunda vez el fantasma que el asombroso parecido de Veness con su perdido amor habia despertado en su corazon, dejarlo tranquilo y olvidar, si es que podia.

La rutina de las tareas domesticas continuo sin interrupcion durante toda la jornada. Poco despues del mediodia tuvo lugar algo parecido a una dura prueba, cuando Indigo tuvo que enfrentarse con sus cuatro asaltantes del dia anterior, a quienes Veness habia reunido y enviado a disculparse. Nadie quiso atender su ruego de que no necesitaba ni deseaba una disculpa formal; lo que Veness decia era al parecer ley, y en esto no admitia la menor discusion. Los cuatro (Corv con el brazo en cabestrillo) se colocaron en hilera frente a ella en el vestibulo, y cada uno dijo su parte por turno. Se los veia tan avergonzados como ella misma, y su contricion era genuina; aunque tuvo la sensacion de que Corv le guardaba rencor por la deshonra que significaba haber sido herido por una mujer, cosa que por lo que pudo averiguar lo convirtio en blanco de muchas burlas. Pero hicieron las paces, y, cuando los hombres se marcharon para regresar a sus distantes alojamientos, Indigo se sintio segura de que ya no habria mas

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