problemas.

Por la tarde durmio un rato, vencida por la reaparicion del agotamiento que hizo que casi se adormeciera en la silla delante de los fogones. Carlaze, al darse cuenta, la acompano de inmediato y con firmeza hasta su habitacion y, aunque estaba furiosa consigo misma por demostrar tal debilidad, Indigo fue incapaz de permanecer despierta una vez tumbada en la cama. La verdad era que sus fuerzas se habian debilitado; lo sufrido la noche anterior habia hecho mas mella de lo que creia y, muy contrariada, durmio hasta que Rimmi vino a decirle que estaban a punto de servir la cena, y que todos esperaban que se hubiera recobrado lo suficiente para unirse a la familia en el comedor.

La cena, segun descubrio Indigo, era algo parecido a un ritual en la familia Bray. Terminado el trabajo, se reunian para charlar sobre los acontecimientos del dia y relajarse en mutua compania. A Indigo y a Grimya se las incluyo en esa intima atmosfera como si se tratara de amigas de toda la vida. Habia nuevos rostros: Brws, el hermano menor de Veness, y Kinter, sentado junto a Carlaze frente a Indigo. Existia un gran parecido entre Kinter y Rimmi, aunque la robustez que ambos habian heredado, y que no servia precisamente para acrecentar los encantos de Rimmi, resultaba muy atractiva en su hermano. Kinter tenia los cabellos castanos, una mirada amable y un rostro anguloso. Carlaze y el hacian buena pareja, penso Indigo.

La conversacion giro al principio sobre cuestiones cotidianas. Al parecer Veness y Kinter habian desafiado el mal tiempo para inspeccionar una seccion de cercado que la ventisca habia derribado, y que, dijo Kinter sombrio, seria imposible reparar hasta que mejoraran las condiciones climaticas. No afectaria en absoluto al ganado, ya que todos los animales habian sido trasladados a sus cuarteles de invierno, pero ahora que una seccion se habia caido, no habia duda de que caerian otras mas, lo cual significaba que habria que dedicar muchas horas de trabajo a hacer reparaciones.

—?Cuando crees que amainara la tormenta? —inquirio Carlaze.

Su esposo se encogio de hombros y miro a Veness, quien dijo:

—Aun durara otro dia, posiblemente mas.

Reif arrugo el entrecejo.

—Por si fuera poco, es mas fuerte ahora que esta manana. No habia visto una tormenta como esta tan a principios de invierno en muchos anos. Vamos a tener un invierno duro, ya vereis como no me equivoco.

Indigo escucho en silencio la conversacion y tras el ultimo comentario de Reif levanto la mirada, preocupada.

—Si eso es cierto, y el invierno va a ser particularmente duro —dijo—, no debo aplazar el viaje mas de lo necesario. Tan pronto como termine esta tormenta, lo mejor sera que me ponga en marcha lo antes posible.

Veness la contemplo con incredulidad, y Reif lanzo una aguda carcajada.

—?En marcha? —repitio con acritud—. ?Bromeas, claro!

Veness le dirigio una rapida mirada y luego se volvio hacia Indigo.

—Lo que mi hermano intenta decir, aunque podria haberlo expresado con mas sutileza, es que es probable que no exista la menor posibilidad de que nos abandones hasta dentro de unos cuantos meses.

La muchacha se quedo boquiabierta.

—?Unos cuantos meses? Pero...

Veness la interrumpio con suavidad:

—El invierno esta empezando, Indigo, y en El Reducto no se puede jugar con el invierno. Ni siquiera los mas curtidos de nosotros se atreverian a emprender un viaje largo en esta epoca del ano y, por tu equipaje, es evidente que es un largo viaje lo que tienes en mente. —Aguardo a que ella se lo confirmara, y al fin la joven asintio de mala gana—. Bien, pues entonces no tienes otra opcion mas que quedarte.

Indigo sintio que su pulso se aceleraba.

—?Pero no puedo imponeros mi presencia durante tanto tiempo!

—No es una cuestion de imponer nada; es una cuestion de simple necesidad —repuso Veness—.

Y yo, por lo menos, me alegrare de que te quedes con nosotros.

Todos los reunidos alrededor de la mesa asintieron, aunque Reif parecio un poco menos entusiasta que el resto, Indigo no sabia que pensar ni que decir. No podia pasar el invierno entero bajo aquel techo. No importaba lo amables que fueran sus anfitriones, ni la calurosa acogida que le brindaran, no podia permanecer en esa casa con sus terribles remembranzas, con Veness alli, a quien apenas se atrevia a mirar directamente. Y sin embargo no podia explicar a esta familia hospitalaria y

bien intencionada por que sentia lo que sentia.

—A lo mejor Indigo no quiere quedarse con nosotros —dijo Reif de repente.

Habia visto su malestar y malinterpretado la expresion de su rostro, y era evidente por el tono de su voz que lo habia tomado como un insulto, Indigo replico apresuradamente:

—No... No, de veras, no es eso; no es eso en absoluto. —Se obligo a pasear la mirada por toda la mesa y a clavarla finalmente en Veness—. No hay nada que me gustara mas. —Era mentira—. Pero... tengo que irme. Tengo cosas urgentes que hacer en el norte, y...

—?Tan urgentes que estas dispuesta a arriesgar la vida por ellas? —pregunto Veness.

—Bueno, no, pero... sere una carga para vosotros. Livian me ha dicho que vuestro padre esta enfermo. No puedo causaros tantas molestias. Ya habeis sido demasiado amables conmigo.

—Ahora escuchame, Indigo. —Veness le sonrio, mientras se inclinaba hacia ella desde el otro lado de la mesa. Le habria tomado la mano, pero ella la retiro, intentando hacer que el gesto pareciera puramente casual—. Comprendo lo que te preocupa, y aprecio tu inquietud. Pero quiero que te olvides de todas esas ideas sobre causarnos molestias, y que las olvides ahora mismo. Sera un placer tenerte como nuestra invitada todo el tiempo que sea necesario, y eso zanja la cuestion. No puedo decirlo de forma mas clara, ?no crees?

Su sonrisa se habia ensanchado hasta convertirse en una sonrisa abierta y calida, Indigo comprendio con pesar que estaba atrapada. No podia rehusar la hospitalidad de aquellas personas sin ofenderlas o, de lo contrario, verse obligada a contarles toda la verdad; no se veia con animos para adoptar una u otra opcion.

Grimya, que hasta aquel momento habia permanecido sentada bajo la mesa y no habia hecho el menor comentario, le envio de repente un mensaje mental.

«Creo que debemos aceptar lo que dicen, Indigo. Se lo doloroso que debe de ser para ti estar en este lugar., pero la verdad es que creo que debemos quedarnos y sacarle el mejor partido posible a la situacion.»

Con su acostumbrado sentido comun la loba habia comprendido y aceptado que era la unica respuesta posible a su dilema. La resistencia de Indigo se vino abajo. Grimya tenia razon: debian quedarse. Considerar cualquier otra posibilidad era una locura.

Parpadeo, y con un esfuerzo de voluntad volvio a mirar a Veness.

—Gracias, Veness. La verdad es que no puedes decirlo con mas claridad, y me has tranquilizado. Me siento..., las dos nos sentimos, muy agradecidas.

Al parecer consiguio no dejar traslucir incertidumbre en su voz, ya que Veness no percibio nada raro y se limito a mirarla complacido.

—Entonces esta decidido. Y os doy la bienvenida, oficialmente, quiero decir, a nuestra casa. — Levanto su jarra de cerveza—. Por nuestras nuevas amigas, Indigo y Grimya.

—?Indigo y Grimya!

Se repitio el brindis, y Rimmi, que habia tomado un sorbo demasiado grande de su jarra, empezo a balbucear y toser. Kinter se inclino sobre ella para palmearle la espalda, y Carlaze se deshizo en incontenibles carcajadas. El incidente sirvio para disipar cualquier tension que aun flotara en el ambiente y, una vez que Rimmi se hubo recuperado, la atmosfera se relajo y todo el mundo empezo a hablar sin cumplidos. Carlaze pregunto a Indigo de donde venia y, aunque como sucedia siempre en tales momentos, la pregunta le produjo un momentaneo estremecimiento, Indigo hablo a los alli reunidos sobre la Compania Comica Brabazon con quienes Grimya y ella habian viajado por el continente occidental. Durante los ultimos anos habia descubierto que las anecdotas sobre su estancia con aquella familia ambulante era una forma segura de distraer la atencion de los demas y evitar que intentaran averiguar mas cosas de su pasado. Sus companeros escucharon con avidez el relato hasta que Veness dijo:

—?Indigo, eres una narradora nata! No se como tus amigos pudieron dejarte marchar.

La muchacha sonrio. La atmosfera de la velada y la cerveza que habia bebido actuaron como un balsamo sobre ella; estaba mas relajada de lo que podia recordar haber estado en mucho tiempo.

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