todos nosotros, puedes expresar tu agradecimiento a la casa del conde Bray.

Indigo se quedo inmovil con la primera cucharada de sopa a medio camino de su boca.

—?Conde... Bray?

—Eso es. Bebete la sopa ahora, y lo retirare todo para que puedas dormir.

Indigo no dijo nada mas. Pero para sus adentros todo en su interior era un torbellino, y solo el cansancio evito que la paralizante sensacion producida por la sorpresa y el temor se apoderaran de ella.

Conde Bray. Conocia muy bien aquel nombre, y la llevo de regreso a un pasado perdido que ansiaba recuperar. A pesar de que jamas lo habia conocido, a pesar de que no era mas que un nombre y una figura borrosa en su imaginacion, alejado de ella por la enorme distancia que los separaba, un conde Bray de El Reducto habia sido el padre de Fenran.

CAPITULO 4

Cuando Indigo desperto, el fuego se habia consumido casi por completo y una triste y debil penumbra que pretendia ser la luz del dia se filtraba por las rendijas de los postigos de la ventana. Permanecio unos minutos inmovil, dejando que su mente separara el sueno de la realidad y escuchando el ahogado aullido de la tormenta que seguia rugiendo en el exterior. Poco a poco recordo lo ocurrido la noche anterior y, al evocar su encuentro con Veness, lo hizo con lenta y apaciguadora claridad en lugar de dejarse llevar otra vez por la consternacion.

La familia del conde Bray de El Reducto. La familia de Fenran —una o dos generaciones despues—, bajo cuyo techo Fenran habia vivido y trabajado. Debia de hacer ya muchos anos que su padre habia muerto, pero a lo mejor todavia quedaba alguien, penso Indigo llena de inquietud, que recordara la historia del hijo menor de cabellos negros que se peleo con los suyos y abandono la tierra que lo vio nacer para iniciar una nueva vida en el lejano sur. El sorprendente parecido entre Veness y Fenran no podia ser pura coincidencia. Inconscientemente, sin quererlo, habia traido al fantasma de Fenran de regreso al hogar abandonado hacia cincuenta anos.

Se sento en el lecho, de pronto angustiada, echo hacia atras las sabanas y poso los pies en el suelo. Grimya no estaba en la habitacion, pero la puerta estaba entreabierta; o bien la loba habia conseguido manipular el picaporte o alguien la habia dejado salir mientras Indigo dormia. Paseo la mirada a su alrededor, vio su equipaje amontonado junto a la cama y empezo a rebuscar en el para encontrar ropa limpia y reemplazar el camison prestado que llevaba. No podia quedarse: debia ir abajo y dar las gracias a sus anfitriones, recompensarlos si es que querian aceptarlo, y marchar. No podia quedarse. Alli, no.

Cinco minutos mas tarde, tras haberse vestido apresuradamente y con los cabellos peinados de cualquier forma, salio de la habitacion y se encontro en un largo rellano. Una escalera ancha conducia a la planta baja de la granja; abajo se veia luz y se escuchaba el murmullo de voces. Vacilo, insegura de si misma. Entonces una puerta se cerro con fuerza en alguna parte, una sombra cruzo delante de la luz, y la muchacha de aspecto ordinario que habia entrado en su habitacion unos instantes la noche anterior aparecio abajo. Empezo a cruzar el vestibulo y, como si percibiera algo, se detuvo y levanto la vista.

—?Estas despierta! —La muchacha sonrio—. ?Como te sientes?

—Mucho mejor, gracias.

—Baja y unete a nosotras. Aun queda algo de desayuno... Debes de estar muerta de hambre despues de la prueba de ayer.

Si que estaba hambrienta. Le devolvio la sonrisa con cierta vacilacion, empezo a bajar las escaleras y se dio cuenta antes de llegar a medio camino de que sus palabras eran mentira. Le dolia todo el cuerpo y las piernas apenas la sostenian, amenazando con doblarse mientras descendia con los musculos agarrotados. La cabeza le daba vueltas y el estomago era un pozo sin fondo que le producia terribles nauseas. Al parecer la jovencita se dio cuenta de su estado ya que, cuando llego al vestibulo, una mano regordeta pero firme la sujeto con fuerza por el brazo y la condujo en direccion a una puerta abierta al otro lado donde brillaban con intensidad las lamparas.

—No estas tan bien como pensabas, ?verdad? Ven a la cocina y nos ocuparemos de darte algo de comer. Tu perra loba esta ahi tambien y ya ha comido.

La golpeo una oleada de calor y luz cuando la muchacha la hizo penetrar en una enorme habitacion abovedada dominada por una mesa bien fregada y una cocina de hierro negra. Aqui, igual que en el dormitorio, los postigos de madera permanecian bien cerrados, Indigo parpadeo indecisa mientras el calor la envolvia y se hacia cargo de la relajada atmosfera. Jarretes salados de buey y cordero colgaban de las alfardas en redes hechas de cuerda, la luz se reflejaba en las sartenes de hierro y de cobre, y le llego el aroma de pan recien horneado. Grimya se alzo de un salto de una estera extendida frente a los fogones y corrio a su encuentro.

«?Indigo!» La voz mental de la loba rebosaba alivio. «?Estas despierta! ?Como te sientes?»

«Muy bien, carino» Intento ocultar la autentica realidad en la respuesta.

«Todo el mundo es tan amable...», dijo Grimya. «Me dieron mas comida de la que podia comer, y han estado hablando de ti muy preocupados.»

—Sientate aqui, Indigo. —La jovencita empujo una silla de respaldo redondo hacia ella, Indigo se sento y se inclino para abrazar a Grimya—. Me llamo Rimmi. Te vi anoche, pero probablemente no me recuerdes. Estabas bastante debil.

—Te recuerdo. Me trajiste un poco de caldo en una bandeja.

—?Eso es! —Rimmi la contemplo satisfecha— Es una buena senal, dice mi madre; demuestra que tu cerebro no se ha visto afectado por lo sucedido. Algunas personas que quedan atrapadas en una ventisca pierden por completo la memoria, ?sabes?, y se vuelven locas. Se... —Se interrumpio al entrar otra persona en la habitacion—. Oh... Carlaze. Esta es Indigo. Salio entre la tormenta anoche. Madre ya te ha hablado de ella.

La recien llegada era algunos anos mayor que Rimmi y mucho mas bonita. Tenia los cabellos rubios, sujetos en una sola trenza que llevaba enroscada alrededor de la cabeza, y brillantes ojos marron verdoso. Llevaba una bandeja cubierta que deposito junto a los fogones.

—Esta es Carlaze —dijo Rimmi a Indigo—. La esposa de mi hermano.

—Hola, —Indigo le dedico una debil sonrisa.

—Ya me he enterado de tu percance —dijo Carlaze—. Siento mucho lo sucedido..., todos lo sentimos. Kinter, mi esposo, le ha dicho a Veness que habria que azotar a Corv por lo que hizo.

Muy turbada por la franqueza de sus palabras, Indigo sacudio la cabeza.

—No tiene importancia. Fue solo un malentendido.

—?Un malentendido? —Carlaze enarco las cejas—. No es eso lo que yo escuche. Ademas, Corv es el vaquero jefe aqui, y eso hace que su comportamiento resulte aun mas inexcusable. —Entonces su expresion se suavizo—. Pero no deberia estar aqui preocupandote. Rimmi, ?no le has dado a Indigo nada de comer? Hay harina de avena, pan fresco y miel. Los hombres regresaran en cualquier momento y querran otra infusion. Pon la tetera a hervir; hay un cubo de agua limpia junto a la puerta.

Rimmi, su breve atisbo de autoridad socavado por la personalidad mas fuerte de Carlaze, corrio a obedecer, y la joven rubia se sento en el borde de la mesa.

—Veness dice que tu suerte de anoche fue un milagro —observo con una sonrisa—. Seguro que no habia mas que una posibilidad entre mil de que encontraras la granja en medio de esta tormenta.

—Eso creo yo tambien —asintio Indigo—. Y os estoy muy agradecida a todos por ayudarme. Antes de que me vaya, espero que me dejeis que os pague de alguna forma.

—?Irte? —rio Carlaze—. Estas de broma, ?verdad?

—?A que te refieres?

Carlaze indico con la cabeza en direccion a la ventana cerrada con postigos.

—Nadie sobreviviria mas de cinco minutos en medio de esta tormenta. Es mucho mas fuerte que anoche y tiene todo el aspecto de seguir asi varios dias todavia. Te quedaras aqui algun tiempo, Indigo.

Consternada, Indigo abrio la boca para protestar, pero se lo impidio la voz de Rimmi.

—?Carlaze? —La muchacha habia levantado la cobertura de la bandeja que Carlaze habia traido—. ?No ha...?

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