no tenia nada que ver con la tragedia, asi que ninguno de los propietarios creyo que hubiera de pagar por un crimen que no habia cometido. Nadie mas queria la tierra, no querian seguir los pasos del hombre asesinado. De ese modo paso a formar parte de la propiedad de los Bray. Jamas hemos hecho mucho con ella. Supongo que nunca hemos tenido el coraje de hacerlo. —Flexiono los hombres para mitigar su rigidez—. Pero ya he hablado bastante por esta noche. —Le dedico una debil sonrisa, como si conscientemente hiciera un esfuerzo por aligerar la atmosfera—. No se tu, pero despues de esto aun no estoy listo para ir a dormir. ?Quieres tomar otra jarra de cerveza antes de irnos cada uno por nuestro lado? La cocina estara mas caliente que esta sala; los fogones permanecen encendidos toda la noche. Y a lo mejor encontramos un tema de conversacion mas alegre para endulzar nuestros suenos.

Era una invitacion franca y amistosa, pero Indigo no quiso aceptarla. Le gustaba Veness (era imposible evitarlo) y sin embargo al mismo tiempo la trastornaba profundamente. Temia que su extraordinario parecido con Fenran pudiera hacerle cometer un terrible error. A su mente le resultaria facil imponer la imagen de Fenran sobre la de Veness y hacer que se convenciera de que se trataba de Fenran en todo excepto el nombre. En varias ocasiones se habia sorprendido anticipando las ligeras y familiares peculiaridades de Fenran en las palabras y gestos de Veness, y en cada ocasion su ausencia la habia confundido momentaneamente. No confiaba en si misma; y de repente no quiso estar a solas con el.

—Gracias, Veness —repuso en voz alta—, pero... creo que me ire a la cama. —Le sonrio con un esfuerzo aunque sin gran convencimiento y estuvo segura de que no habia resultado convincente—. Estoy mas cansada de lo que creia —anadio con menos conviccion aun.

Veness no hizo ningun comentario, pero su expresion parecio encerrarse en si misma.

—Claro—Parecio como si lamentara haber hecho la invitacion, Indigo deseo con toda el alma haber podido rehusarla sin causarle impresion equivoca—. Te deseo buenas noches, pues. —Su sonrisa seguia siendo afectuosa, pero impregnada de pesar—. Que duermas bien.

Cuando la puerta se cerro detras de Veness, Indigo se llevo las palmas de las manos a la frente y suspiro con fuerza.

«Lo he disgustado», dijo a Grimya en silencio, llena de tristeza. «Era lo ultimo que deseaba hacer. Pero no podia decirle la verdad, Grimya. No podia.»

«A lo mejor habria sido mas facil ser sincera», repuso Grimya, vacilante. «Le caes bien, y parece una verguenza dejar que piense que no deseas ser su amiga.»

Habian dejado de oirse las pisadas de Veness. Una tabla del suelo crujio sobre sus cabezas y, juzgando que este habia llegado al piso superior y ya no podia oirlas, Indigo hablo en voz alta.

—Lo se, carino. Pero en cierto modo no quiero hacer amistad con el. Existen demasiados escollos.

«?Porque se parece a Fenran?»

—Si. Y ademas quizas haya otros motivos. No quisiera que pensara... —Su voz se apago, y Grimya inquirio:

«?Pensara que?»

Indigo sacudio la cabeza.

—No lo se. Probablemente estoy yendo demasiado deprisa y demasiado lejos. Es solo que... no quiero que haya el menor peligro de un malentendido. —Bajo las manos y se quedo mirandolas—. Ojala la ventisca no nos tuviera atrapadas aqui. Seria mejor para todo el mundo si pudieramos abandonar esta casa.

Con cierta reluctancia, Grimya volvio la cabeza para mirar la repisa de la chimenea.

«Si», dijo. «Quiza seria mejor.» Vacilo, luego decidio que debia expresar aquello que acechaba como el olor de una tormenta aproximandose en la parte mas recondita de su mente. «Pero me temo que sea algo mas que la ventisca lo que nos retenga aqui.»

—?Que quieres decir?

«Creo que sabes lo que quiero decir. Tambien tu has estado pensandolo aunque has intentado fingir lo contrario.» Se produjo otro silencio, y al ver que Indigo no hablaba, la loba anadio: «Estudie con mas atencion el escudo mientras Veness nos contaba su historia. Hay lugares donde la superficie puede verse todavia entre la suciedad. No se de que metal esta hecho pero su color es plateado.»

Plata. Los viejos recuerdos penetraron en la mente de Indigo como serpientes; recuerdos de otras epocas, otras tierras. Un broche de estano que centelleaba como si fuera de plata a la luz de una debil hoguera. Una anciana echadora de cartas gritando en medio de la algarabia de un bullicioso mercado oriental: cartas plateadas para mi senora y su hermoso perro gris... Y una criatura corrompida de ojos plateados, inhumana, implacable, riendo entre las sombras de una torre que se derrumbaba, siguiendo sus pasos como una invisible amenaza, mirando al mundo a traves de sus propios ojos y mostrandole la horrible verdad de aquello en lo que se habia convertido. Plata: el color y la personificacion de su propia Nemesis; y una senal que no podia ignorar.

Lo habia percibido, tal y como decia Grimya; pero se habia negado a aceptarlo, esperando en contra de todo lo que le decia su instinto estar equivocada, y aplazando el momento en que deberia averiguar la verdad para bien o para mal. Podia seguir fingiendo pero ahora que Grimya habia hecho abiertamente la pregunta supo que ninguna de las dos descansaria hasta que obtuviera respuesta.

Saco la piedra-iman de la bolsa y la sostuvo encerrada en su puno unos instantes. La piedra ya no poseia el poder de intimidarla que poseyera en una ocasion; esa era una leccion que habia aprendido durante sus viajes con los Brabazon, y le habia ensenado algo sobre la autentica naturaleza de la ilusion. Pero aunque habia obtenido el poder de controlar la piedra, todavia no la dominaba por completo. Al fin abrio la mano y bajo los ojos hacia el liso guijarro.

El punto dorado de luz brillaba y danzaba como una luciernaga atrapada. Ya no indicaba en direccion norte, pero no queria permanecer inmovil. Una muda pregunta se formo en la mente de Indigo:

«?Ahora que, vieja amiga?»

Y el punto de luz se movio con un rapido y enfatico parpadeo, para detenerse en el centro exacto de la piedra.

No necesitaba ninguna otra confirmacion. El cuarto demonio estaba en esa casa.

Indigo no hablo. Se limito a guardar la piedra-iman, luego se volvio y tomo el farol. El aceite se habia terminado casi por completo y la mecha humeaba; la debil luz duraria quiza otro minuto o dos, pero no mas.

—Me voy a la cama —anuncio. Su voz carecia de expresion.

Grimya agacho la cabeza en mudo asentimiento.

—Sssi. No hay nada que pu...eda hacerrrse ahora. —Levanto los ojos pesarosa—. Lo... sssiento.

?Simpatia o una disculpa por haberla obligado a enfrentarse a la verdad? Indigo no lo sabia, y no parecia importar. Nego con la cabeza.

—No hay nada que lamentar, carino. Vayamonos a dormir, si es que podemos, y no pensemos en esto ahora.

Afuera, en el vestibulo enlosado, el ruido de la galerna se amplificaba en fantasmales ecos, gimiendo por el pasillo y haciendo que las pesadas cortinas que colgaban de las puertas para conservar el calor se agitaran y movieran inquietantes en la penumbra. Las sombras acechaban en la escalera; llegaron a su habitacion mientras la lampara llameaba con un ultimo esfuerzo y, cuando la puerta se cerro tras ellas, Indigo extinguio la mecha haciendo que el destello azul se apagara. La habitacion quedo sumida en la oscuridad mitigada solo por la linea palida y debil que se filtraba alli donde los postigos dejaban pasar el extrano fulgor del cielo cargado de nieve, Indigo avanzo a tientas hasta la cama y se deslizo bajo las sabanas sin intentar siquiera desvestirse y encontrar su camison. De repente se sintio agotada casi hasta el delirio, y lo unico que deseaba era enterrarlo todo (Veness, maldiciones familiares, demonios) en el olvido del sueno. Grimya salto sobre la cama para quedarse junto a ella. Advirtio el cuerpo calido de la loba contra su espalda, pero Grimya no dijo nada e Indigo estaba demasiado cansada para desearle siquiera buenas noches. En menos de un minuto estaba ya dormida...

Esperaba dormir profundamente hasta la manana siguiente pero faltaba aun mucho para el amanecer cuando algo la desperto. Se dio la vuelta medio despierta y preguntandose aturdida que podria haber alterado su descanso. Entonces, a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad de la habitacion, distinguio la silueta de

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