Indigo y Grimya se pusieron en camino siguiendo el linde del bosque. A pie la marcha era laboriosa, pero caminando con cuidado por entre los apinados arboles de hoja perenne, que habian evitado que la nieve se acumulara demasiado, consiguieron avanzar con cierta rapidez, y pronto dejaron de oir los ruidos del campamento y se encontraron en medio de una profunda y silenciosa quietud. No soplaba el viento, ni siquiera una ligera brisa; parecia que tras el final de la tormenta los elementos se habian quedado sin energias, al menos de momento, y el unico ruido que quebraba el

silencio era el suave siseo de sus pies sobre la nieve.

Grimya olfateo el aire, alertados sus instintos depredadores, e Indigo contemplo los dibujos moteados de luz y sombra que los rayos de sol producian al filtrarse entre los arboles, en busca del menor atisbo de movimiento que pudiera revelar la presencia de un ave o un ciervo. Cuando llegaron al claro, estaba en un principio demasiado ensimismada para observar la hilera de huellas que atravesaba el pedazo de lisa nieve virgen, y fue Grimya. quien corrio primero hacia ellas con la nariz pegada al suelo. Entonces se detuvo en seco, al tiempo que se le erizaba el pelaje del lomo y un ronco grunido brotaba de su garganta.

—?Que sucede? —Indigo avanzo con esfuerzo por la nieve para reunirse con ella, y la loba levanto la cabeza. Tenia la boca abierta y ensenaba los dientes con fiereza, llena de terror. Se aparto unos pasos mientras Indigo se agachaba para examinar mejor las huellas.

Un animal grande..., muy grande. De pie almohadillado, y con las garras totalmente retraidas... Sintio que el pulso se le aceleraba al darse cuenta de que probablemente solo podia haber una clase de bestia en el bosque capaz de dejar aquel tipo de huella, y el terror de Grimya confirmaba su suposicion sin la menor duda.

—El tigre... —Lo dijo en voz baja mientras se incorporaba y miraba hacia el lugar donde las huellas se desvanecian bajo el dosel del bosque, luego se volvio ansiosa hacia la loba—: Grimya, ?cuanto tiempo hace que fueron hechas estas pisadas?

«?Demasiado poco! ?Indigo, esto no me gusta! ?No iras a seguirlas? Por favor...»

—Todo va bien, carino. La verdad es que no creo que el tigre quiera hacernos ningun dano. Pero es como si... —Y se dio cuenta de que no podia explicarle a Grimya lo que sentia con respecto al felino. Sus ideas eran demasiado vacilantes y confusas; y la reaccion de la loba se obnubilaria por el instinto animal que la obligaba a temer al tigre en contra de cualquier razonamiento.

Sin embargo no podia dejarlo asi. El tigre podria estar cerca: podria incluso estar observandolas en aquel mismo instante, aunque lo dudo, ya que Grimya habria detectado su presencia si hubiera estado cerca. Deseaba encontrarlo; a pesar de que no podia explicarse aquel impulso ni siquiera a si misma, necesitaba encontrarlo.

Se volvio de nuevo hacia la loba.

Grimya, quiero seguir estas huellas.

«No...»

—Escuchame, carino. No puedo explicarte con claridad lo que esto significa, pero de la misma forma que tu instinto te dice que huyas del tigre, el mio me dice que vaya en su busca. Es importante.

«?Por que?», inquirio Grimya. pesarosa.

—No lo se. Pero tengo la sensacion de que en alguna parte existe un vinculo entre el felino y nosotras. Cuando lo encontramos, nos ayudo, ?recuerdas? Alejo a Corv y a los otros en un momento en que podrian haber intentado matarnos.

«Lo se. Pero...»

—No creo que tengamos ningun motivo para temer al tigre de las nieves, Grimya. Me parece que es nuestro amigo. Y quiero volver a encontrarlo.

Grimya lanzo un ganido lastimero. No lo comprendia, no podia y, aunque a Indigo le conmoviera su terror, le era imposible de todas formas dejar escapar aquella inesperada oportunidad.

—No tienes por que venir conmigo —siguio diciendo con afecto, con dulzura—. Regresa al

campamento y esperame alli. No tardare.

N... no. —En su angustia la voz de la loba apenas si podia distinguirse de un grunido lastimero—. ?No puedo! ?Ten... tengo que quedarme con...tigo!

—No estoy en peligro, —Indigo se agacho otra vez y tomo la cabeza de Grimya entre sus manos, acariciando las sedosas orejas—. Por favor, querida. No te inquietes... Regresa al campamento.

Grimya empezo a protestar de nuevo, muy confundida entre su lealtad y temor por la seguridad de Indigo, y el terror que le impelia a desear salir corriendo en busca de la seguridad de la cabana de piedra y de los lenadores. Pero antes de que las palabras pudieran formarse en su garganta, su hocico se ensancho de repente involuntariamente al llegarle un nuevo y fuerte olor.

Se quedo rigida. Sus ojos se clavaron en un punto situado mas alla, detras de Indigo, y sus pensamientos se convirtieron en un aterrorizado caos.

Indigo se volvio en redondo. A tres metros de distancia, enmarcados por los arboles y el revoltijo de matorrales cubiertos de nieve, unos ojos serenos y dorados la contemplaban desde un rostro inmovil cubierto de un pelaje color crema.

«Grimya...»

Estupefacta pero a la vez luchando por mantener la calma, intento transmitir tranquilidad a la loba; pero el intento llego demasiado tarde. Grimya perdio los nervios y, con un ganido, giro sobre sus patas y salio corriendo, las orejas pegadas a la cabeza. Atraveso el claro como una exhalacion y se perdio entre los arboles, en direccion al campamento. Contagiada por su terror, una parte de la mente de Indigo le aullo que la siguiera, que huyera, que saliera corriendo; pero otra parte de ella, mas fuerte, la insto a mantenerse firme y aguardar. Por encima de todo, aguardar.

El tigre no se habia movido. Ahora podia verlo con mas claridad, a pesar de que su camuflaje entre el juego de sombra y luz del bosque era soberbio. Agitaba la cola y su aliento se condensaba en el aire frio en forma de vapor, pero aparte de estas pequenas senales de vida se lo habria podido tomar por una estatua. Entonces, sin advertencia previa, percibio que algo penetraba en su mente: una calida energia animal, aquella misma sensacion de inteligencia preternatural que ya habia experimentado en una ocasion, pero esta vez de forma mas acentuada, como si el enorme felino intentara comunicarse con ella, Indigo se esforzo por aminorar su rapida respiracion, intento adaptar su mente a las curiosas e inquietantes sensaciones que se agolpaban en ella. Pero no sabia como hacerlo; sus poderes telepaticos eran demasiado limitados y la conciencia del tigre demasiado distinta. No podia comprender.

De pronto el tigre alzo la cabeza con un movimiento brusco, al tiempo que echaba las orejas hacia atras, y el tenue lazo de union entre ellos se rompio. Sorprendida, Indigo se tambaleo, dando un traspie para recuperar el equilibrio y, mientras lo hacia, el tigre se dio la vuelta con ondulante elegancia y se alejo entre los arboles.

—?No! —Sus brazos se agitaron en el aire e hizo intencion de avanzar—. ?No, espera! ?Por favor!

El animal hizo caso omiso. La vegetacion se agito, y las sombras se tragaron la rayada figura. Desesperada, Indigo empezo a avanzar pesadamente por la nieve, intentando correr. ?No podia dejar que se fuera, ahora, despues de eso! Habia querido comunicarse con ella; no podia dejar que se le escapara de nuevo...

—?Espera! —Un monton de nieve que los ecos de su grito habian perturbado resbalo de una rama al lanzarse al interior del bosque y le cayo encima empapandola de gelida humedad—. ?Regresa!

?Por favor, regresa! —El sentido comun le dijo que el felino no la entenderia, pero siguio suplicando, persiguiendolo tambaleante mientras este la dejaba atras sin hacer el menor ruido.

Habia otro claro mas adelante. Por un instante la figura del tigre aparecio con toda nitidez ante ella, iluminada por la luz del sol que se filtraba entre las copas de los arboles, Indigo aspiro con fuerza al distinguir otra figura que se escabullia en medio de los arboles al otro lado para ir a reunirse con el animal. Solo percibio una brevisima impresion, pero fue suficiente para fijar la imagen de forma indeleble en su mente. Una figura humana, envuelta en cuero y pieles. Escucho un sonido, un ronroneo gutural, el saludo de un tigre. Luego, en su precipitacion, fue a dar contra una rama baja y, cuando consiguio apartarla y quitarse la nieve del rostro, ambos seres habian desaparecido.

Indigo penetro en el claro y se detuvo, mirando freneticamente a su alrededor. Los arboles y los matorrales

Вы читаете Troika
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату