estaban inmoviles; el bosque totalmente en silencio. Igual que si fueran fantasmas, el tigre de las nieves y su misterioso acompanante se habian desvanecido.
Como fantasmas..., pero el tigre era real. Era de carne y hueso, estaba vivo, respiraba, poseia conciencia. No lo habia sonado ni imaginado. Habia ido hasta ella y habia intentado comunicarse, y al verla incapaz de comprender, dio media vuelta y se metio otra vez en el bosque. Pero ?por que no espero? ?Por que no lo intento otra vez?
Privada de una respuesta que tuviera algun sentido, Indigo apreto los nudillos contra los ojos y sacudio la cabeza con fiereza. Un tigre de las nieves, que tenia un companero humano; que la buscaba, pero que sin embargo temia o no queria quedarse cerca mas que algunos instantes. No tenia
El trino de un ave a lo lejos le hizo dar un brinco, y se pregunto con un atisbo de esperanza si no se deberia al paso denigre. Pero no se oyo ningun otro ruido y, finalmente, Indigo tuvo que admitir que seguir alli no servia de nada. Pobre
Se dio la vuelta de mala gana y se dispuso a abandonar el claro, deteniendose a cada paso toda vez que su enfebrecida imaginacion creia captar algun leve sonido que pudiera haber sido causado por la presencia del tigre. Pero no habia nada. Ni siquiera el vaho de una respiracion o el eco de un ronroneo. Y por fin, obligandose a aceptar que no encontraria mas rastros de la criatura, Indigo se volvio, sombria, en direccion al campamento, y abandono el claro al silencio y la soledad.
CAPITULO 7
—?Lo viste? —Los ojos de Veness estaban llenos de asombro.
Indigo asintio, extendiendo el brazo para acariciar la cabeza de
—Estaba a tres metros de mi, no mas.
Y en silencio anadio para
—Bendita sea la tierra. —Veness se dio la vuelta, avanzo unos pasos, luego se detuvo. Estaba muy alterado, pero Indigo estaba demasiado ensimismada en sus esfuerzos por calmar a
—?Que? —Indigo levanto los ojos bruscamente.
—Tenias la ballesta... ?Intentaste disparar contra el tigre?
—?No! —Estaba anonadada—. ?Claro que no! ?No podia matar a una criatura tan hermosa! Ademas —anadio con una sombra de rencor—, tengo una deuda con el.
Veness enrojecio.
—Si..., si; claro. —Luego suspiro y meneo la cabeza—. Lo siento, Indigo. Tienes razon. No tenemos ningun motivo para hacer dano al tigre de las nieves. Aunque lo tuvieramos, no se si un arma corriente podria lograrlo.
—?Que quieres decir? —El enigmatico comentario desperto su atencion en otro sentido, y advirtio un agudo e incomodo estremecimiento.
—Oh, nada. —Era evidente que Veness lamentaba su indiscrecion—. No me prestes atencion. Solo era una especulacion ociosa.
No le estaba diciendo la verdad. Habia mas en todo aquello; sus ojos lo traicionaban. Y de repente a Indigo le dio la impresion de que unos cuantos hilos inconexos empezaban a unirse.
—Veness, dime a que te refieres —lo apremio—. Algo se esta tramando..., los dos lo sabemos, asi que de nada sirve fingir lo contrario. Tienes miedo del tigre. Lo veo en tu rostro, y es algo mas que un temor racional. Por favor, dime por que.
No tenia ningun derecho a interrogarlo, lo sabia, y supuso que el se la sacaria de encima con algun comentario desagradable. Pero no lo hizo. En lugar de ello, dudo durante un largo y tenso momento para luego decir:
—Muy bien. Si quieres saberlo, te lo contare. O mas bien, te lo mostrare. —Giro sobre sus talones y grito a un grupo de lenadores que aguardaban a poca distancia, observando su conversacion—. ?Es hora de que regresemos! ?Empecemos a cargar esos troncos!
Indigo lo miro mientras se alejaba para desenjaezar los caballos de la troika y conducirlos hasta la pila de material situada detras de la cabana. Lo hubiera seguido, pero
—
La loba permanecio en silencio un rato. Su mente no podia estar mas agitada, pero al fin dijo:
Indigo se incorporo al tiempo que le dedicaba una sonrisa, luego anadio en voz alta:
—Vamos. Lo mejor sera que vaya a ayudar con la carga. Cuanto antes este terminada, antes nos pondremos en camino.
Poco tiempo despues se despedian de los lenadores. Aunque Veness se unio a los alegres comentarios de despedida, a Indigo no le paso por alto que su ligereza era una mascara que ocultaba una tension soterrada. Cuando dejaron atras el campamento se quedo callado, con los ojos grises entrecerrados y pensativos mientras se concentraba en controlar a los caballos y el cargado trineo.
Llegaron al pie de la larga cuesta que conducia al bosque, Indigo se dio cuenta de que Veness no pensaba regresar a la granja. En lugar de conducir los caballos hacia la casa, los hizo girar en direccion sur. A pesar de correr paralelos al linde del bosque, los arboles quedaban ocultos por detras de la loma nevada, Indigo miro a su alrededor mientras intentaba, sin conseguirlo, encontrar una senal que pudiera indicarle donde se encontraban.
Llevaban viajando unos diez minutos cuando Veness hablo por fin:
—Sabes que hubiera podido matarte, ?verdad?
La muchacha volvio la cabeza y lo miro. Su expresion resultaba inexcrutable; su mirada siguio fija al frente, contemplando los balanceantes lomos de los caballos.
—Si —respondio Indigo—. Pero no creo que yo corriera ningun tipo de peligro.
Veness torcio la boca hacia un lado. Lo mismo podria ser una mueca cinica que un gesto reacio de asentimiento, no estaba segura.