cabeza, insegura de si misma aun pero llena de simpatia por el, deseosa de aliviar la tension.

—Con mucho gusto —respondio.

—Estupendo. Voy a sacar la troika para ir al bosque despues del desayuno. Hay un grupo de lenadores trabajando en un campamento y quiero comprobar que no han tenido problemas durante la tormenta y llevarles mas provisiones. Ven conmigo, te ensenare a conducir la troika a cambio de que me ensenes como manejar el arco.

Grimya irguio las orejas y dijo en silencio:

«?Eso me encantaria! Habra mejor caza en el bosque.»

Indigo dudo, pero solo un momento. Habia estado aguardando una oportunidad de compensar a Veness, no deseaba que pensara mal de ella: al contrario, deseaba su aprobacion y amistad aunque aparto rapidamente la idea de su mente antes de que la obligara a cuestionarse los motivos. Ademas, quizas el bosque guardara la clave del enigma del tigre de las nieves. Aunque fuera ilogico, Indigo estaba convencida de que la aparicion del enorme felino —primero para ayudarla cuando se vio amenazada por el borracho Corv y los otros, luego para lanzar su desafiante rugido durante la segunda noche de su estancia en la granja— era significativa en alguna forma. No sabia si tenia algo que ver con su mision: pero cualquiera que fuese la verdad, queria averiguar mas.

—Si; me gustaria —dijo a Veness—, gracias.

El se echo a reir.

—?No me des las gracias tan deprisa! ?Para cuando hayamos terminado de cargar todo ese peso muerto de provisiones y lo hayamos descargado alli para reemplazarlo con unos cuantos cientos de troncos, puede que te hayas arrepentido de haber aceptado ir!

Por primera vez Indigo se relajo lo suficiente para sonreirle.

—Me arriesgare —declaro.

El sol era una bola roja en el horizonte, que arrojaba largas y debiles sombras sobre la nieve, cuando la cargada troika salia del patio de la granja con siseo de patines y tintineo de las campanillas de los arneses. Indigo iba sentada junto a Veness en el asiento del conductor, Grimya se instalo en el hueco que quedaba a sus pies, golpeando excitada la cola contra las piernas de Indigo. Atravesaron el arco de piedra y emergieron a un mundo de deslumbrante blancura bajo un cielo que se volvia cada vez de un azul mas intenso a medida que el sol describia su reducido arco. La luz que se reflejaba sobre la nieve era cegadora, Indigo y Veness se echaron sobre los ojos los extremos de sus capuchas de piel para protegerlos, y sujetaron con mas fuerza las orejeras alrededor de las mejillas. El frio era intenso y a la vez estimulante, Indigo se sujeto con fuerza a la barra de madera que tenia delante cuando dejaron atras la casa y los establos, y la troika empezo a adquirir velocidad. Los tres caballos que tiraban de la troika (dos bayos y un tordo) estaban acostumbrados a las adversidades climaticas y se movian con seguridad sobre la nieve helada; tan llenos de energia reprimida y ansiosos por estar al aire libre como Grimya despues de tres dias de encierro, se lanzaron a temible velocidad en direccion sudoeste. Los peludos cascos eran una mancha borrosa, las crines y las colas ondeaban al viento como estandartes deshilachados. Tras ellos dejaban una estela blanca de nieve arremolinada que levantaban los patines. Veness le grito por encima del ruido y el campanilleo:

—?Dejaremos que los caballos se desahoguen un poco, luego puedes tomar las riendas y veremos que tal te desenvuelves!

Ella asintio con la cabeza y luego dijo:

—?No creia que pudieran correr tan deprisa sobre la nieve!

—?Seria otra historia si la nieve no estuviera helada y dura! Si estuviera mas blanda, tendriamos que recurrir a los perros..., y en cuanto se inicie el deshielo sera imposible ir a ningun sitio. —Volvio la cabeza y le dedico una sonrisa—. ?Asi que lo mejor sera que aprovechemos mientras dure!

Indigo asintio de nuevo, y devolvio su atencion al paisaje que los rodeaba y a la excitacion que le producia esta nueva experiencia. El viento le azotaba el rostro y cantaba en sus oidos con un zumbido lastimero que se entremezclaba con la musica de las campanillas de los arreos, y el paseo resultaba muy agradable a pesar de lo accidentado del terreno. Era casi como navegar, penso, como navegar en un bote pequeno pero veloz con la marea a favor y viento de popa. Casi tenia la impresion de que si miraba hacia adelante no veria los traqueteantes lomos y erguidas orejas de los tres caballos sino una vela hinchada y agitada. Bajo los ojos hacia Grimya y vio que la loba tenia el hocico levantado en direccion al aire que golpeaba y echaba atras su moteado pelaje.

«?Feliz?», inquirio en silencio.

«?Si! ?Soy muy feliz!», respondio la loba con la lengua afuera.

Llegaron al campamento de los lenadores en poco mas de una hora, Indigo habia tomado las riendas de la troika durante un rato para ver si podia conducirla. Manejar tres caballos enormes enjaezados en hilera era muy diferente de montar uno solo. Se sentia lejana y fuera de control, y en varias ocasiones el trineo se balanceo de manera alarmante cuando los caballos, poco seguros de sus instrucciones, perdian el paso. Pero no se produjo ningun accidente y, a pesar de que ella considero que se debia mas al sentido comun de los caballos que a sus propios esfuerzos, Veness insistio en que poseia una aptitud natural, y predijo que no tardaria mucho en poder manejar ella sola el tiro.

Llevaban veinte minutos corriendo en paralelo al bosque que se encontraba ahora a menos de un kilometro en direccion oeste; y Veness, que volvia a tener el control de la troika, lanzo un agudo silbido a los caballos y tiro de las riendas. El trineo viro hacia la derecha y, al tiempo que el terreno se volvia mas empinado y su velocidad disminuia, Indigo vio un hilillo de humo azul que se elevaba entre los arboles. Se acercaron mas y distinguio la masa de una cabana de piedra alli donde se habia talado un bosquecillo de coniferas. Habia varias cabanas de madera alrededor de la de piedra y, desperdigados algo mas alla, los desperdicios habituales que indicaban la presencia de seres humanos. Se veian figuras en movimiento; alguien descubrio la troika y un grito atraveso debilmente el terreno helado hasta ellos. Al cabo de dos minutos se detenian en el campamento levantando una gran cortina de nieve.

Habia diez lenadores en el campamento. La cabana de piedra, como Veness le explico durante el trayecto, habia sido su hogar temporal desde hacia ya mas de un mes, mientras llevaban a cabo la acostumbrada limpieza otonal del bosque, retiraban arboles muertos o enfermos, plantaban nuevos, limpiaban las zonas de matorrales y, algo de vital importancia, cortaban la lena que alimentaria los fuegos de los hogares de todas las propiedades de los Bray mientras durara el frio. El inesperado inicio del invierno habia convertido su tarea en una labor apremiante; ahora trabajaban contra reloj para completar la tala antes de que nuevas ventiscas los obligaran a suspender el trabajo.

Los lenadores eran hombres fuertes y resistentes, de aspecto tosco y modales burdos, sin el menor vestigio de delicadeza. La aparicion de Indigo en medio de ellos propicio gritos de aprobacion, acompanados por buen numero de observaciones y gestos obscenos, pero los comentarios eran totalmente inofensivos —destinados segun su codigo, tal y como comprendio la muchacha, a ser tomados por cumplidos— y la alegria y buen humor de los hombres pronto acabo con su suspicacia inicial. Se le prodigaron infinidad de mimos a Grimya, y dos de los hombres encontraron en sus menguadas provisiones restos de carne que, aunque resecos y un poco rancios, la loba comio para complacerlos.

No tuvieron dificultad en encontrar manos dispuestas a descargar el trineo, y, una vez que las provisiones quedaron bien almacenadas en la cabana, el jefe de los lenadores sugirio que a lo mejor Veness querria dar un paseo por el bosque con el para inspeccionar la ultima zona despejada.

—?Quieres venir con nosotros? —pregunto Veness a Indigo.

La muchacha nego con la cabeza, y palmeo la ballesta y el carcaj que ahora llevaba colgados del hombro.

—Pensaba que a lo mejor podria llevarme a Grimya y ver que clase de caza puedo encontrar — dijo. Se callo, dirigiendo una rapida mirada al grupo de lenadores—. Es decir si...

Veness comprendio.

—No te preocupes, no volvera a repetirse lo sucedido con Corv. Para empezar, estan todos sobrios; por lo que he podido averiguar no han tenido mucha eleccion, se quedaron sin licor durante la ventisca. Se correran una gran juerga esta noche con los nuevos suministros, pero ahora no te molestaran.

—Gracias. Espero que no pensaras...

—No, no, no te culpo por ser prudente. Nos veremos mas tarde. —Extendio la mano como si fuera a tocarle el brazo, luego parecio pensarlo mejor—. ?Buena caza!

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