que el resto. Eso queria decir que tenia que desconfiar de todos... Incluso, comprendio al tiempo que sentia un nudo helado en la boca del estomago, Veness.

No, arguyo con vehemencia una parte de su ser, Veness, no. Es imposible. Pero sabia que no lo era. Y de forma irrefutable, Veness era el que mas saldria ganando si algo le sucedia al conde Bray; por ser el hijo mayor heredaria el titulo y las propiedades de su padre.

Aparto la idea, considerandola odiosa, odiandose a si misma por suponer tal cosa. La respuesta debia estar en otra parte. Livian, quiza: era la esposa del difunto hermano del conde, y ?quien podia decir que no hubiera algun antiguo resentimiento entre ellos? O Reif, aunque no se le ocurria que podia ganar con la muerte de su padre, a menos que Veness muriera tambien. O Kinter y Carlaze, incluso Rimmi, ?celosa de la nueva esposa de su tio que habia usurpado el puesto de senora de la casa ocupado anteriormente por su madre? Incluso Brws...

Indigo se dio cuenta de repente de que aquella linea de pensamiento no la conduciria a ninguna parte. Podia dar vueltas y mas vueltas a los motivos para sospechar de una u otra persona hasta que la cabeza le diera vueltas tambien, pero no estaria mas cerca de la solucion. La clave del misterio, penso llena de frustracion, la autentica clave, estaba en la identidad de la mujer con la que se habia encontrado en la nieve esa noche. Si podia averiguar quien era, quiza los ovillos empezaran a desenredarse. Pero ?como conseguirlo? Los Bray quiza la conocieran o, al menos, supieran algo de ella; pero no se atrevia a preguntarles. Las preguntas mas indirectas y aparentemente casuales podian despertar sospechas y no podia correr ese riesgo. La unica pista que tenia era aquel breve momento en que habia podido entrever los ojos de la mujer, de un azul vivo e inusual. Y eso no era suficiente.

Mientras se acercaban a la granja, Indigo se obligo a dejar de lado aquel revoltijo de preguntas sin respuesta. Grimya y ella estaban cansadas, heladas y ahora mojadas tras la reciente nevada; podian volver a empezar la busqueda de respuestas cuando hubieran descansado y sus cabezas estuvieran mas despejadas por la manana. Se sintio aliviada cuando por fin cruzaron el arco y penetraron en el patio silencioso y desierto... Y entonces, cuando se encaminaban hacia la puerta principal, Grimya se detuvo bruscamente.

«?Indigo!», exclamo a modo de advertencia. «?Hay una luz!»

Indigo levanto la cabeza y vio, llena de contrariedad, el tremulo y vacilante resplandor de una vela o un farol en una de las ventanas del piso superior. Mientras observaba, la luz se movio y perdio intensidad, para luego volver a brillar con mas fuerza, moviendose en direccion al centro de la casa.

—?Madre Todopoderosa! —susurro en voz baja—. Hay alguien despierto. ?Rapido, Grimya! —Y echo a correr, sin importarle el resbaladizo suelo que pisaba. Quienquiera que llevara aquella luz avanzaba en direccion a la escalera: tenian que penetrar en la casa, atrancar la puerta y escapar por el vestibulo antes de que las vieran.

Al llegar a la puerta, Indigo levanto el picaporte y empujo con suavidad, rezando para que las bisagras no chirriaran y traicionaran su presencia. La puerta se abrio sin hacer el menor ruido. Con una ferviente y silenciosa oracion de agradecimiento se deslizo por la abertura, con Grimya tras ella, y se dio la vuelta para colocar la barra y cerrar los cerrojos otra vez.

En su precipitacion y el impetu de su sensacion de alivio, se olvido de que al cerrojo le faltaba aceite. Al cerrarlo chirrio con tanta fuerza y claridad como si se tratara de un guardian elemental dispuesto a atraparla. El corazon le dio un vuelco, provocandole vertigo. Cerro los ojos y apreto los dientes para mascullar un juramento atroz... Entonces escucho el rapido ruido de pisadas y la luz de una lampara se desparramo desde la parte superior de la escalera a su espalda.

—?Indigo!

«No», penso llena de desesperacion. «No Veness. ?Por favor, Veness no!»

Este bajo las escaleras a toda velocidad. Con un esfuerzo sobrehumano Indigo consiguio volverse y enfrentarse a el. Iba vestido con una amplia tunica de lana; sus pies estaban descalzos, y su rostro, convertido en un extravagante relieve de luz y sombra por la caja del farol, tenia aspecto macilento y asustado.

—?Indigo! Gran Madre de la Tierra, ?estas bien?

El panico contenido de su voz, la terrible preocupacion alli donde ella habia esperado colera o algo parecido, la dejo anonadada.

—Ssssi —repuso—. Claro...

—?Que sucedio? —Habia llegado ya al pie de las escaleras y dejo el farol sobre una mesa antes de cruzar el vestibulo en cuatro zancadas para sujetarla por los brazos—. ?Estas empapada! Indigo, ?donde has estado? Pensaba... ?Que la Diosa se apiade de mi, no se lo que pensaba! —Tocaba sus cabellos, su rostro, clavaba sus ojos en los de ella en un intento por interpretar lo que veia en ellos—. ?Por poco me vuelvo loco de preocupacion! ?Que te ha sucedido?

—?No me ha sucedido nada, Veness!

Y en silencio, con desesperacion, penso:

«Grimya, ?que debo decirle?»

Grimya no contesto, y, privada de ayuda, Indigo intento rechazar a Veness pasando a la ofensiva.

—?Como sabias que yo no estaba? —exigio.

—Fui a tu habitacion. Pense... Oh, maldita sea, no importa lo que pense. Pero cuando descubri que no estabas alli, me... —Se detuvo. Ambas manos estaban enredadas en sus cabellos humedos, sosteniendo su rostro, y de pronto dijo angustiado—: Pense que me habias abandonado.

Se produjo un profundo silencio. Por fin Indigo alzo sus propias manos y, con mucha suavidad, sujeto Tas munecas de Veness y le aparto los dedos de su rostro. Cuando lo oyo hablar vio algo en sus ojos grises que la habia trastornado en lo mas intimo y no deseaba reconocerlo. Tenia que retroceder, volver a poner distancia entre ellos.

—Lo siento —dijo con calma, y con toda deliberacion dio un paso atras de modo que el se vio obligado a soltarla por completo—. No era mi intencion causarte ningun sobresalto, Veness. Y no hay necesidad de preocuparse. Grimya y yo solo hemos salido un ratito.

Sabia que el no se daria por satisfecho; pero le dio un momento para serenarse y decidir cuanto, o hasta donde, podia contarle sin peligro.

—?Que quieres decir? —Los ojos de el escudrinaron su rostro otra vez, preocupados, ansiosos.

—A las dos nos desperto un ruido que venia del exterior —le conto Indigo. Parte de la verdad, decidio, seria mejor que una mentira completa—. Pensamos que se trataba del tigre.

—?El tigre?

—Si; de modo que salimos a investigar. Pero no encontramos nada. —Forzo una sonrisa—. Cuando salimos de la casa ya se habia ido... o nunca estuvo ahi.

—?Me estas diciendo que saliste, sabiendo que esa criatura podia estar ahi? Indefensa...

—Indefensa, no. Cogi mi ballesta.

Veness se quedo mirandola asombrado y, por un momento, incapaz de expresar nada de lo que sentia. De repente, la tension, la fuerza de sus emociones pudieron mas que el y avanzo hacia ella, tomandola entre sus brazos antes de que pudiera siquiera pensar en evitarlo, apretandola con fuerza contra el.

—Indigo, Indigo..., ?no te diste cuenta del peligro al que te exponias? ?No sabes lo que podria haberte sucedido si esa criatura hubiera estado aguardando ahi afuera? ?Dulce Diosa, tienes que prometerme que jamas volveras a hacer nada semejante!

El cuerpo de Indigo estaba apretado con fuerza, contra el de el. Su primer instinto fue rechazarlo, pero un segundo instinto, que aparecio casi de inmediato, se lo impidio. Sentia el corazon del joven golpeando contra sus costillas, creando una vibracion paralela a traves de su propio cuerpo, y sintio que sus defensas se derrumbaban aturdidas. No queria apartarse de el, de repente se habia convenido en un ancla en medio de un mar de incertidumbre, y su presencia, su calor, su realidad fisica, eran cadenas a las que necesitaba aferrarse. Queria confiar en el, queria creer en el; pero al mismo tiempo reconocia el peligro de aquel deseo, y, forcejeando, su mente se esforzo desesperadamente para establecer contacto con Grimya, para, volver a la realidad.

«Grimya...»

Pero la loba no estaba alli, Indigo no sabia cuando se habia escabullido ni adonde habia ido; pero no habia

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