tiempo, se haria pedazos o se desvaneceria sin mas en un miasma de culpa y verguenza; no queria pensarlo. Y ella..., ella no lo amaba. Durante la noche, con los brazos alrededor de ella y el cuerpo ardiente y amoroso contra el suyo, sintio que el amor se despertaba en su alma como una llamarada; en el extasis de verse liberada correspondio a su pasion, y cuando el se durmio le acaricio el rostro y le enredo los dedos entre sus negros cabellos. Entre el dolor y el amor que sentia por el, se sumio en inquieto sopor.
Y se oyo musitar, dirigiendose a uno y otro amante:
—Fenran...
Se dio la vuelta y permanecio tumbada de espaldas, contemplando el techo con ojos inexpresivos. Toda la culpa y el horror de la traicion estaban alli, pero los reprimia violentamente, los mantenia a raya porque no era capaz de enfrentarlos. Sin embargo, una pregunta se retorcia y debatia en su mente, sin dejarse alejar. Fenran: Veness. Habia creido saber lo que hacia. Habia creido que su cerebro y emociones estaban bajo control, y que no se enganaba a si misma intentando alcanzar a Fenran a traves de Veness. Solo mas tarde, cuando ya no podia volver atras, cuando el dolor, el ansia y la desesperada necesidad de liberarse de su cascaron y aceptar el amor que se le ofrecia se vieron saciados, se dio cuenta de su tremendo error. Y entonces, ya era demasiado tarde.
Ademas estaba Veness. ?Que esperaria ahora de ella? Se habia entregado a el, y, si analizaba fria e implacablemente sus motivos, se daba cuenta de que lo habia utilizado. Para satisfacer su propia necesidad, para poder escapar de la soledad, de la incertidumbre, habia dejado que una ilusion ocupara el lugar de la realidad, y tomado lo que el le ofrecia sin pensar en las implicaciones. Habia traicionado a Veness tanto como a Fenran. Y en lo mas profundo, como un rio envenenado, se agitaba el mar de fondo de lo averiguado la noche anterior en medio del campo nevado. El traidor dentro de la familia. Aquel que les deseaba el mal, el intrigante cuya identidad desconocia. Si la advertencia de la mujer era cierta, era posible que aquella noche se hubiera convertido en la amante del hombre destinado a convertirse en su enemigo.
Indigo cerro los ojos un instante invadida por una oleada de desolacion. Deseo poder volver a dormir, y despertar en otra manana en la cual pudiera descubrir que lo ocurrido no habia sido mas que un sueno. Durante un momento precioso y breve fue feliz en los brazos de Veness; pero la luz del dia y la logica le demostraban lo que en realidad era esa felicidad: una ilusion pasajera, sin lugar en el mundo real. De forma espontanea le vino a la memoria la estrofa de una vieja cancion aprendida de nina, y la canto en voz baja para si misma.
Indigo esbozo una sonrisa dolorida en la penumbra de la habitacion. Una sencilla rima infantil que, sin embargo, daba cruelmente de lleno en el nudo de sus cavilaciones. Ella no era un ave desamparada; pero tenia las alas tan cortadas como el reyezuelo atrapado por las nieves invernales. No podia emprender el vuelo y dejar atras su tormento: debia permanecer en El Reducto, bajo ese techo, hasta que encontrara y destruyera a la criatura diabolica con la que habia ido a enfrentarse. Y de alguna forma, de alguna forma debia aprender a vivir consigo misma.
Era ya pleno dia, y haces de luz empezaban a insinuarse hacia el interior de la habitacion entre las rendijas de los postigos. No podia permanecer alli indefinidamente, penso Indigo. Abajo se oian ruidos de actividad; la familia estaba en pie y en movimiento. Temia encontrarse con todos ellos; tenia el convencimiento de que su culpable confusion (y lo que se ocultaba tras ella) debia reflejarse con toda claridad en su rostro como si estuviera grabado a fuego en la frente. Pero tenia que superar su cobardia y, cuanto antes se enfrentara con ellos, mejor.
Despacio, de mala gana, se deslizo fuera de la cama. Le dolia el cuerpo, un dolor que le recordo la pasion experimentada aquella noche. Por un momento creyo no ser la misma: el torso desconocido, los miembros extranos, faltos de coordinacion. Intento expulsar de si aquella sensacion, no queria demorarse en los recuerdos y busco a tientas en la penumbra pedernal y yesca.
La habitacion estaba helada. Le parecio curiosamente vacia cuando la luz de la lampara la ilumino; como si alguna otra persona debiera de haber estado alli con ella, y su ausencia hubiera dejado un hueco imposible de llenar.
Indigo se estremecio, reprimio aquella ilusion, y empezo a vestirse.
Estaban todos en la cocina y, aunque su saludo parecio totalmente normal, Indigo tuvo el presentimiento certero y terrible de que, de alguna manera, lo sabian. La sonrisa calida de Livian parecia ocultar una nueva cualidad de tolerante regocijo. La mueca de Carlaze tenia un leve dejo de complicidad; incluso el entrecejo fruncido de Reif parecia demostrar, penso, mas suspicacia que de costumbre. Y Veness... se puso en pie para saludarla, y en su mirada habia tanto orgullo y satisfaccion que le fue imposible encontrarse con sus ojos y tuvo que desviar la mirada.
Y
—
Indigo intento entrar en contacto con la mente de la loba.
—Lo mejor sera que vaya en su busca —dijo incomoda.
—Tonterias. Estara encantada durante un rato. Probablemente haya ido de caza. —Carlaze echo hacia atras la silla situada junto a Veness y condujo a Indigo con firmeza hacia ella—. Sientate y toma tu desayuno.
Indigo se sento; no deseaba empeorar las cosas discutiendo. Cruzo con fuerza las manos sobre la mesa. Veness extendio las suyas y las coloco sobre las de ella, apretandoselas con suavidad, dandole animo. Aunque no se trataba de un gesto descarado, el joven no ocultaba que se habia producido un cambio en su relacion, Indigo lo maldijo en silencio abrumada de tristeza por hacerlo, pero luego volvio las maldiciones contra si misma. ?Como podia culparlo? Estaba enamorado, y queria mostrarle su amor, sin importar quien pudiera verlo ni lo que los demas pudieran pensar. Tendria que haberse sentido satisfecha, tranquilizada, confortada, como cualquier mujer normal. Pero lo unico que sentia era un nudo de desesperacion que poco a poco se iba tensando en su interior.
No queria comer, pero se obligo a tomar algun bocado, mientras intentaba representar el papel que Veness esperaba de ella y fingir que tambien era feliz. Una farsa muy dificil de mantener, sobre todo porque la satisfaccion de Veness era tan visible que resultaba dolorosa. Pero no podia agravar su traicion rechazandolo; no alli, no ahora. Ya llegaria el momento en que se veria obligada a decirle la verdad, mas ese momento tendria lugar en la intimidad y lo escogeria con mucho cuidado.
Por fin, tras lo que a Indigo le parecio un suplicio interminable, el desayuno se dio por terminado y cada uno dedico su atencion a las tareas que les tenia reservadas el dia. Los hombres salieron al patio, donde la nieve recien caida empezaba a helarse bajo la fuerte luz del sol. Livian desaparecio en el sotano para comprobar las reservas de comida, Indigo, ansiosa por encontrar a
—Indigo. —Le cogio las manos. Sus dedos estaban calientes; sus ojos, cuando la miro, aun mas calidos. El recuerdo de lo sucedido durante la noche broto nuevamente e Indigo sintio que sus defensas se desmoronaban.
—?Oh, Veness! No... no se que puedo decirte. Siento...
—Chisst. —Le puso un dedo sobre los labios, acallandola—. No es necesario decir nada, ahora
no.
Indigo vacilo, luego decidio que no debia dejar que la dominara la cobardia. No podia dejar que el malentendido continuara.
—Tengo que decirlo, Veness —protesto pesarosa—. Tengo que ser honrada contigo, porque no quiero que pienses que...
—?Que me quieres, como yo te quiero a ti? No, no creo eso.