mas que un vacio, una ausencia, alli donde existiera el contacto familiar de su mente. Sola con Veness se sintio muy vulnerable.

—Lo lamento. —Su voz sonaba ahogada y confusa—. No queria causarte preocupacion. Si lo hubiera sabido... —Sacudio la cabeza sin saber que otra cosa decir.

—Demos gracias a la Madre de que nada malo haya sucedido esta vez. Pero Indigo, estaba tan asustado... Si algo te sucediera, ?me destrozaria!

—Por favor, Veness. —No se atrevio a encontrarse con sus ojos y clavo la mirada en el suelo—. No era mi intencion causarte inquietud; jamas se me hubiera ocurrido preocuparte. Pero tal y como has dicho, no ha sucedido nada malo. —Esta vez si encontro el valor para apartarse de el—. Creo que los dos deberiamos regresar a nuestras habitaciones. Estoy cansada..., me gustaria mucho dormir.

Despacio, de mala gana, las manos de Veness la soltaron. No dijo nada, pero cuando ella se dio la vuelta y empezo a dirigirse hacia las escaleras el la siguio, tomando el farol y manteniendolo en alto para iluminar el camino. Subieron en silencio. Cuando llegaron al rellano y Veness se volvio para alumbrarla hasta su habitacion, Indigo no protesto, y siguio sin hablar. Su mente era un volcan: no podia pensar de forma racional; no podia conciliar los sentimientos de duda, sospecha, temor... y las emociones que volvian a alzarse en su interior, deformando y confundiendo su sentido de las proporciones. Llegaron hasta su puerta y ella se detuvo. Deseaba decir algo, pero parecia no haber nada que pudiera decir capaz de apartar a Veness o por el contrario de ofrecerle el incentivo que no deseaba darle.

?Que no deseaba dar?, puso en duda una vocecita interior, Indigo la ignoro y abrio la puerta. Su habitacion estaba a oscuras y contuvo un escalofrio al cruzar el umbral y apartarse de la luz del farol. Veness no la siguio; permanecio en la puerta. Tendria que enfrentarse a el. Al menos tendria que darle las buenas noches.

Se volvio y el dijo:

—Indigo. ?Me prometeras una cosa?

—?Prometer...?

—No correr riesgos. Creo que sabes lo importante que es para mi.

—Veness, yo...

—No; creo que lo mejor es que te lo diga. Es lo que he estado deseando decir; es el motivo por el que vine a tu habitacion, por insensato que pueda parecerte. Indigo, lo que te suceda a ti es vital para mi porque te amo.

Indigo cerro los ojos.

—?Oh, Diosa...!

—Se que no me quieres y lo acepto. Pero eso no altera mis sentimientos por ti. Y si algo te sucediera...

Lo interrumpio y con gran horror por su parte se dio cuenta de que las lagrimas se agolpaban en sus ojos.

—Por favor, Veness, ?no digas eso! No comprendes; no te das cuenta... —Y de repente no pudo controlar sus reacciones y se cubrio el rostro con ambas manos al tiempo que las lagrimas empezaban a rodar por sus mejillas—. ?No sabes lo que me estas haciendo!

Estaba dispuesta a retroceder si el intentaba volver a abrazarla: pero no lo intento. Lo oyo moverse, percibio su presencia justo delante de ella; las manos de el sujetaron levemente, con mucha suavidad, sus antebrazos.

—No llores.

Parecia tan desconcertado como ella, Indigo sacudio la cabeza violentamente. Trataba de controlar las lagrimas, pero no querian parar, y sus hombros se hundieron mientras intentaba con todas sus fuerzas disimular el temblor que se habia apoderado de ella.

—?Quieres que me vaya? —pregunto Veness con suavidad.

?Lo queria? El sentido y la razon decian si; la presencia del joven resultaba demasiado peligrosa y si no se iba entonces, en ese momento, ella podia desfallecer y ceder ante esa otra parte de si misma que ansiaba que se quedase. El no era Fenran: Fenran estaba fuera de su alcance; habia estado fuera de su alcance desde hacia mas de cuarenta anos, y si se volvia hacia Veness ahora, si se volvia tal y como anhelaba hacer, lo traicionaria todo y su mision se convertiria en cenizas.

Pero Veness estaba aqui frente a ella, una presencia decidida y fisica. Veness estaba vivo y era real; sus manos la tocaban, despertando de nuevo la necesidad, la necesidad que habia sentido cuando la toco en otra ocasion, la abrazo y la beso. Intento pensar en Fenran y conjurar su rostro mentalmente. Pero lo que vio..., lo que vio no era Fenran sino una mezcla de Fenran y Veness, y ambos se confundian de tal forma que ya no podia distinguir a uno del otro.

Y su ansia, su anhelo, su enorme soledad, eran mas fuertes que su capacidad para luchar.

—No —dijo—. No quiero que te vayas...

Veness le acaricio la cara, inclinandole la cabeza de modo que ella abrio los ojos y se encontro con su rostro. El joven beso sus mejillas humedas con tanta suavidad que ella empezo a temblar otra vez. Entonces la beso en la boca, ligeramente al principio pero luego con mas intensidad.

La puerta habia girado sobre sus goznes y chocado contra el marco. Veness se volvio, levanto el pestillo y luego lo coloco en su lugar, dejandolos a los dos en el interior de la habitacion. Por un instante Indigo tuvo la sensacion de que habia hecho girar la llave de una prision... Pero la sensacion desaparecio, y con ella el temor. Entonces supo que, en cierta forma que jamas habia creido posible, el la estaba liberando.

—No puedo... Por favor, perdoname. No... puedo.

—?Por que, mi amor? ?Que es? ?Que sucede?

La muchacha sacudio la cabeza; clavo los dientes en el labio inferior y dijo:

—No puedo decirtelo: no lo puedo contar. No seria justo...

Un leve movimiento a su lado. La cama estaba caliente; el cuerpo de el estaba aun mas caliente; y ella lo deseaba, lo deseaba.

—?Es al... alguna otra persona? ?Estas prometida a otro?

—Yo... —la verdad; tenia que contarle esa verdad, al menos—, lo estuve. Pero el... —No pudo terminar; era imposible que pudiera comprender.

—?Esta muerto, Indigo? ?Es esa tu pena? ?Oh, mi amor...!

Muerto y sin embargo vivo; vivo en su corazon y en sus esperanzas. Pero no estaba alli. Ella no podia llegar hasta el. Y este hombre, tan parecido y a la vez tan diferente, estaba con ella y seria amable con ella; y aqui, ahora, solo el podia hacer desaparecer el dolor que sentia.

Las lagrimas fluian otra vez, y ya no intento siquiera contenerlas. Con voz entrecortada, musito:

—Jamas fuimos... amantes. Y ojala...

No la dejo terminar. Sus labios fueron dulces y sus manos tranquilizadoras. Y de repente ninguna cosa importo. Durante ese momento, durante esa hora preciosa y secreta, ninguna otra cosa importo.

CAPITULO 11

Le pidio que la dejara cuando las primeras senales de un amanecer gelido empezaban a aparecer en el firmamento, y Veness, comprendiendo que necesitaba estar a solas un rato, la beso por ultima vez y salio en silencio de la habitacion.

Indigo permanecio echada muy quieta. En el exterior, la noche empezaba a transformarse lentamente en dia, pero no quiso levantarse y abrir los postigos. El calido capullo de oscuridad la mantenia a salvo, un amortiguador de la realidad de la manana y de las verdades esquivas y desagradables que, en cualquier momento, tendria que afrontar.

Habia derramado muchas lagrimas aquella noche, pero ya se habian secado, dejandola sumida en una tranquilidad intensa y casi fatalista. Era mucho lo perdido; mucho mas que la simple virginidad: lo sucedido aquella noche altero su mundo y provoco un cambio irrevocable en ella misma. Le parecio que una cadena de cuya existencia apenas si se habia percatado se hubiera partido, liberandola del peso de una represion autoimpuesta, imponiendole, en cambio, una responsabilidad desconocida: su responsabilidad para con Veness.

Veness la amaba. No sabia si aquel amor era real o un afan de enganarse a si mismo que, con el paso del

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