levantar la litera y seguian su camino.

El quinto dia amanecio humedo y angustiosamente silencioso, con la promesa, dijo Grimya, de otra fuerte tormenta. Las mujeres habian seguido avanzando hasta tarde la noche anterior, deteniendose tan solo cuando la luna se puso y la oscuridad se volvio demasiado intensa para que pudieran seguir andando con seguridad, y, tan pronto como el primer destello de luz se filtro al interior del bosque, levantaron el campamento y volvieron a ponerse en marcha.

Esta manana, Shalune y sus acompanantes mostraban un aire de ansiosa expectacion. Mientras andaban, las porteadoras de la litera cantaban una ritmica cancion de marcha en una tonalidad menor ligeramente inquietante. Grimya que pudo comprender algunas de las palabras, dijo que era para expulsar a cualquier criatura, humana o no, que pudiera desearle algun mal al grupo. Parecia una precaucion innecesaria, pues hacia mas de un dia que no habian pasado junto a ningun poblado, ni visto senal de actividad humana, en lo que parecia ser bosque virgen; pero, a medida que transcurria la manana y el aire se calentaba hasta convertirse en un infierno abrasador, la cancion se volvio mas enfatica, mas apremiante... y, justo antes del mediodia, llegaron al final del viaje.

Indigo dormitaba de forma irregular e incomoda detras de las cortinas corridas de la litera, pero la llamada telepatica de Grimya la desperto con un sobresalto. Se incorporo sobre un hombro, apartando a un lado los sofocantes velos para poder ver, y sus ojos se abrieron de par en par por el asombro.

La marana de arboles y maleza habia cesado tan de improviso como si una guadana gigantesca hubiera pasado por alli, y se encontraban a la orilla de un lago circular que reflejaba el profundo azul del cielo como si se tratara de un enorme espejo. El sol, casi directamente encima de sus cabezas en esta latitud, tenia un brillo cegador que blanqueaba el paisaje y laceraba los ojos de Indigo con su intensidad. Alrededor de la orilla del lago, los arboles se apinaban unos contra otros, pero, en la orilla opuesta, el muro verde-grisaceo quedaba roto por un gigantesco farallon de roca roja, escalonado y aplanado en la cima para formar un zigurat que se alzaba por encima de los arboles. La fachada del zigurat estaba asaeteada de lo que parecian cuevas de una simetria antinatural, y en la cima truncada, demasiado distante para poder apreciar su origen, un fino penacho de humo se elevaba por el aire inmovil.

Las mujeres depositaron la litera sobre el suelo. Miraban con ansiedad el farallon rocoso situado al otro lado del lago, e Indigo hizo intencion de descender de la litera para reunirse con ellas. Al ver sus intenciones, Shalune hizo un gesto negativo, indicandole que permaneciera donde estaba. Luego rebusco en la bolsa que llevaba y saco un brillante disco de metal que parecia laton de unos veinticinco o treinta centimetros de diametro. Shalune levanto los ojos hacia el cielo, guinandolos un poco, y dio unos pasos en direccion al lago con el disco en alto, inclinandolo adelante y atras para que reflejara los rayos del sol. Luego aguardo, y segundos mas tarde un brillante puntito de luz centelleo desde el farallon como respuesta a su senal. Con un grunido de satisfaccion, Shalune volvio a guardar el disco en la bolsa; las mujeres levantaron la litera de nuevo y comenzaron a rodear el perimetro del lago. Llevaban recorrida quiza la mitad de la distancia que las separaba del zigurat, cuando una estruendosa fanfarria quebro el silencio. Grimya lanzo un agudo ganido de sorprendida protesta, e Indigo, inclinandose peligrosamente fuera de la litera, vio a un grupo de personas de piel oscura sobre un saliente cerca de la cima, con largos cuernos de laton apoyados contra los labios. Por dos ocasiones y luego tres veces mas los cuernos resonaron ensordecedores; entonces se produjo un movimiento en el farallon, Indigo vio que un cortejo descendia a su encuentro.

Habia escalones tallados en la roca, que descendian las empinadas terrazas zigzagueando junto a salientes y entradas de cuevas hasta una parcela de terreno arenoso que formaba un coso al aire libre entre el farallon y la orilla del lago. Una docena de mujeres bajaban por la escalera, como un refulgente rio, conducidas por una figura alta y huesuda vestida con una delgada falda y un peto a juego de tela multicolor, y coronada con un tocado de plumas. La comitiva alcanzo el pie del ultimo tramo de escaleras en el mismo instante en que llegaban ante el Shalune y el resto del grupo. Shalune se adelanto hacia la mujer alta y le dirigio un saludo ceremonioso. La mujer inclino la cabeza, pronuncio algunas palabras concisas como respuesta, y paso junto a Shalune en direccion a la litera. Grimya, que se habia acurrucado a la sombra de la litera y contemplaba a la desconocida con desconfianza, transmitio a su amiga:

«Me parece que es la que manda aqui, la soberana. Ten cuidado, Indigo. »

«Lo tendre. »

Indigo ya se habia dado cuenta de que las acompanantes de la mujer alta iban armadas con largas lanzas y que unas incluso llevaban machetes colgando de sus cinturones de cuero, y sintio tanta desconfianza como Grimya mientras, despacio, salia de la litera y se quedaba de pie junto a ella.

Durante unos pocos segundos ella y la recien llegada se contemplaron fijamente, Indigo era alta pero esta mujer la sobrepasaba en mas de media cabeza, y el tocado ponia aun mas de relieve su altura, de modo que la joven se sintio empequenecida. Unos intensos ojos oscuros situados en un rostro severo de mandibula firme contemplaron a Indigo con suma atencion; luego la mujer extendio una mano morena de dedos larguisimos y poso los primeros, dos dedos en la frente de Indigo. La muchacha contuvo la respiracion pero no se movio, y al cabo de unos instantes la mano se retiro. Entonces, ante la sorpresa de Indigo,: la mujer inclino la cabeza con los brazos extendidos en; un gesto inequivoco de respeto.

—Me llamo Uluye —dijo en su propia lengua, que en estos momentos Indigo conocia lo bastante bien como para comprender al menos unas pocas palabras—. Soy... —siguio; una palabra desconocida, que Grimya le facilito en silencio.

«Es una. sacerdotisa,, como Shalune. Y yo estaba en lo cierto: ella es quien gobierna aqui. »

Indigo le dedico una respetuosa reverencia al estilo de las viejas Islas Meridionales, que incluso despues de todos estos anos todavia le resultaba un gesto natural.

—Me llamo Indigo.

Le dio la impresion de no haberlo dicho con la inflexion correcta, pero Uluye parecio comprender perfectamente, ya que inicio un largo discurso durante el cual repitio varias veces el nombre de Indigo. Grimya, realizando un supremo esfuerzo para poder seguirla y traducir el torrente de palabras, explico a Indigo que se trataba de un discurso efe bienvenida y agradecimiento; agradecimiento: no solo a Indigo, sino tambien a algo o alguien cuya naturaleza no comprendio.

«Una deidad, quiza», dijo, «pero no la Madre Tierra, o al menos no en la manera en que nosotras la vemos». Hizo una pausa mientras Uluye seguia hablando; luego continuo: «Quiere que la acompanemos, que subamos al farallon».

Uluye finalizo su discurso y extendio un brazo para! indicar en direccion a la escalera, Indigo indico su conformidad con la cabeza y se volvio hacia la escalera. Las demas mujeres formaron detras de ellas, Shalune justo a la espalda de Indigo, y las trompas volvieron a resonar mientras iniciaban el largo ascenso por la zigzagueante escalera. Resulto una ascension agotadora, pero, tras cinco dias sin poder hacer otra cosa que descansar en el interior de la litera, Indigo habia recuperado una buena parte de las tuerzas y, aunque no transcurrio mucho tiempo antes de que los muslos le empezaran a doler terriblemente, sabia que podia llegar a la cima sin demasiadas dificultades.

El lago, con su franja de arboles, quedo a sus pies. Al verlo desde una nueva perspectiva Indigo descubrio que era casi un circulo perfecto, y, desde lo alto, sus aguas parecian un espejo azul-verdoso. Sospecho que debia de ser muy profundo; quiza se tratara de un volcan apagado desde hacia mucho tiempo, aunque no existia ninguna otra elevacion exceptuando el farallon que pudiera haber formado parte de las paredes de un antiguo crater. Pero, fuera el fuera su origen, una cosa era cierta: esta especie de poblado era una fortaleza ideal y practicamente

impenetrable.

Se encontraban ya por encima de las copas de los arboles, y no habia nada que las protegiera del calor que caia sobre ellas como plomo derretido. Grimya flaqueaba, la lengua colgando y los ojos sin brillo, pero se nego a aceptar ninguna ayuda y siguio adelante estoicamente. Subieron aun mas, y ahora en cada recodo de la escalera aparecian salientes que conducian a las cuevas que salpicaban la pared. Una cortina de tela de color cubria la entrada de cada cueva, y, a su paso, las cortinas eran corridas a un lado y sus ocupantes salian a contemplar la comitiva. Indigo descubrio con sorpresa que, desde el mas anciano al mas joven, todos eran mujeres. ?No habia hombres aqui? Estaban los hombres fuera del poblado, o se mantenian ocultos por algun inescrutable motivo? Fuera cual fuera la verdad, no habia duda de que las mujeres parecian satisfechas de su llegada, pues cada rostro lucia una sonrisa y varias voces se elevaron en vehemente saludo.

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