Uluye agradecia sus palabras con un gesto de la mano pero sin detenerse ni aminorar el paso, y no tardaron mucho en llegar a la ultima repisa, situada a unos seis metros por debajo de la cumbre del zigurat. Uluye tomo por repisa, que era lo bastante ancha como para mitigar ligeramente los efectos de su vertiginosa altura, y condujo la comitiva hasta la entrada de otra cueva, mayor que sus vecinas, rodeada de sigilos tallados en la roca y tapada una cortina tejida. Shalune se adelanto para apartar la cortina, pero Uluye llego antes que ella. Ambas mujeres intercambiaron una severa mirada; luego Uluye abrio la marcha hacia el interior, y los ojos de Indigo se abrieron en apreciativa sorpresa al ver lo que habia al otro lado.
La cueva habia sido transformada en un hogar comodo y bien equipado. El suelo perfectamente llano estaba cubierto de esteras, y las paredes se hallaban adornadas murales pintados. Habia tres sillones de juncos trenzado con la tradicional forma de bote propia de la Isla Tenebrosa, un lecho tambien de juncos trenzados que colgaba a pocos centimetros del suelo, un hogar para cocinar rodeado de pucheros y utensilios, y un surtido de otros objetos practicos, desde abanicos de plumas con brillantes mangos de madera a un espejo de metal, e incluso instrumentos para escribir tales como papiros y un estilete hueso. La habitacion estaba iluminada por lamparas de arcilla que ardian con una luz azulada y despedian un dulzon perfume almibarado desde sus elevados nichos en las paredes.
Uluye miro a Indigo; Shalune permanecio expectante a su espalda. La joven comprendio entonces que esta cueva iba a ser su residencia, y que las dos mujeres aguardaban su reaccion. Asi pues, las miro, primero a una y luego a la otra, y sonrio vacilante.
—Esta muy bien —les dijo en el idioma de ellas—. Muy bonito. Gracias.
Shalune mostro los dientes en la temible mueca que, supuestamente, era una sonrisa, y Uluye relajo su austera! actitud lo suficiente como para esbozar una leve sonrisa forzada.
—Comeras ahora —anuncio—. Y luego... —Pero el resto de la frase resulto ininteligible para Indigo, y esta sacudio la cabeza derrotada.
Permitid. —Era la unica palabra que Indigo conocia por el momento del idioma de las mujeres que tenia una cierta relacion con una disculpa—. No... estoy... —Pero sus limitados conocimientos no le sirvieron de nada, y realizo un gesto de impotencia.
Shalune parecio comprender y empezo a hablar rapidamente con Uluye, explicando, supuso Indigo, que su huesped no conocia todavia su idioma. Uluye asintio, dijo algo que Indigo creyo que significaba «despues», y abandono la cueva. Shalune la siguio con la mirada y luego se volvio hacia Indigo. Su expresion, con una ceja ligeramente alzada, resulto mas elocuente que cualquier frase, y conformo la debil pero creciente sospecha de Indigo de que existia algo mas que una pequena disension entre las dos mujeres.
Como no deseaba tomar partido hasta conocerlas mejor, la muchacha mantuvo una expresion reservadamente neutral, y, al cabo de unos pocos segundos, Shalune se encogio de hombros y se dirigio hacia el hogar. Los rescoldos de un fuego de lena brillaban entre las piedras, y algo hervia despacio en un puchero tapado de arcilla situado , aun lado del foco de brillantes rescoldos.
—Para ti —dijo Shalune, indicando la comida.
—?Comeras conmigo? —se aventuro a tantear Indigo.
—No, no —respondio ella meneando la cabeza con energia; luego anadio una palabra que Indigo no comprendio—. Regresare mas tarde. Come y descansa. — Con las manos imito a alguien durmiendo por si Indigo no la hubiera comprendido del todo y, tras dedicarle un respetuoso saludo, salio de la cueva.
—Ella y la otrrra no son muy bu... buenas amigasss, me parece —dijo en voz alta.
—Estoy de acuerdo. Tambien yo intuyo que confiaria en Shalune antes que en Uluye, lo que es una lastima, ya que es evidente que es Uluye quien manda aqui.
—Sssi.
—Bueno, por el momento su actitud es tranquilizadora y eso parece confirmar lo que la piedra-iman nos dijo —Indigo jugueteo con la bolsa de cuero que le colgaba al cuello— Tendremos que esperar y ver.
—Crrreo —dijo la loba, bajando la cabeza— que esto es una especie de lugar religioso, como se nos ha dado a entender. Ese humo en la parte superior del farallon... ?y templo, quiza?
—Probablemente. Aunque, si lo es, entonces, tal y cor dijiste antes, es casi seguro que no esta dedicado a la Madre Tierra tal y como nosotros la vemos.
—Tambien eso me prrreocupa —repuso
—No.
Indigo alzo una mano, anticipandose a las palabras la loba. Sabia que
—No creo que sea sensato hacer conjeturas sobre esto por ahora. En el pasado nos hemos equivocado demasia do a menudo para arriesgarnos ahora a dar por sentad que las cosas son necesariamente lo que parecen. Heme de tener paciencia, esperar el momento. —De improviso esto le resulto ironicamente divertido, y dejo escapar un debil carcajada hueca—. Despues de todo, tiempo es la unica cosa que no nos falta.
CAPITULO 4
Uluye regreso cuando el sol se ponia, Indigo habia dormido algunas horas despues de dar cuenta de la comida que las mujeres le habian dejado preparada, lo que resultaba sorprendente, ya que no habia hecho otra cosa que dormir durante los ultimos cinco dias, pero el calor y el silencio resultaban soporificos y se habia amodorrado sin querer.
Uluye llevaba todavia el tocado de plumas pero habia cambiado la tunica por un vestido largo y sin mangas, y de su cuello pendia un collar hecho de innumerables huesos ensartados, cada uno tallado para representar algun .animal o ave, que tintineaba a cada movimiento que realizaba.
—Estamos listas —dijo; al menos, Indigo creyo que eso era lo que queria decir—. Ven.
—?Ven? —repitio la joven frunciendo el entrecejo, para luego inquirir—. ?Adonde?
Uluye senalo a lo alto y luego le tendio un objeto que sostenia. Se trataba de un traje parecido al de la sacerdotisa, pero tenido con un remolino de tonos azul, morado y negro, Indigo lo tomo indecisa y se senalo a si misma.
—?Quieres que me ponga esto? —pregunto en su propio idioma.
La mujer no respondio sino que se quedo contemplandola expectante. Tras una ligera vacilacion, Indigo se encogio de hombros y empezo a cambiarse. El vestido era amplio y fresco, mucho mas comodo que su camisa y pantalones que ademas estaban llenos de manchas. Cuando estuvo lista, Uluye meneo la cabeza en senal de aprobacion y abrio la marcha en direccion a la boca de la cueva. No conociendo sus intenciones pero deseosa de mostrarse cooperativa por el momento, Indigo la siguio, con
Salieron a la repisa de piedra e Indigo se detuvo asombrada ante la vista que se ofrecia a sus ojos. El sol solo era visible ya como una delgada y llameante medialuna que sobresalia por encima de las copas de los arboles, bajo el reflejo de su luz el mundo parecia encontrarse e llamas. El lago era un enorme circulo rojo; el cielo sobre sus cabezas, una boveda de brillante cobre; y, situados entre el lago y el cielo y el bosque envuelto en sombras, le muros de arenisca del zigurat refulgian rojos bajo los ultimos rayos del atardecer. Por el este, empezaban a acumularse nubes, afilados haces que anunciaban las masas mi densas que se aproximaban desde la retaguardia. No soplaba ni una gota de aire.
Uluye las condujo al otro extremo de la repisa, done una escalera mucho mas pequena y estrecha que las