era navegar hacia el norte por el estrecho de las Fauces de la Serpiente y luego girar en direccion a las Islas de las Piedras Preciosas y el continente oriental situado mas alla, y eso era algo que ella no deseaba hacer. Grimya habia comprendido el motivo de su renuncia. Tanto las Islas de las Piedras Preciosas como el continente oriental guardaban terribles recuerdos para Indigo: recuerdos de amigos muertos hacia ya un cuarto de siglo durante su desesperada tentativa de desenmascarar a la Serpiente Devoradora de Khimiz; recuerdos, tambien, de amigos que habian sobrevivido a aquella prueba con ella pero que habian envejecido un cuarto de siglo mientras que Indigo permanecia igual, amigos que ahora resultarian irreconocibles, Indigo se resistia desesperadamente a correr el riesgo de volver a encontrarlos. Peor aun, no queria arriesgarse a descubrir que el tiempo habia podido mas que ellos y habian pasado a mejor vida. Ya habia tenido que soportar ese golpe en una ocasion, cuando ella y Grimya regresaron a Davakos tras una ausencia de mas de veinte anos. Tenian una vieja y querida amiga entre los davakotianos, una dura mujer de pequena estatura llamada Macee, que habia sido a la vez, companera de navegacion y confidente de la epoca en que Indigo habia formado parte de la tripulacion del Kara Karai bajo sus ordenes, Indigo habia prometido a Macee que algun dia regresaria y, finalmente, habia cumplido la promesa, pero para entonces ya era demasiado tarde y, cuando ella y Grimya llegaron a las costas de Davakos, descubrieron que la menuda capitana habia llegado al final de MIS dias e ido a reunirse en paz con la Madre Tierra.
Indigo se habia sentido terriblemente afligida. Consideraba —y nada de lo que Grimya pudiera decir la haria cambiar de opinion— que habia traicionado a su vieja amiga. La loba no comprendia tan complejo y tipicamente humano razonamiento, pero conocia a Indigo lo suficiente como para creer que su decision de viajar directamente a traves de la Isla Tenebrosa y someterse a su malevolencia en lugar de tomar la ruta mas facil era una especie de penitencia autoimpuesta, una forma de expiar su fracaso infligiendose a si misma privaciones. Macee, pensaba Grimya con tristeza, jamas habria aprobado un comportamiento tan estupido.
Pero, sensato o no, se habia hecho y ahora debian sacarle el mayor provecho posible. Al menos existia la reconfortante certeza de que Indigo mejoraba dia a dia —casi hora a hora— y, cualesquiera que fueran sus dudas sobre Shalune y sus seguidoras en otras cuestiones, Grimya no podia menos que estarles profundamente agradecida.
En el tercer dia de su recuperacion, a Indigo se le permitio por primera vez abandonar la cama, y, mientras permanecia sentada en la terraza del kemb disfrutando del relativo frescor de la tarde, ella y Grimya tuvieron su primera oportunidad, desde hacia bastante tiempo, de hablar en privado sin que las interrumpieran. Durante los ultimos dias, los poderes telepaticos de la loba habian permitido a esta aprender bastante mas sobre la lengua de sus anfitriones, y, aunque se habia mantenido a distancia del sequito de Shalune, habia no obstante sorprendido aqui y alla algunos retazos de conversaciones. Esto, unido a la extraordinaria escena que habia presenciado junto al lecho de Indigo, le permitio reconstruir en parte el rompecabezas que constituian las intenciones de aquellas mujeres. «Hablaban de augurios», conto a Indigo en silencio, tras mirar por encima del hombro —en una reaccion ilogica— por si alguien las observaba. «No comprendi mucho de lo que oi, pero creo que fueron conducidas aqui por algo que sucedio o algo que vieron. Esta relacionado contigo, Indigo, estoy segura. Sobre todo por lo que dijeron antes sobre que tu eras 'ella'. »
Indigo clavo los ojos en el inmovil y tupido dosel que formaban las copas de los arboles a pocos metros del kemb. —Ella... —reflexiono en voz alta; luego cambio a la conversacion telepatica. «?No pudiste escuchar mas detalles? ?Comopor ejemplo en que direccion esta ese lugar al que quieren ir?»
No. » Grimya callo unos instantes para luego anadir: ?Por que? ?Es importante?»
«Podria serlo. »
Indigo introdujo la mano en el cuello de la camisa y saco la pequena piedra-iman de la bolsita de piel que permanecia constantemente colgada alrededor de su cuello y era una de sus mas antiguas posesiones. Grimya contemplo la piedra cuando esta cayo sobre la palma de Indigo y exclamo: «Ah... ».
«La estudie anoche antes de dormirme. Pero el mensaje que me proporciono no fue tan claro como esperaba... Mira, te lo mostrare. »
Indigo sostuvo la piedra de forma que Grimya pudiera ver su plana superficie. Parpadeando en su interior, se apreciaba el diminuto punto de luz dorada, y, mientras la loba percibia como la mente de Indigo se concentraba, el pequeno puntito se desplazo bruscamente a un extremo.
«Nordeste, igual que antes», observo la loba, y miro a Indigo, perpleja. «No comprendo. «Observa», le dijo la muchacha. El punto de luz siguio parpadeando en el extremo de la piedra durante unos cuantos segundos mas. De improviso cambio de posicion para colocarse en el centro y desde alli empezo a ir de uno al
otro punto como una luciernaga atrapada.
«Hizo lo mismo anoche», explico Indigo mientras Grimya mostraba los dientes en una mueca de sorpresa. «Jamas se ha comportado asi antes, y tengo una sospecha de lo que intenta decirme. Nordeste y ala vez aqui al mismo tiempo, tomo si no pudiera decidir sobre cual es el mensaje mas exacto. » Dedico a Grimya una larga y pensativa mirada. «?Podria esto tener algo que ver con Shalune?»
Grimya comprendio.
«?Con Shalune, y tambien a la vez con ese lugar al que fila quiere llevarte?
«Si se encuentra al nordeste de aqui, si. » Indigo volvio la cabeza para mirar al interior del kemb, donde las mujeres preparaban la comida. No se veia senal de Shalune, pero Indigo tuvo la instintiva sensacion de que ni ella ni sus acompanantes estaban muy lejos. Se volvio otra vez hacia Grimya. «Si es asi, entonces creo que quizas hemos encontrado lo que buscamos. O mas bien que ello ha venido a nuestro encuentro, »
Durante ese dia y el siguiente, Indigo intento por todos los medios posibles averiguar mas cosas sobre Shalune y sus intenciones. No resulto tarea facil, pues, aunque Grimya estaba aprendiendo poco a poco palabras y frases del lenguaje dejos habitantes de la Isla Tenebrosa e intentaba ensenar a Indigo lo que sabia, no era suficiente para permitir, de momento, ningun tipo de comunicacion con las cuatro mujeres. Entonces, en la quinta manana de su estancia alli, Shalune penetro en la habitacion de Indigo, realizo la ya acostumbrada reverencia e indico que deseaba que la joven la siguiera. Parecia contenta por algo, y Grimya, captando el tono aunque no la esencia de sus pensamientos, advirtio a Indigo de que se tramaba algo. No sin cierta prevencion, Indigo permitio que Shalune la escoltase por el pasillo, a traves de la sala principal del kemb y hasta la galeria exterior de la casa.
Se detuvo en seco al ver lo que la aguardaba alli. No pudo ni imaginar como la habrian obtenido las mujeres, pero, destacando incongruentemente sobre el duro suelo frente al kemb, habia una litera de bambu y palmas, con telas multicolores a modo de cortinajes y adornada con grotescos fetiches de madera, hueso, piedra y plumas. De pie junto a la litera estaban las otras tres mujeres; tambien estas realizaron las reverencias de rigor, y Shalune, sonriendo con satisfaccion, senalo la litera y dijo algo en lo que Indigo solo capto el equivalente a la palabra «gente». Grimya contemplo con asombro la litera. «Creo que te explica que los aldeanos han construido esto», transmitio no muy segura. «Dice tambien algo sobre marcharse, pero no comprendo mas que eso. »
Shalune, sonriente aun, indico de nuevo la litera, e Indigo comprendio de improviso. Sin preambulos ni preparativos evidentes, las sacerdotisas tenian la intencion de abandonar el kemb esta misma manana..., y la litera era para
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transportarla a ella.
Indigo escucho entonces movimiento a su espalda y, al volverse, se encontro con dos de las mujeres del kemb que salian en aquel momento por la puerta con sus bolsas en las manos. Las transportaban con reverencia y un cierto nerviosismo, como medio asustadas de tocarlas, y, a una brusca senal de Shalune, pasaron corriendo junto a Indigo y descendieron la escalera para depositar los bultos en el interior de la litera, Indigo permanecio inmovil sin saber como reaccionar. No estaba dispuesta a capitular a los deseos de las