Las cuatro desconocidas desaparecieron en el interior de la habitacion, y de detras de la cortina surgieron unos murmullos rapidos y apenas audibles. Grimya oyo crujir la cama; luego, al cabo de unos momentos, la cortina se hizo a un lado y salio la mujer gorda. Las miro a las dos, con una mirada aguda e intensa, y pronuncio tres palabras con vehemencia antes de darse la vuelta y volver a penetrar a grandes zancadas en la habitacion. Los rudimentarios conocimientos que Grimya poseia de la lengua de estas gentes no eran suficientes para que estuviera segura de lo que se decia, pero una impresion telepatica del significado, y la exclamacion ahogada de la mujer del kemb, que parecia ser una mezcla de sorpresa y temor, fueron suficientes para confirmar su sospecha de que las palabras de la mujer gorda venian a decir mas o menos: «es ella».
Grimya no sabia de donde habian venido las cuatro desconocidas ni quien o que eran, pero estaba claro desde el principio que la familia residente en el kemb las temia y respetaba. Lo que era mas importante aun era que, al parecer, creian que las recien llegadas podian ayudar a Indigo alli donde sus propios esfuerzos habian fracasado. No se permitio a nadie presenciar lo que sucedia tras la cortina de la habitacion, y Grimya no llego a saber si los conocimientos utilizados por las mujeres se basaban en la medicina o en la magia, pero, despues de una hora mas
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o menos, la que parecia el jefe regreso a la habitacion almacen con una expresion de austera satisfaccion en el rostro.
Para cuando hizo su aparicion, el kemb habia sufrido una metamorfosis. La familia, cogida por sorpresa por la inesperada llegada de sus visitantes, habia realizado un estudio desesperado para tener dispuesto todo honor y comodidad posibles para sus invitadas. Habian puesto a los ninos a barrer y ordenar bajo las chillonas ordenes de una de las mujeres jovenes, y la anciana senora y la esposa regordeta se encontraban muy ocupadas junto a la estufa de lena, mientras que los hombres habian colgado en las ventanas y puerta de la sala almacen un extrano pero evidentemente valioso surtido de adornos y fetiches. Del bosque circundante se habian traido a toda prisa manojos de hojas y flores carnosas de aspecto extrano para incorporarlos a las decoraciones y esparcirlos por el suelo, y tambien se habia adornado un sillon de junco trenzado a modo de improvisado trono.
La mujer gruesa se detuvo en el umbral de la puerta que daba al pasillo y paseo la mirada por la habitacion con expresion critica. Todos los habitantes del kemb se encontraban reunidos con aire respetuoso en un lado de la sala, y durante quiza medio minuto nadie dijo nada. Entonces la mujer gorda hizo un rapido gesto de asentimiento con la cabeza y, tras proferir un grunido que parecia significar muy bien, avanzo hasta el adornado sillon y se sento.
La atmosfera se relajo de forma ostensible. Con un apagado suspiro de alivio, el mas anciano de los hombres chasqueo los dedos en direccion a las mujeres de menor edad, y estas corrieron junto a la estufa y empezaron a llenar cuencos de madera con el contenido de tres ollas que hervian sobre ella. Otro hombre saco copas y vertio en ellas una infusion de olor penetrante contenida en una jarra de piedra. Entrego la primera copa a la anciana senora de la casa, quien por su parte la ofrecio a la mujer gruesa, y la aceptacion de esta fue la senal para que se llenaran otras copas. Llegados a este punto, a la anciana se le permitio sentarse; los demas, no obstante, permanecieron en pie mientras las mujeres, mudas y con los ojos abiertos de par en par, depositaban cuencos de comida en el suelo a los pies de su invitada. La mujer selecciono un bocado de cada uno, lo mastico con cuidado, asintio aprobadora y luego se volvio para hablar con la anciana, quien, al parecer, era la unica de los presentes que merecia ser tratada de modo parecido a un igual.
Grimya, que habia conseguido colocarse en un lugar lo mas proximo posible a la recien llegada sin que resultara demasiado llamativo, escucho con suma atencion las palabras de la mujer y las respuestas de la anciana. Cada vez que la invitada callaba, la anciana asentia con deferencia y repetia las mismas dos palabras: «ain, Shalune». Grimya sabia que ain significaba «si», y no tardo en comprender que Shalune debia de ser el nombre o titulo de la mujer gruesa. Esta, al parecer, estaba o bien dando instrucciones o bien manifestando una serie de hechos, y, a medida que hablaba, la expresion de la anciana y de los miembros de su familia cambio. Algo de lo que Shalune les decia los llenaba de excitacion; en un momento dado la rechoncha esposa del propietario del kemb dejo escapar una breve exclamacion de deleite. Cuando Shalune acabo de hablar, todos los presentes se inclinaron hacia adelante, las palmas de las manos juntas en senal de respetuosa gratitud.
Grimya, sin embargo, no sintio mas que inquietud. A diferencia de los habitantes del kemb, la mente de Shalune estaba psiquicamente activa y, por lo tanto, abierta a un ligero sondeo telepatico, al menos a un nivel muy superficial, de modo que la loba habia conseguido interpretar parte de sus pensamientos mientras hablaba. Por lo que parecia, ella y sus acompanantes consideraban de alguna manera importante a Indigo. Grimya no sabia como ni por que, pero el sentido de sus pensamientos era inequivoco..., de la misma forma que lo eran sus intenciones. Pensaba llevarse a Indigo del kemb a algun lugar —la loba no lo pudo comprender con claridad— de especial significado, en tanto que la familia seria recompensada o recibiria algun privilegio particular por su diligencia en cuidar de ella antes de la llegada de Shalune. Mientras los anfitriones de Shalune repetian su agradecimiento una y otra vez, Grimya sintio un nudo en el estomago. ?Donde encontraba ese lugar al que se referia Shalune? ?Y por que planeaba llevar a Indigo alli? ?Que querian de ella las mujeres? Si pensaban hacerle dano de alguna forma... Pero no, argumento Grimya, no habia percibido ninguna intencion hostil en los pensamientos de Shalune; mas bien lo contrario, Indigo era importante para estas desconocidas. Pero ?por que? No tenia sentido.
Subrepticiamente, la loba miro en direccion a las habitaciones interiores, preguntandose si podria escabullirse para ir a ver a Indigo sin que nadie se diera cuenta, pero entonces recordo que las tres acompanantes de Shalune se encontraban todavia en la habitacion de la cortina. Debia ser paciente y esperar el momento oportuno, enfrentarse a sus temores y aguardar para visitar a su amiga el momento en que, si es que se daba el caso, quedara sola durante unos minutos. No resultaria facil, pero, por ahora al menos, era todo lo que podia hacer. Desconsolada, se tumbo en el suelo a esperar.
La oportunidad de Grimya se presento algo despues del mediodia. Tras su comida, Shalune fue a reunirse con sus companeras en la habitacion de Indigo, y tardo bastante ni regresar. Pero, cuando lo hizo, el corazon de la loba se puso a latir con fuerza, pues esta vez las cuatro mujeres penetraron juntas en la sala almacen, dejando sola a Indigo.
Para entonces, ya habia corrido la voz de la presencia alli del grupo. La anciana, presumiblemente con la autorizacion de Shalune, habia enviado a los muchachos mas jovenes a comunicar la noticia a sus vecinos, y una pequena multitud se habia reunido en respetuoso silencio fuera del kemb. La mayoria traian algun regalo a las mujeres, y, tras saciar la sed con otra copa de la infusion casera, Shalune condescendio a salir a la galeria para echar un vistazo a las ofrendas. Los regalos eran, al parecer, el precio que se esperaba pagar por pequenos servicios tales como una receta medica, un consejo o una sentencia en una disputa.
Estaba muy claro ahora que Shalune y sus acompanantes eran las guardianas y los instrumentos de la religion, la ley o ambas cosas, y el que ahora tuvieran que ocuparse de los recien llegados facilito a Grimya la oportunidad que esperaba. Teniendo buen cuidado de que la mujer joven del kemb no la estuviera vigilando, la loba avanzo lentamente a lo largo de una de las paredes de la habitacion, para luego deslizarse por la puerta sin ser vista y correr pasillo adelante hasta la habitacion de Indigo. Empujo la cortina a un lado con el hocico, paso al otro lado... y se detuvo en seco.
Indigo estaba sentada en la cama. Tenia la espalda apoyada en mullidos almohadones y su piel parecia un pedazo de papel fino y humedo, pero estaba consciente y, cuando sus ojos se encontraron, Grimya supo que la fiebre habia desaparecido casi por completo. «?Indigo!»
La loba recordo justo a tiempo que no debia gritar en voz alta el nombre de su amiga. Corrio hasta el lecho y salto sobre el, todo el cuerpo temblando de excitacion mientras lamia el rostro de Indigo.
—?Oh, Grimya! —Indigo la apreto contra ella con toda la fuerza de sus menguadas energias—. ?Grimya, Grimya! «?Chisst!», le advirtio la loba. «Se supone que no debo estar aqui. Me echarian si lo supieran, Indigo, ?estas bien? ?He estado tan preocupada!»
Indigo la solto y dejo caer los brazos a los costados, agotada por el esfuerzo de abrazar a la loba, aunque intento evitar que Grimya se diera cuenta de lo debil que estaba. «Mejoro