antes de que te unieras nosotras.

Shalune enrojecio, como si Uluye hubiera tocado un tema doloroso.

—Cualesquiera que fueran las circunstancias entonces, Yima no es mas que una criatura. —Es mi hija. Y ahi esta la diferencia, igual que estuvo cuando mi madre decidio que era mi hora. —Uluye dirigio una mirada llena de astucia a la gordezuela sacerdotisa—por que te opones a que su iniciacion tenga lugar antes lo planeado en un principio? ?La consideras no apta a sucederme cuando se me llame a un mayor servicio la Dama Ancestral?

—Claro que no —respondio Shalune, dedicandole una airosa mirada—. Siempre he aprobado sin reservas la eleccion de Yima como nuestra proxima Suma Sacerdotisa, como muy bien sabes. Sencillamente me preocupa que no preparada todavia para enfrentarse a la prueba de la iniciacion.

—Eso —replico Uluye con aspereza— no es asunto tuyo, ?«no mio. Yo decidire el momento de llevar a cabo la iniciacion, y Yima estara lista.

Shalune realizo un gesto de asentimiento, aunque estaba claro que no le gustaba. —Se hara como desees, desde luego. —Exactamente. Y, como es tradicional, el oraculo la acompanara en su viaje. —Los negros ojos centellearon—.?Entonces se acabara para siempre ese defecto en el interior de Indigo! ?La senora lo sacara al exterior y lo destruira! —Avanzo en direccion a la entrada—. Te dejo ahora; tengo otros asuntos de los que ocuparme. Recuerda lo que he dicho, Shalune: vigilala, investiga todas las pistas, y mantenme informada.

—Si, Uluye.

Al llegar junto a la cortina, la sacerdotisa se detuvo y volvio la cabeza.

—Oh, una cosa mas... ?Le pediste a Yima que recogiera irro fresco en el bosque?

?Irro? Si..., si, creo que si lo hice. Nuestras reservas empiezan a agotarse. — La gruesa sacerdotisa vacilo—. ?Sucede algo?

—No, no. Tiene las nuevas existencias; me ocupare dique se te hagan llegar. —Hizo un gesto con la cabeza A modo de despedida y abandono la cueva.

Shalune se sento en cuclillas en cuanto la cortina volvio a caer cubriendo la entrada. La entrevista habia suscitado una serie de cuestiones que empezaban a unirse de una forma que la inquietaba. Carecia de autoridad para discutir con la Suma Sacerdotisa —ademas, razonar no habria servido de nada con Uluye, en especial en su estado de animo actual— pero sospechaba la presencia de una segunda intencion en esta visita matutina. ?Creia realmente Uluye que habia algo que no iba bien en Indigo?, y, si asi era, ?tenia razon? Shalune lo dudo; despues de todo, si pasaba algo, ella como curandera habria percibido sin duda alguna senal.

No, habia algo mas detras de todo esto, algo mas personal. Tenia que ver con Indigo, tenia que ver con Yima y, por encima de todo, tenia que ver con la misma Uluye. Tal y como ella misma habia observado con tanta intencion, Uluye habia nacido dentro del culto en lugar de entrar a su sagrado recinto desde el exterior, y su madre — A quien Shalune recordaba como una anciana espantosa y con una vena perfectamente sadica— habia sido Suma Sacerdotisa antes que ella. Debido a ello, Uluye hacia tiempo que habia decidido continuar la dinastia iniciada por su madre, y desde hacia anos era un hecho establecido y aceptado entre las sacerdotisas que Yima la sucederia como su gobernante. Nadie lo habia discutido, nadie habia di sentido.

Sin embargo, parecia como si Uluye utilizara ahora su supuesta preocupacion por Indigo como palanca para forzar la cuestion a la palestra al menos con dos anos de adelanto con respecto a lo que habria sido de otro modo. Era como si la imperfeccion de Indigo —si es que en realidad esta poseia tal imperfeccion— no fuera mas que una excusa para que Uluye adelantara la fecha de la ceremonia. ?Por que, se pregunto la sacerdotisa, se habia convertido de improviso la cuestion de la iniciacion final de Yima en algo ? tan urgente para la Suma Sacerdotisa? ! Creia conocer la respuesta a esa pregunta, al menos en esencia. Acababa de verla en los ojos de Uluye, en la crispacion de sus labios y en la anormal rigidez de sus hombros. Uluye estaba preocupada; preocupada porque algun factor nuevo e imprevisto amenazara sus planes, socavara su autoridad y la debilitara. Y ese factor era Indigo. Grunendo a causa del esfuerzo, Shalune se incorporo y, todavia con el camison puesto, arrastro los pies en direccion a la cortina que cubria la entrada. El olor a comida empezaba a elevarse en el aire, senal inequivoca de que la ciudadela se despertaba, y el aire resultaba ya achicharrante mientras el sol se elevaba por encima de las copas e los arboles. ?Que habia percibido Uluye en Indigo que la misma habia pasado por alto? ?Existia algo alli, algun poder, alguna fuerza perjudicial, o no seria acaso que Uluye empezaba perder la cabeza y a ver husku por todas partes? Fuera cual fuera la verdad, empezaban a sembrarse las semillas, y la cosecha no presagiaba nada bueno para alguien.

Al escuchar unas pisadas en la repisa a la que se abria la puerta de su cueva, Shalune atisbo por una esquina de la cortina y descubrio a Yima que se acercaba.

La muchacha la vio, se detuvo y le dedico una inclinacion.

—Shalune..., mi madre me ha ordenado que te traiga el irro.

—Ah, si; el irro. —Se percibia un toque de ironia en la voz de Shalune mientras tomaba las hierbas y las sopesaba en las manos. Habia solo unas pocas raices; no mucho para media noche de busqueda—. Gracias, Yima. Yima vacilo; luego enrojecio profundamente y musito: —Yo deberia darte las gracias a ti. ?Y te las doy..., te las doy desde lo mas profundo de mi corazon!

—Puede que no resulte tan facil la proxima vez —dijo Shalune mirandola con sagacidad—. Pero hare lo que pueda. Sera mejor que te vayas ahora; tu madre tendra sin duda tareas para ti.

Yima asintio y se alejo apresuradamente bajo la mirada penetrante de Shalune. La visita de la joven le habia servido de recordatorio de que habia que tener en cuenta aun otra complicacion, y una sobre la que debia meditar con cuidado. Esperaba que la muchacha no cometeria ningun error, que no se le escaparia nada en el oido equivocado o se dejaria ver en un momento inoportuno. Uluye ya habia realizado una pregunta enigmatica, y cualquier cosa que despertara sus sospechas podia conducir al desastre.

Shalune volvio a retirarse al interior de la cueva. Atencion, penso; atencion cuidadosa debia ser su consigna ahora. De lo contrario, y a juzgar por la nueva preocupacion de Uluye, sus propios planes podrian estar en peligro...

CAPITULO 9

Durante los dos dias siguientes, Shalune hizo lo que Ulule habia ordenado. Ignorante de lo que sobre ella se habia discutido, Indigo se sintio sorprendida y un poco fastidiada al encontrarse con que, excepto cuando comia o dormia, apenas si podia perder de vista a Shalune, pero disimulo su irritacion, porque cada vez le gustaba mas Shalune, y creia que su comportamiento se debia a la bondad y al anhelo por fomentar aun mas su creciente amistad. Si Uluye esperaba que su subordinada le presentara un informe enseguida, su esperanza se vio pronto defraudada. Shalune no descubrio nada extrano. No se produjeron nuevos trances inesperados, ni perdidas de memoria; nada digno de mas profunda investigacion; y esto solo sirvio para reforzar la sospecha de la rechoncha sacerdotisa de que la cuestion de la tara era una estratagema deliberada para despistar, y que Uluye organizaba algo mas tortuoso de lo que imaginaba.

Durante la luna menguante la ciudadela mostro la calma acostumbrada en aquellas epocas; durante esta fase de la luna vagabundeaban menos espiritus y seres siniestros y tambien venian menos personas hasta el farallon con sus ofrendas y peticiones, de modo que, a excepcion del acostumbrado ritual nocturno de patrullar la orilla del lago, las sacerdotisas tenian poco que hacer apane de ocuparse de las cuestiones domesticas. Esta pausa en la actividad fue todo un alivio para Indigo, pues le permitio sumergirse en cuestiones domesticas y apartar de la mente los horrores presenciados durante la Noche de los Antepasados y sus secuelas. No se repitieron las pesadillas; pero, dos noches despues de la ceremonia de la luna llena, ocurrio algo que hizo anicos su recien encontrada tranquilidad mental.

Era muy tarde, y Shalune se disponia a abandonar el aposento de Indigo tras pasar una productiva velada instruyendola en algunas de las particularidades de la lengua de la Isla Tenebrosa. Cuando levantaba la cortina para acompanar a su invitada al exterior, Indigo se detuvo al percibir un movimiento en la orilla del lago a sus pies. El firmamento estaba salpicado de nubes, con lo que la luz de la luna se filtraba por entre una fina neblina, pero se

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