situacion de Yima. Acababa de presenciar la despedida de Yima al hombre que amaba, pero realizada por poderes porque el repentino cambio en sus circunstancias le habia imposibilitado abandonar la ciudadela. Todos los movimientos de Yima estaban ahora sometidos al minucioso escrutinio de su madre; su destino estaba sellado, y no podia escabullirse ni siquiera para celebrar una ultima y agridulce cita.
Ahora, con este ultimo mensaje de Shalune, los suenos de los jovenes amantes habian quedado enterrados para siempre, y las ultimas y conmovedoras frases intercambiadas entre Shalune y el joven resonaban en la mente de Grimya. «Nunca lo olvidare», habia dicho el. «Seria mejor para todos los interesados que lo hicieses», habia respondido Shalune. El corazon de la loba se conmovia con facilidad, y, de haber sido humana, habria llorado por Yima y Tiam y por la
definitiva destruccion de sus esperanzas.
Los arboles empezaban a escasear, y la loba se dio cuenta de que se acercaba al final del bosque. Con un esfuerzo, aparto a un lado sus tristes pensamientos y alzo el hocico para atisbar al frente. Obtuvo una fugaz vision del negro centelleo del agua por entre los apinados troncos y, en menos de un minuto, salio al sendero de arena que rodeaba el perimetro del lago. Shalune se encontraba ya en el sendero y andando a paso rapido; Grimya hizo intencion de tomar la direccion opuesta, pero entonces se detuvo, erizando el lomo. Habia algo en el sendero delante de Shalune, entre ella y el farallon. La mujer no lo habia visto aun, pero los agudos ojos de Grimya habian captado un revelador destello de movimiento junto a los arboles. Era otra figura humana, pero no se trataba de Tiam; esta figura era demasiado alta. Parecia... «Madre todopoderosa —penso Grimya con un sobresalto—. ?No puede ser Uluye! No...»
La aterradora idea se vio violentamente truncada cuando comprendio que no se trataba de Uluye, que la figura se movia de una forma demasiado extrana, demasiado rigida, como si unas manos invisibles manipularan sus piernas y brazos y ocuparan el lugar de un cerebro que ya no podia controlar el cuerpo que habitaba. En ese mismo instante, Shalune tambien lo vio. Titubeo, dio un traspie y estuvo a punto de caer, pero recobro el equilibrio. Luego se quedo inmovil, transfigurada como si fuera victima de la despiadada mirada refulgente de una cobra.
El hushu penetro en el sendero arrastrando los pies y ? alzo un brazo. Sus movimientos eran desarticulados, una serie de sacudidas inconexas, pero sus intenciones eran claras. Dirigio el brazo en direccion a Shalune, y los dedos de su mano muerta se extendieron como los dedos de un bebe que intenta agarrar el objeto de sus deseos. Shalune no podia moverse. La monstruosidad le impedia el paso, y ella estaba demasiado paralizada por el terror para pensar siquiera en echar a correr por donde habia venido. Tambien Grimya estaba aterrada, pero no permitio que el miedo la venciera. Un instinto primitivo, una sensacion de repugnancia arraigada mas profundamente aun en su psique que el temor a esta parodia infernal, broto a la superficie, y la loba se lanzo hacia adelante; recorrio el sendero como una exhalacion, descubriendo los colmillos con un salvaje rugido. Un chillido agudo y penetrante —Grimya jamas sabria si habia sido lanzado por el hushu o por Shalune— provoco que todas las aves del bosque empezaran a gritar y piar mientras la delgada forma gris de la loba sobrepasaba a Shalune, se detenia en seco frente a ella y empezaba a grunir de nuevo en furioso desafio. El hushu se balanceo sobre los talones, agitando los brazos, y Grimya. pudo contemplar su rostro medio descompuesto, medio momificado, la mandibula descarnada que mostraba unos dientes negros y podridos en unas encias resecas, y los dos puntitos blancos de luz que centelleaban en lo mas profundo de unas cuencas vacias y traicionaban la existencia de una semivida sin inteligencia dentro de su cerebro. La loba sintio como su cuerpo parecia arder, para luego quedarse frio como un glaciar, pero se mantuvo firme, el rostro desfigurado en una mascara de rabia y odio, los labios tirantes con la saliva resbalando en hilillos por entre los dientes.
La mandibula del hushu se abrio con un sonoro crujido, y un hedor insoportable broto de su garganta.
—Hammm...
No era capaz de hablar, pues sus cuerdas vocales y musculos se habian descompuesto; pero los sonidos abismales que la criatura producia eran casi, casi palabras y daban la espantosa impresion de que sabia lo que queria decir. El horrible aliento volvio a caer sobre la loba, y el monstruo grazno:
—Hammmbr... Hammmbreee...
Detras de Grimya, Shalune lanzo un gemido casi tan terrible como el farfullar del hushu. La criatura volvio a agitar el brazo, abriendo y cerrando los dedos.
—Ooooo... —chirrio—. Oooo... oomm... coooom... — Entonces, de improviso, la espantosa voz se elevo en un gemido tan lugubre que una violenta sacudida recorrio el cuerpo de la loba—. ?Cooom... ah, ahhh, cooomlIIDAAA!
Si se hubiera detenido un momento a pensar, Grimya habria dado media vuelta y huido. Pero no habia tiempo para mostrarse racional; el instinto, y solo el instinto, se hizo cargo de la situacion, y se arrojo contra el hushu en un gran salto mientras el miedo, la repugnancia y la rabia se combinaban y la impulsaban a atacar. El hushu se estrello contra el suelo bajo su peso, chirriando como un ave enloquecida; los dientes de la loba se cerraron en el vacio, y una rafaga hedionda como salida de una vieja tumba la lanzo hacia atras cuando la criatura le aullo al rostro.
Grimya empezo a morder una y otra vez, babeante, casi histerica mientras intentaba acabar a mordiscos con la existencia de aquel ser anormal y aullante. Entonces unas manos la sujetaron por el pelaje del cuello y una violenta fuerza tiro de ella hacia atras, y escucho la voz de Shalune que gritaba en su oido.
—?No, Grimya, no! ?Dejalo, sueltalo! ?Corre! ?Corre!
El hushu se quedo tumbado al borde del sendero agitando brazos y piernas violentamente. No conseguia levantarse, pues no podia coordinar sus movimientos; todo lo que podia hacer era patear y agitar los brazos, meneando la contrahecha cabeza y profiriendo sonidos guturales que resultaban a la vez lastimeros y furiosos. Grimya lo contemplo horrorizada mientras sus propios sentidos regresaban como en un torbellino a la normalidad; entonces Shalune volvio a tirar de ella con renovadas energias.
—?Grimya! ?Vamos! ?Corre!
Echo a correr, con Shalune junto a ella, y ambas se lanzaron sendero adelante como alma que lleva el diablo. Ninguna penso en el peligro mientras atravesaban la plazoleta situada junto al lago en direccion a la pared del farallon, y fue solo cuando llegaron a la escalera y Shalune se desplomo, jadeante, sobre el peldano inferior que a Grimya se le ocurrio mirar a lo alto del zigurat que se alzaba sobre ellas. Pero no se veia resplandor de antorchas, ni se oian voces, ni aparecian figuras agitadas saliendo del entramado de cuevas. Nadie, al parecer, habia oido nada extrano.
Shalune estaba caida sobre la escalera, el rostro apretado contra uno de los escalones de piedra, el pecho tembloroso mientras intentaba llenar los pulmones de aire. Grimya volvio la cabeza para mirar mas alla de la plazoleta al sendero y al sombrio bosque. Sabia donde debia de encontrarse el hushu, pero una nube se deslizaba en esos momentos por encima de la luna y no podia ver nada que se moviera. El bosque murmuraba, tan desconocido y reservado como un mar lejano; mezclandose con sus sonidos le parecio escuchar un debil ulular que no pertenecia a un ave nocturna, pero no estaba segura.
La agitada respiracion de Shalune volvio poco a poco a la normalidad, y, por fin, la sacerdotisa levanto la cabeza. Su mirada y la de Grimya se encontraron por un instante; luego Shalune rasco a Grimya entre las orejas y desvio la vista. No sentia curiosidad ni suspicacia por la presencia de la loba en el bosque; sencillamente, suponia que Grimya debia de haber estado de caza, y no encontraba nada raro en ello: despues de todo era un animal. Pero la loba habia visto gratitud y admiracion en los ojos de la sacerdotisa, el silencioso reconocimiento de que el animal le habia salvado la vida. Shalune no lo olvidaria, y su gesto habia sido un mudo pero enfatico reconocimiento de su deuda.
La gruesa sacerdotisa se incorporo pesadamente. Grimya lanzo un suave ganido interrogante, y Shalune bajo los ojos para mirarla. Intentaba sonreir, pero no ponia el corazon en ello. Y la loba vio temor en su rostro.
La mujer se llevo un dedo a los labios pero no dijo nada. Dirigio la mirada al lago, y se estremecio como si un viento glacial se hubiera apoderado por un segundo de la sofocante atmosfera. Movio los labios, y