Las trompas y los tambores siguieron sonando, cada vez mas alto, y, consciente de que nada conseguiria averiguar mirando inutilmente en direccion al templo,
Alguien acababa de abandonar el farallon y atravesaba el arenoso suelo de la plazoleta. Por un instante
La figura apresuraba el paso, dirigiendose, no hacia el lago como
CAPITULO 14
—?Se ve una luz!
La voz de Shalune siseo las palabras tan subita e inesperadamente que Indigo dio un brinco y estuvo a punto de perder el equilibrio. El velo que llevaba le enturbiaba la vista, y el resplandor que despedian las velas que portaban era debil y practicamente inutil, pero podia distinguir la vaga forma de Shalune delante, algunos peldanos por debajo, y la figura de Yima entre ambas. La sacerdotisa se habia detenido, y con un brazo apenas visible indicaba hacia abajo.
Desde que se habia desvanecido a sus espaldas el ultimo resplandor de las antorchas del mundo exterior — ?hacia unos minutos?, ?unas horas?— Indigo se habia obligado a si misma a concentrarse en cualquier cosa excepto en el proceso de este estrafalario viaje. Habia tratado de no prestar atencion al hecho de que la escalera de caracol por la que bajaban no tenia barandilla, ni un simple pasamanos, sino que era una serie de peldanos sin proteccion lateral que descendian en espiral por el Pozo. Habia intentado hacer caso omiso del hecho de que a estas horas debian de encontrarse ya muy por debajo de los niveles mas inferiores de la ciudadela, y no hacer conjeturas sobre la profundidad del Pozo, rehusando detenerse a pensar en que, cuando en un momento dado su pie habia desalojado de su sitio una piedra suelta y la habia arrojado al negro vacio, no la habia oido golpear el fondo. Se limito a seguir avanzando detras de Shalune y Yima, un desigual peldano tras otro, el hombro pegado a la pared del Pozo y la vista constantemente fija en la vela que sostenia.
Ahora, sin embargo, las agudas palabras de Shalune deshicieron el hipnotico hechizo que el descenso habia empezado a imponer, e Indigo se sintio momentaneamente desorientada, como si la acabaran de sacar de un sueno profundo. Aunque no se les habia prohibido hablar durante el trayecto, ninguna habia sentido la necesidad de utilizar palabras hasta ahora. O quiza, penso Indigo, ninguna habia tenido el valor de romper el silencio.
Con sumo cuidado se aparto de la pared para mirar abajo. Lo cierto es que si que se veia una luz —debil e incolora, pero clara— que se filtraba hacia lo alto desde algun punto de alla abajo. Creaba la ilusion de un lejano estanque nebuloso en las profundidades del Pozo, e Indigo volvio a apoyarse rapidamente en la pared, reprimiendo un vertiginoso escalofrio.
Las velas crearon unos apagados reflejos en los ojos ribeteados de negro de Shalune cuando esta volvio la cabeza.
—Tambien se nota un calorcillo que viene de abajo —musito—. Creo que ya debemos de estar cerca del fondo.
Indigo estaba demasiado preocupada para darse cuenta de que su voz mostraba un tono curiosamente tenso, e, incluso aunque lo hubiera notado, lo habria atribuido a un nerviosismo mas que justificado. Siguieron adelante, y tambien ella empezo a sentir el calor, como un aliento humedo flotando en el Pozo; un fetido aroma putrefacto que la obligo a arrugar la nariz, y, a medida que se acercaban al origen de la luz y la visibilidad aumentaba, comprobo que la pared de piedra desprendia una debil fosforescencia humeda.
Yima habia empezado a temblar. Los adornos que pendian de la grotesca mascara tintineaban y chocaban entre si, y los estremecimientos de sus hombros hacian ondular las multicolores cintas de la capa, Indigo extendio una mano para posarla sobre el brazo de la joven, intentando tranquilizarla en silencio. No era Yima la unica que estaba asustada. Tambien Shalune temblaba; aminoro el paso como si de repente tuviera miedo de seguir adelante, y luego se detuvo bruscamente. Con la mano todavia en el brazo de Yima, Indigo susurro: — ?Shalune! Shalune, ?que sucede, que pasa? —Nada —respondio la gruesa mujer, sacudiendo la cabeza con energia—. Es... ?ahh!
El interrumpido susurro hizo brincar el corazon de Indigo; mientras se calmaba, bajo la mirada y descubrio lo que tanto habia sobresaltado... o asustado a su companera. Los escalones terminaban unos tres metros mas abajo. Y alli, donde moria la ultima curva de la escalera, se abria una puerta baja y estrecha, casi un agujero en la pared de roca, que daba acceso a la oscuridad mas profunda.
Esta vez, cuando Shalune volvio la cabeza, la fantasmal luz hizo que su rostro adquiriera un aspecto cadaverico bajo el velo, y el miedo que emanaba de ella fue como una onda de choque psiquica. Yima profirio un horrible sonido estrangulado, e Indigo cerro la mano con mas fuerza alrededor del brazo de la muchacha, en un intento por transmitir una seguridad que estaba muy lejos de sentir. —?Shalune! —volvio a susurrar. Pero Shalune no contesto. Volvia a andar con un gran esfuerzo, pero murmuraba para si, la mano libre abriendose y cerrandose con gestos rapidos y espasmodicos. Indigo comprendio que rezaba, pero ademas se dio cuenta de que la mujer estaba totalmente aterrorizada.
Por fin, la gruesa sacerdotisa descendio a trompicones los tres ultimos peldanos, con Yima e Indigo detras. Se detuvieron la una junto a la otra sobre un suelo de roca curiosa y extranamente liso sobre el que resplandecia una fina capa de agua. Esta resultaba tibia al contacto con sus pies desnudos pero tambien viscosa, como si fuera aceite, se dijo Indigo mientras encogia los dedos de los pies con cierta repugnancia. Delante de ellas, el oscuro agujero se abria como una boca silenciosa. No mostraba senales, ni adornos, pero no habia duda de que este era el camino que debian tomar. No habia otra eleccion.
Shalune titubeo, reacia incluso a mirar, e Indigo inquirio en voz baja:
—?Quieres que vaya primero?
Resultaba dificil interpretar una expresion bajo el velo y la capa de pintura, pero le parecio que Shalune le dedicaba una mirada de intensa gratitud antes de asentir en silencio, Indigo aspiro con fuerza. Su vela seguia encendida, de modo que se agacho frente a la boca del agujero, introdujo la mano en la oscuridad y atisbo al otro lado.
No se trataba del tunel estrecho que habia temido. En lugar de reflejarse inmediatamente sobre la roca, el pobre resplandor de la vela se difuminaba en el vacio, sugiriendo que debia de existir un espacio mayor al otro lado de la abertura. Con un gesto de animo en direccion a sus companeras, Indigo paso al otro lado de la abertura. A pesar de lo reducido de la entrada, consiguio atravesarla sin tener que agacharse a cuatro patas, y fue a salir a un lugar sin luz que parecia lo bastante grande como para mantenerse erguida, aunque no podia estar segura hasta que lo intentara. Se alzo poco a poco. La cabeza no choco contra el techo, y, cuando extendio los brazos frente a ella y luego a ambos lados, no toco nada. El aire era mas caliente y viciado, y el olor mas fuerte.
Se volvio con cuidado y grito:
—?Todo va bien! Estoy en el otro lado, y hay espacio suficiente para las tres.
Se escucharon unos susurros insistentes al otro extremo del agujero, seguidos de una larga pausa. Por fin Yima hizo su aparicion. La altura extra de la mascara la obligo a arrastrarse, e Indigo se agacho para ayudarla a