—Tengo cosas mas importantes de las que preocuparme para pensar en tu querida amiga —respondio con brusquedad—. Aparta de mi camino.

Habria seguido adelante, pero Grimya le cortaba el paso y se negaba a moverse.

—?Pero de... debemos encontrrrarla! —protesto la loba—. Esta en pe... ligro. Hemos de volver a abrir el Pozo, seguirla...

—?Desde luego que no! —Los ojos de Uluye brillaron despectivos—. Nadie puede penetrar en el Pozo a menos que sea invitado por la Dama Ancestral. Y bien, ?debo volver a repetirte que te hagas a un lado?

—Pero Indigo esta...

—?Maldita sea Indigo, y maldita seas tu, mutante presuntuosa! —estallo Uluye—. ?Crees que me importa lo que le suceda a ella? Se ha insultado a la Dama Ancestral, e Indigo es responsable de ello. ?La senora castigara a tu preciosa Indigo como considere mas oportuno, y ni tu ni yo ni nadie se interferira!

?Me comprendes?

Antes de que Grimya pudiera volver a protestar, antes de que pudiera reaccionar, la Suma Sacerdotisa la empujo a un lado y empezo a ascender por la escalera. Grimya hizo intencion de seguirla, con la idea de suplicarle, o incluso amenazarla y morderla si todo lo demas fracasaba, pero comprendio de improviso que tanto suplicas como amenazas resultarian inutiles. Nada haria cambiar de parecer a Uluye. La Suma Sacerdotisa estaba contenta de ver a Indigo en peligro; queria vengarse de aquellas que, a su juicio, la habian traicionado a ella y a su malvada diosa, y se negaba firmemente a creer que tambien a Indigo la habian enganado. Segun la retorcida logica de la mujer, Indigo tema que ser tan culpable como Shalune y Yima, y Uluye saborearia cualquier castigo que se impusiera a la muchacha.

Pero aun habia mas; mientras contemplaba como Uluye ascendia la escalera, Grimya lamentaba amargamente el desesperado impulso que la habia hecho dejar de lado toda cautela y revelar su propio secreto y la verdad sobre el engano de Yima. Tendria que haber sabido que la insensible sacerdotisa no le ofreceria ni comprension ni ayuda, pues Uluye habia sentido aversion y desconfianza por Indigo desde el principio, y, al contarle la loba su historia, esta desconfianza se habia convertido en odio ciego. La loba no habia obtenido nada; en realidad habia empeorado las cosas, ya que ahora tambien Yima estaba en peligro. Grimya no habia querido traicionar a Yima, pero la seguridad de Indigo era lo mas importante para ella y sabia que su unica esperanza de obtener la ayuda de Uluye era contandole toda la verdad. Ahora sus esperanzas estaban destruidas, y ya no habia nada que pudiera hacer.

Uluye era ya una figura lejana en la escalera, ascendiendo en direccion al templo, desde donde vigilaria el regreso de los grupos de busqueda. Por unos instantes, Grimya continuo con la cabeza levantada mirandola; luego, con un sentimiento de muerte en el corazon, dio media vuelta y se perdio en la oscuridad.

Descender por la escalera era como moverse en un sueno. La luz procedente de la extrana trampilla hacia rato que se habia desvanecido detras de ellas, y, aunque todavia tenian la vela, su brillo era muy tenue para mostrar cualquier cosa mas alla del siguiente peldano. El silencio era tan intenso que incluso el pisar de sus pies desnudos sobre la piedra resultaba atronador y molesto; Indigo escuchaba con atencion en busca de otros sonidos, cualquier cosa que pudiera darle alguna pequena pista sobre lo que las rodeaba, pero no se oia nada... hasta que, sin advertencia previa, la escalera llego a su fin.

Se detuvieron, contemplando vacilantes el ultimo escalon. Mas alla, el resplandor de la vela se reflejaba en lo que parecia un suelo de piedra llano, pero ninguna podia decir, ni deseaba adivinar, lo que podia haber mas alla.

En respuesta a un cauteloso gesto de asentimiento por parte de Shalune, las tres avanzaron y posaron los pies en el suelo, para permanecer luego apretadas las unas contra las otras, esperando. El rancio olor a humedad era mas fuerte aqui, y el enrarecido aire las rozaba con calidos dedos mojados e informes. Inuss se estremecio; Indigo extendio la mano para coger la de la joven e infundirle confianza. De pronto, la mano de Inuss se cerro con mas fuerza alrededor de la suya y las tres mujeres observaron con sorpresa que la oscuridad se aclaraba ligeramente.

Fue una transicion gradual, pero en cuestion de segundos la total oscuridad dio paso a una penumbra profunda y opresiva, como el crepusculo que precede a una

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tormenta. Las sombras empezaron a adoptar formas vagas, luego se perfilaron con nitidez... y a poco el cambio era completo y, en el crepusculo de color estano, Indigo y sus companeras pudieron ver por primera vez el lugar donde se encontraban.

El debil suspiro de asombro que Shalune dejo escapar fue contestado por un centenar de susurrantes ecos. Detras de ella, Inuss profirio un gritito, mientras que Indigo era incapaz de hacer otra cosa mas que contemplar en silencio la escena que se ofrecia ante ellas. Se encontraban a la orilla de un enorme lago inmovil, cuya orilla opuesta se perdia en una oscuridad impenetrable. Sobre sus cabezas y a su alrededor se curvaban las paredes y techo de una gigantesca caverna, y, bajo la cupula de la caverna, la superficie del lago resplandecia como un espejo negro. A Indigo se le ocurrio de repente que casi podria ser un espejo que reflejara una imagen del otro lago situado sobre sus cabezas, alla arriba junto a la ciudadela, pero la ilusion desaparecio al darse cuenta de que ningun sol, ni luna, ni estrellas habian proyectado jamas su luz sobre este lugar desolado. Ningun pez habia nadado en estas aguas, y ni una sola brizna de hierba habia arraigado entre las desnudas rocas que las rodeaban. Realmente, esta era una region de los muertos.

Entonces, mientras permanecian inmoviles en silencio, sin saber que pensar y mucho menos que hacer, un sonido apenas audible se abrio paso por entre el silencio. En un principio resulto inidentificable, pero, al cabo de unos instantes, Indigo empezo a reconocer un ritmo claro y familiar. Era el sonido de un unico remo, una espadilla, que hendia la superficie con paletadas largas y regulares, y junto con este sonido vino el inconfundible chapoteo de un bote avanzando despacio por el agua hacia ellas. De improviso, Inuss se aferro a su brazo, ahogando un chillido de terror. En el otro extremo del lago una silueta surgia de la oscuridad. Primero fue la elevada proa lo que se hizo visible, como una criatura marina saliendo con cautela de su guarida. Luego fue el bote en si el que hizo su aparicion; era mucho mas pequeno de lo que Indigo habia esperado, ancho y plano, y recordaba en gran manera a los botes que llevaban las naves escolta davakotianas; y surgia despacio de entre las sombras, balanceandose ligeramente mientras se deslizaba sobre la superficie del lago.

Y desde la popa, guiando el largo remo con manos esqueleticas, la espesa melena negra ondeando sobre los estrechos hombros, el solitario ocupante del bote las contemplaba a traves de la penumbra con ojos que brillaban como un par de frias estrellas.

Tan despacio que parecia estar en trance, Shalune cayo de rodillas. Inuss se arrodillo junto a ella, y ambas inclinaron las cabezas hasta que la frente de Shalune y la mascara de Inuss tocaron el suelo de la caverna. Solo Indigo permanecio sin moverse, observando el bote que se acercaba, mirando los extranos ojos helados que le devolvian la mirada con tranquila pero temible intensidad. No era esto lo que habia esperado; habia esperado que se enviara a su encuentro a algun sirviente, a algun habitante menor de este mundo, para conducirlas en el ultimo tramo de su viaje al corazon del reino. Pero este no era ningun sirviente. Percibia el poder del ser, lo veia brillar en los frios ojos, sentia un escalofrio en todo su cuerpo como respuesta a su mirada. Ante ella tenia al demonio. Ante ella se encontraba la Dama Ancestral en persona.

La criatura era, en un sentido terrible, hermosa. El rostro, aunque exangue y de una palidez cadaverica con un horripilante tinte grisaceo, poseia sin embargo un encanto translucido que resaltaba las afiladas y orgullosas facciones y le otorgaba un aire casi entristecido. Los labios eran negros, gruesos y sensuales, y los cabellos, una negra cascada reluciente que parecia fundirse con la negra tunica, en la que brillaban diminutos puntos plateados como si fueran reflejos del agua.

Plata... El corazon de Indigo se contrajo. Plata, el color de Nemesis, la pista que no podia ocultarse. Pero no; sin duda no podia existir una conexion. Conocia demasiado bien a Nemesis, y, por muy siniestra que pudiera ser su naturaleza, no poseia un poder de este calibre...

El bote se detuvo. Las aguas no se agitaron; no se produjo ni una simple ondulacion. El bote sencillamente se paro y quedo flotando inmovil en el lago mientras Indigo y la Dama Ancestral seguian mirandose. Con un segundo sobresalto, la muchacha descubrio ahora que los ojos del ser eran tan negros como sus labios y cabellos, pero que alrededor del iris mostraban una aureola de brillo plateado, como una sobrenatural corona que refulgiera alrededor de una luna en eclipse.

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