?Quien? —Vo... vos, mi senora. Solo vos. —Si, Shalune, yo juzgo. ?Aceptas mi decision? El rostro de Shalune estaba a la vez lleno de angustia y de adoracion, Indigo comprendio que realmente amaba a este ser monstruoso, y, aunque este amor tenia sus raices en el terror, era de todas formas tan real como el amor de un nino por su madre, de una mujer por su amante, de un estupido e indefenso perro por su severo amo que un dia, un buen dia, puede otorgarle una alegria indecible condescendiendo a ser amable.
—Acepto vuestro juicio, dulce senora —respondio Shalune, y se le quebro la voz en la ultima silaba—. Soy vuestra. Somos vuestras. Lo que sea que mandeis, nosotras lo haremos.
Se produjo un silencio, durante lo que parecio una eternidad. Indigo deseaba intervenir, pero no sabia que podia decir o hacer; una sola palabra en el momento equivocado o en el lugar equivocado podia muy bien empeorar las cosas. Shalune e Inuss permanecian inmoviles. Inuss, una figura patetica ahora, seguia todavia sumergida en el agua hasta la cintura, la recargada tunica empapada y pegada al cuerpo. La Dama Ancestral paseo la mirada de la una a la otra con expresion inescrutable. Cuando volvio a hablar, su voz habia perdido el leve tono de emocion y recobrado la frialdad.
—Te juzgo una valedora indigna, Shalune, pues me has traido a una postulante que no es la elegida por tu Suma Sacerdotisa. Has desafiado la voluntad de tu Suma Sacerdotisa y, al hacerlo, me has desafiado a mi. —Bajo la mirada—. En cuanto a ti, Inuss, has conspirado con tu mentora para desobedecer y enganar. No otorgo mi bendicion a seres como vosotras. No sois dignas de regresar a vuestro propio reino, ni tampoco de residir en el mio.
Se produjo una pausa, durante la cual Indigo vio como los ojos de Shalune se abrian de par en par presas del terror. Entonces la Dama Ancestral anuncio con voz tajante:
—Vuestros corazones saben que sois culpables. Y conoceis el castigo para lo que habeis hecho. Vuestras almas son mias; y os envio a residir entre los seres sin vida, que siguen vivos. Os declaro
CAPITULO 16
—?No! ?Demonio, engendro del infierno,
El grito de Indigo resono por toda la enorme cueva y desencadeno una oleada de ecos que gritaron y entrechocaron en la penumbra. La Dama Ancestral giro la cabeza y dedico a Indigo una mirada indiferente... y una tremenda fuerza hizo perder el equilibrio a la muchacha y la lanzo hacia atras, Indigo choco contra la pared y cayo al suelo, con el cuerpo dolorido y una neblina roja que le nublaba el cerebro. Abrio la boca, pero no habia aire en sus pulmones para volver a gritar ni lanzar el menor sonido; no pudo hacer otra cosa que permanecer tumbada sobre el duro suelo, intentando recuperar el control de sus sentidos mientras contemplaba como se desarrollaba una horrible escena que nada podia hacer para evitar.
Inuss sollozaba con voz aguda. La joven giro torpemente y realizo un frenetico intento de vadear de vuelta a la orilla, pero, antes de que pudiera dar dos pasos, la Dama Ancestral arrojo a un lado la mascara y, mientras esta chocaba contra el agua con un sordo chapoteo, agarro a Inuss por los cabellos. El gimoteo se convirtio en un alarido de desesperacion; Inuss lucho pero fue arrastrada inexorablemente y levantada en el aire hasta que sus pies quedaron fuera del agua. Sus ojos, desorbitados ahora, se encontraron con la implacable mirada de la diosa... y de improviso dejo de debatirse. En unos segundos, la voluntad de resistir la abandono, y, con la boca entreabierta, quedo colgando de las manos de la negra figura mientras sus gritos se apagaban.
Los ojos de la Dama Ancestral llamearon, y una unica palabra broto de sus labios:
—
Inuss permanecio inmovil durante un instante; luego un ligero temblor le recorrio el cuerpo, y sus ojos se vidriaron mientras la inteligencia, la conciencia y la vida la abandonaban. Fue sencillo, rapido, devastador. La Dama Ancestral abrio las manos, y el cuerpo de Inuss cayo al agua. Se produjo un chapoteo y el centelleo del agua y, durante unos segundos despues de apagarse todo sonido, el silencio fue completo. El cuerpo de Inuss quedo flotando a menos de un metro del bote. Sus cabellos y la tunica cubierta de cintas se arremolinaban alrededor de ella como tiras multicolores de algas acuaticas. Un suave oleaje en forma de amplios circulos rodeaba el cuerpo, y los ojos contemplaban tranquilamente el techo de la cueva; la expresion del rostro era de una total y obscena placidez.
La Dama Ancestral no le dedico ni una mirada. Sus ojos se posaron en Shalune, y la inhumana mirada paralizo a la sacerdotisa.
—Shalune —llamo—. Ven a mi. Ven.
Tumbada todavia junto a la pared de la caverna, Indigo observaba la escena en un estado de paralizada y silenciosa impotencia. Habia presenciado la atrocidad del asesinato de Inuss —no se lo podia llamar de otra forma aturdida por la conmocion y el dolor, pero su cerebro, debatiendose aun bajo los efectos del violento ataque de la Dama Ancestral, era incapaz de aceptar que aquello hubiera sucedido de verdad. Aturdida fisica y mentalmente, se habia convencido de que se trataba de una pesadilla absurda, y no conseguia separar la pesadilla de la dura realidad.
Sin oponer resistencia, sin comprender, Indigo contemplo como Shalune se ponia en marcha. Los ojos de la gruesa sacerdotisa estaban llenos de terror, pero su rostro seguia mostrando la misma expresion de horrible adoracion. Sabia lo que le aguardaba, pero nada en el mundo la habria convencido de desafiar a su diosa. Habia aceptado su destino como algo correcto y justo, y, aunque quiza no iba de buena gana, iba sin discutir y sin un murmullo de protesta. En algun lugar de su interior, Indigo empezo a gritar en silencio: «?Shalune! ?Shalune, no! ?Es una mentira, un fraude, no vayas hasta ella!». Pero, sin saber como, su protesta parecia carecer de significado. Gritar con su voz fisica, o incluso intentar ponerse en pie, no serviria de nada; carecia de tal poder. Todo esto no sucedia, no era real.
Como si percibiera los pensamientos de Indigo, Shalune se volvio para mirarla. Una expresion de inefable tristeza y dulzura habia transformado las asperas y toscas facciones, como si le hubieran quitado anos y hubiera vuelto a ser una criatura inocente, libre, sin pecado. No existia ni una pizca de inteligencia en las negras simas de sus ojos.
Todavia incapaz de comprender, Indigo contemplo como la mujer penetraba en el lago. Shalune vadeo hasta el bote, sin prestar atencion al cadaver flotante de Inuss, y se detuvo junto a la borda. El agua le llegaba hasta el pecho; levanto los ojos hacia la Dama Ancestral pero no dijo nada. —Shalune, ?eres mi sierva? — inquirio la figura, bajando la mirada.
La voz de Shalune era apenas reconocible; tambien aqui la indefensa criatura habia tomado el control. —Lo soy, senora. —?Me has agraviado?
Se produjo una pausa. Luego Shalune murmuro: —Os..., os he agraviado.
—Dime cual es el castigo a tal pecado, Shalune —exigio la delgada figura meneando la cabeza.
La segunda pausa fue mas larga que la primera. Shalune parecia debatirse consigo misma, luchando por no hablar. Pero las palabras brotaron al fin. —El castigo es... la muerte.
—?Comprendes ahora un poco mas, Indigo? —inquirio la Dama Ancestral con
voz indiferente.
Alli, en el negro lago junto a Inuss, las manos entrelazadas sobre el pecho como en un gesto piadoso, el cuerpo de Shalune subia y bajaba, subia y bajaba, al compas del ligero oleaje. Con los ojos fijos en los cadaveres, Indigo contesto al cabo con una voz que incluso a ella misma le sono curiosamente despreocupada y sonadora.
—Tienen un aspecto tan..., tan tranquilo...
—?Tranquilo? —El tono de la Dama Ancestral mostraba un cierto matiz despectivo que abrio una pequena grieta en la barrera que Indigo habia erigido a su alrededor—. No, no lo veo asi. No tienen mas que la recompensa que han merecido, ni mas ni menos. —Se volvio unos centimetros y miro en direccion al extremo mas lejano del