lago, invisible en la oscuridad—. Ahora pueden marcharse —dijo, e hizo un gesto despreocupado con una mano.

Una nueva ola llego hasta la orilla del lago, y los dos cuerpos empezaron a moverse. Despacio, pero inexorablemente, sin una fuerza visible que los impulsara, giraron hasta quedar en perfecta alineacion y empezaron a alejarse; pasaron junto al bote y, dejandolo atras, penetraron en las regiones mas profundas del lago. Una corriente invisible los atrapo, y giraron sobre si mismos de improviso al dar con un remolino; en seguida ganaron velocidad y, el uno al lado del otro, se alejaron flotando en la oscuridad para desaparecer en direccion a la lejana e invisible orilla.

El bote se balanceo ligeramente al volverse de nuevo la Dama Ancestral. Recogio el remo que habia dejado sobre el bote, y sus ojos, con su brillante corona blanca, se clavaron en Indigo.

—Bien —dijo—, ?que he de hacer contigo?

Indigo parpadeo y fruncio el entrecejo. Por un instante su cerebro continuo forcejeando entre el estado de semitrance en el que se lo habia encerrado y la sacudida de ir despertando a la realidad. Por fin el muro se resquebrajo y cayo. El sueno se desvanecio, y todo el impacto de lo sucedido la zarandeo como un maremoto.

—?Oh, no...! —La voz resulto apenas audible, pero llevaba con ella las semillas de la mas violenta colera que jamas hubiera sentido—. ?Oh, no...! ?Maldito demonio, monstruosidad asesina! —Toda ella empezo a temblar; no podia controlarse, ni lo intento. Y de repente toda la furia contenida en su interior se desato en un grito agudo—: ?Eran criaturas inocentes, no habian cometido ningun crimen!

El rostro cadaverico de la Dama Ancestral era implacable.

—?Quien eres tu, que te consideras en condiciones de decidir quien es inocente? —inquirio con indiferencia —.

No eres mejor que aquellos a quienes pretendes defender.

Todos sois mis sirvientes, y al final todos vosotros venis a mi.

—?A un demonio? —escupio Indigo—. ?No lo creo, senora! Y ya te digo ahora que no soy un sirviente tuyo, y jamas lo sere.

—Eso dijiste antes, Indigo, y te equivocas ahora, igual que te equivocaste entonces —replico la Dama Ancestral con una sonrisa cansada—. ?No has aprendido esa leccion todavia, oraculo mio?

Los ojos ribeteados de plata centellearon un momento, y, cuando la figura pronuncio la palabra «oraculo», el cerebro de Indigo parecio retorcerse sobre si mismo. Oscuridad y silencio, el empalagoso olor del incienso. Alguien que respira; un ininterrumpido zumbido de voces. Una figura que se mueve en la penumbra, desesperada y terriblemente familiar. Y una voz en el interior de su cabeza anuncio: «Estoy aqui...».

Volvia a ser el sueno en forma de trance, el sueno en el que la habian sumido durante la ceremonia de la Noche de los Antepasados. En aquel momento habia quedado borrado de su memoria, pero ahora regresaba con terrible claridad y recordaba todo lo que la voz surgida de la oscuridad le habia dicho.

—?No! —sacudio la cabeza con fuerza para arrojar las imagenes fuera de si—. ?No soy tu oraculo!

—Si que lo eres. Yo te he convertido en el; yo te escogi, y he hablado a traves de ti.

—?No a requerimiento mio! —exclamo Indigo, enfurecida.

—?Crees tu que no? —dijo la Dama Ancestral—. En ese caso, da la impresion de que no te conoces a ti misma. Una lastima. Pensaba que habrias aprendido a ser mas sensata durante todos estos anos de andar errante, pero parece que el antiguo defecto sigue ahi.

A punto de refutar la afirmacion con fiereza, Indigo se interrumpio bruscamente y adopto una expresion tensa.

—?Que quieres decir? —exigio—. ?Que defecto?

—La tendencia a enganarte a ti misma, entre otros. —La mujer encogio los estrechos hombros—. Viniste aqui en busca de un demonio, pero ni siquiera sabes su nombre o su naturaleza. Ahora otra cosa te ha desviado de tu busqueda, y esa otra cosa te ha conducido hasta mi. Era inevitable. —Levanto los ojos—. Me pregunto, ?reconoceras a tu demonio cuando lo encuentres... o quiza deberia decir «cuando el te encuentre a ti»? Porque, si no es asi, me parece que todas tus valerosas palabras te serviran de muy poco, pues te convertiras en mi esclava tal y como les ha sucedido a tus infortunadas companeras.

—?Oh, no! —Indigo le dedico una lugubre sonrisa—. Has cometido un error. No puedes matarme. Para bien o para mal, carezco de la capacidad de morir... y, si fueras lo que afirmas ser, lo sabrias tan bien como yo.

—?Quien habla de morir? —La Dama Ancestral enarco ligeramente las cejas—. No es necesario morir para servirme. —Se interrumpio con expresion repentinamente pensativa—. Aunque lo que me pregunto es: ?cual sera la diferencia entre ser incapaz de morir y tener prohibido morir?

—?No malgastes tus adivinanzas conmigo, senora! El poder de la Madre Tierra es el unico al que obedezco y es ella quien decreta mi destino, no tu.

—?Ah! —repuso la figura—; pero, si sirves a la Madre Tierra, Indigo, entonces tambien me sirves a mi. ?No te das cuenta? ?Estas tan empenada en seguir la ruta equivocada que todavia no puedes reconocer la verdad cuando esta se presenta ante ti?

—Conozco la verdad —respondio Indigo con una nota de ferocidad en la voz. —No lo creo.

La Dama Ancestral volvio la cabeza para contemplar ? la negra superficie del lago, y su mirada se deslizo despacio hacia la borrosa linea oscura que se habia tragado a Shalune e Inuss.

—No mate a tus amigas —continuo—. Me limite a reclamar lo que ya habian perdido. No quito la vida, Indigo; no es mi estilo y es algo que no me interesa. Su asesino fue el demonio que has venido a buscar.

Indigo se quedo mirandola con fijeza. Interiormente, intento recuperar la colera que la habia empujado... pero esta ya no estaba alli. La furia habia desaparecido sin que se diera cuenta, como un ratero que se escabulle lejos de su victima, y en su lugar, sutil todavia pero reforzandose con : cada momento que pasaba, percibia una sensacion de aguda incertidumbre y consternacion.

—No intentes enganarme con tus simulaciones —dijo con brusquedad, poniendose a la defensiva de improviso—. Se lo que eres.

La negra figura sacudio la cabeza y profirio un sonido que podria haberse interpretado por un suspiro.

—Sigues persistiendo en tu error... —musito cansina; entonces sus terribles ojos se clavaron en el rostro de Indigo—. No soy tu demonio. Pero se que es tu demonio. Y no creo que seas capaz de vencerlo.

El sudor perlaba la frente de la muchacha, pero, antes de que sus labios pudieran formar una protesta, la figura siguio:

—El demonio ha obtenido ya una victoria. La suerte estaba echada cuando tus amigas aceptaron su destino. —?Que quieres decir? —Indigo le devolvio la mirada. —Solo que, si hubieras sabido el nombre del demonio, es posible que tus companeras no hubieran muerto. —Volvio a encogerse de hombros con indiferencia—. No importa, sin embargo. Habrian acabado viniendo a mi de todos modos, con el tiempo.

—?Me estas diciendo que yo podria haberlas salvado?

—A lo mejor si, a lo mejor no.

—?Esto es una vil mentira! —grito Indigo, apretando los dientes—. ?Que podria haber hecho yo? Tu las mataste, y yo no podia detenerte.

—Piensa lo que quieras —suspiro la Dama Ancestral—. A mi no me afecta. — Sujeto con mas fuerza el largo remo y, con un gesto casi apatico, lo paso por encima de la popa del bote. Luego, sin volver a mirar a Indigo, le dio la espalda. El agua chapoteo ligeramente, y el bote empezo a moverse.

Indigo sintio que la garganta le ardia como si hubiera tragado pedazos de cristal.

—?Adonde vas? —pregunto.

La Dama Ancestral se detuvo y la miro por encima del hombro.

—A cumplir con mi trabajo. A patrullar mi reino. ?Que mas tenemos que decirnos?

—?Piensas dejarme aqui en esta orilla?

—Eres libre de marcharte o de quedarte, segun desees. —El movimiento del bote ceso, y la figura se inclino sobre el remo, contemplando a Indigo de soslayo con total indiferencia—. Cualquiera que sea tu eleccion, no tengo la menor duda de que aquello que buscas te encontrara en su momento.

Dicho esto, volvio a girarse, y el espeso manto de sus cabellos se balanceo al ritmo del movimiento del remo. El bote llevaba recorridos unos diez metros o mas, y la gruesa cortina de oscuridad empezaba a envolverlo, cuando Indigo grito con voz tensa:

—?Espera!

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