Se sentia excitada, nerviosa, y curiosamente reacia a volver la cabeza y mirar a la demacrada figura situada en la popa a su espalda. Experimentaba un temor irracional de que, si osaba mirar atras, no veria el cadaverico rostro con su capucha de negros cabellos, sino otra cosa. Algo que, aunque no podia predecir su naturaleza, seria mucho, mucho peor.

Se quito la idea de la cabeza con esfuerzo, pero la hormigueante inquietud permanecio, ya que le fue imposible deshacerse del miedo que acechaba en el interior de su mente. ?Adonde conduciria este sorprendente viaje, y que encontraria al llegar a su fin? Durante cincuenta anos se habia aferrado a la creencia de que Fenran estaba vivo y, tanto en sus suenos como en los extranos y efimeros momentos de realidad, habia visto a su amor y hablaba con el a traves del horrible abismo que los separaba. Fenran no pertenecia a este reino donde la muerte gobernaba suprema y la vida era un intruso, y, sin embargo, con sus enigmaticas palabras y por medio de una taimada manipulacion mental, la Dama Ancestral habia sembrado sin duda en su cerebro, el temor de que, a lo mejor, la muerte si se lo habia llevado y ahora residia aqui con la Senora de los Muertos, su siervo y prisionero para toda la eternidad.

Indigo todavia creia —y queria seguir creyendo— que era una mentira. Los demonios a los que se habia enfrentado durante todos estos anos de vagabundeo habian sido maestros en el arte de crear ilusiones, y esta criatura, este ser enigmatico, diosa o monstruo o algo situado entre ambas categorias, era sin duda uno de tales manipuladores. Pero algo que la criatura le habia dicho, una frase al azar, la obsesionaba: «Aunque lo que puedes encontrar si escoges viajar en mi compania quiza te pondra a prueba mas alla de los limites de tu resistencia». Lo que significaban estas palabras, lo que insinuaban, Indigo no lo sabia; pero su recuerdo era como una lanza de hielo clavada en su corazon.

El bote siguio adelante, envuelto en la silenciosa oscuridad, e Indigo continuo debatiendose entre sus revueltos y contradictorios pensamientos. Le era imposible escoger entre las atracciones gemelas de la esperanza y el temor, pues, se girara en la direccion que se girara, siempre aparecia el espectro de la duda para empanar su eleccion, duda que quedaba personificada en la criatura en cuyas manos se habia puesto.

Volvio a pensar en Shalune e Inuss, y en el terrible destino al que las habia condenado la Dama Ancestral. Expulsadas del otro mundo para convertirse en hushu. Se estremecio cuando, de forma espontanea, su imaginacion evoco una imagen de sus cuerpos flotando por el oscuro lago en una obscena parodia de paz celestial. Puede que en estos mismos instantes se encontraran flotando por este rio, muy cerca... ?o habrian regresado ya al mundo mortal, y en este mismo instante sus ojos sin vida empezaban a abrirse a una nueva y terrible existencia como zombis insaciables?

«No quito la vida», habia dicho la Dama Ancestral. «Me limite a reclamar lo que ya habian perdido.» ?En que forma habian perdido sus vidas? ?Que ley inmutable decretaba que debian aceptar —e incluso buscar— la muerte, y una vida futura mucho peor que la muerte, como castigo por lo que habian intentado hacer? Una fe ciega, y una aceptacion ciega. «?Cual sera la diferencia entre ser incapaz de morir y tener prohibido morir?» ?Podria ser eso lo que la Dama Ancestral habia querido decir? ?Habian muerto las dos companeras de Indigo porque no podian, o no querian, ver mas alla de la rigida estructura mental de su culto, y era esa la diferencia: la voluntad eclipsada por la obligacion?

O por el terror...

De improviso, olvidada la anterior reluctancia, la cabeza de Indigo se volvio hacia atras.

—?Las enganaste! —siseo acusadora—. ?Hiciste que creyeran que no tenian otro remedio que morir!

La Dama Ancestral seguia de pie e impasible en la popa del bote. No se habia metamorfoseado en algo monstruoso y grotesco; solo su piel parecia despedir un leve resplandor nacarado, una luminiscencia a la que el fuego de san Telmo otorgaba un tinte aterrador.

—?A tus desdichadas amigas? —repuso con calma—. No. No tenia ningun interes en enganarlas. El engano..., si es que hubo engano, fue producto de algo menos evidente.

—?Que quieres decir?

—Nada que sea importante. No ha sido mas que un comentario. —Sus cabellos se agitaron a pesar de no soplar brisa alguna, y la aureola plateada de sus ojos centelleo brevemente—. Deberias pensar en las pruebas que te aguardan, no en las de ellas.

Mientras hablaba, Indigo sintio como una mano se cerraba en torno a su brazo.

Lanzo un grito ahogado y se volvio al frente. No habia nada. Sin embargo, todavia podia sentir la presion, y, a pesar de la tenue luz que lo iluminaba todo, la apenas perceptible marca de los dedos se destacaba con toda claridad sobre la piel.

Entonces, despacio, como una estrella siniestra haciendo su aparicion a medida que el sol se ponia, un rostro se materializo en el aire, flotando sin cuerpo frente a la proa del bote a la distancia justa para que no se lo pudiera alcanzar con la mano. El rostro de una muchacha, joven pero enflaquecido por los estragos del sufrimiento y la enfermedad. La piel era tan palida como la de la Dama Ancestral, y se habia ido apergaminando sobre los huesos a medida que la carne que los cubria se resecaba. Los ojos, unos diminutos puntitos de luz en un mar de blanco inyectado en sangre, miraban a Indigo y, a traves de ella, a un mundo indecible de pesadilla, y lo que en una ocasion habia sido una nube de suaves y hermosos cabellos se desprendia ahora de su cuero cabelludo como lluvia torrencial.

Indigo quiso desviar la mirada, pero no pudo. La vision la tenia hipnotizada, y del pozo mas profundo de su mente, de un lugar que durante mas de cuarenta anos habia intentado mantener cerrado a cal y canto a la mente consciente, surgieron los recuerdos como un torrente asqueroso y contaminado.

Los labios de color ocre del fantasma se entreabrieron, mostrando una lengua ennegrecida, y una voz surgida de mas alla de la tumba dijo:

—Tomad mi broche, saia Indigo. Se que lo mantendreis a salvo. Tomad mi broche, y enviadme a los brazos de Ranaya.

Una joven viuda, desconsolada, enferma desahuciada, ? cuya unica esperanza era ahora la fria sombra de la muerte... ?pero como se llamaba? Resonando en su cerebro, Indigo escucho el sonido de la saeta al encajar en la ballesta, casi percibio los duros contornos del arma como una presencia fisica en sus manos. Madre bienhechora, ?como se llamaba aquella pobre criatura?

Aspiro con fuerza, luchando por llenar de aire los pulmones.

—?Haz que se vaya! ?Echalo! ?No es real! —Es real —repuso la Dama Ancestral con indiferencia— Pero no es mas que una de mis multiples sirvientes. —Y el destrozado rostro floto hacia la popa para luego perderse de vista en la oscuridad mientras el bote seguia adelante.

Indigo temblaba convulsivamente sin poder impedirlo. Todo aquel horror, dolor y locura experimentados hacia tanto tiempo... los habia olvidado, curado la herida, para que ahora se la volvieran a abrir y la hicieran sangrar de nuevo.

De repente el eco de unas carcajadas revoloteo por el tunel, paso junto al bote y se perdio en la distancia. Las voces de gentes que celebraban el inicio de la temporada de caza... e Indigo escucho, mezclandose con ellas, los sones etereos y distantes de un arpa. La musica y las risas pasaron por su lado tan deprisa que no tuvo tiempo de reaccionar, ni de pronunciar los nombres que afluyeron a sus labios, nombres pertenecientes a una epoca y un lugar mas felices. Se encontraba en tension, levantada a medias del estrecho banco del bote y realizando un esfuerzo por captar los ultimos debiles ecos, cuando, desde algun lugar frente a ella, otra voz, una voz nueva, pronuncio su nombre, —Indigo...

La muchacha volvio a dejarse caer en el banco, las piernas sin fuerza. Conocia esa voz. —Indigo...

Clavo los ojos en la oscuridad, pero nada se movia alli. No obstante, la voz le resultaba terriblemente familiar.

—Indigo. —Y luego, en una lengua que no era ni la suya ni la de la Isla Tenebrosa, continuo—: ?No me recuerdas, Indigo?

Llena de angustia, se volvio hacia la Dama Ancestral, que seguia serena e imperturbable en la popa.

—?Quien es? En nombre de la Madre, dime, ?quien es?

—Mira y observa. —Los negros labios sonrieron, pero sin sentimiento.

Indigo se volvio. Delante del bote habia aparecido una fria luz blanca que caia oblicuamente sobre el agua corra un rayo de luna filtrandose por una ventana. Se desparramaba sobre las rocas circundantes, y la muchacha lanzo una exclamacion ahogada, sintiendo un helado escalofrio por todo el cuerpo al ver que la pared del tunel, al igual que las paredes de la terrible catacumba que habia recorrido en compania de Shalune e Inuss, estaba llena de huesos de cientos, miles, un millon de cadaveres. Pero ni las espantosas cuencas vacias de sus calaveras, ni sus

Вы читаете Avatar
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату