cuando la Suma Sacerdotisa se inclino sobre ella para susurrarle su salvaje advertencia. La mujer tenia miedo de
Sin embargo, al mismo tiempo, ese miedo fue el que contuvo la mano de Uluye y no la dejo correr el riesgo de ordenar matar a
Uluye avanzo en direccion a la roca plana situada en el centro de la plaza. Las mujeres que se habian ocupado de Shalune e Inuss habian regresado a la ciudadela; solo quedaban las mujeres que golpeaban los tambores, martilleando sin pausa su inexorable mensaje. Al llegar a la roca se detuvo y miro a sus ayudantes.
—Retiraos.
La orden quedo ahogada por el ruido de los tambores, pero el salvaje gesto de despedida que la acompano fue mas que suficiente. Las mujeres se alejaron, y Uluye se subio a la piedra, desde donde, sin prestar atencion a las sudorosas percusionistas, clavo la vista en el lago.
Por primera vez en su vida, empezaba a dudar de su competencia para interpretar la voluntad de su diosa; y esto, para Uluye, resultaba una perspectiva aterradora. ?Que queria de ella la Dama Ancestral? Algunas cosas quedaban muy claras: la traicion de Shalune e Inuss habia quedado al descubierto, y la diosa habia dado una orden clara sobre su destino final al enviar sus cuerpos empapados a la superficie desde las profundidades del lago. ?Y... Yima? No, penso Uluye mientras la colera, el dolor y la confusion la atravesaban, no estaba dispuesta a permitirse dar mas vueltas a aquello. No podia existir la menor duda sobre el destino de Yima...,
Pero ?seria eso suficiente? Uluye se sentia asaltada por la incertidumbre y la contradiccion. Dominando todos sus sentimientos existia un enraizado terror de que la Dama Ancestral la estuviera poniendo a prueba, o castigandola, al rodearla de senales contradictorias. Y en el fondo de todo esto se encontraba Indigo.
Uluye habia creido realmente que su diosa habia autorizado la entronizacion de la muchacha como nuevo oraculo del culto. Todas las senales fueron las correctas, todos los presagios se cumplieron; no existio el menor motivo para dudar que Indigo fuera el avatar escogido por la diosa, y, por mas que se estrujaba el cerebro en busca de respuesta, no se le ocurria como habria podido falsificar Shalune los signos y enganarla. Incluso esa criatura llamada
A pesar del bochornoso y opresivo calor, Uluye se estremecio. ?En que manera podia haber ofendido a la senora? ?Como podia haber blasfemado? ?Seria quiza que habia pecado al escoger a su propia hija como su sucesora? No, se dijo;
En ese caso, ?que otra cosa podia haber hecho Uluye para provocar el desagrado de la senora? ?O se trataria de una prueba sobre su valia, sobre su aptitud para mandar..., sobre su poder? Shalune quiso usurpar ese poder y colocar a alguien de su sangre en el lugar de la candidata; pero en estos momentos Shalune y su complice estaban muertas y la Dama Ancestral las habia condenado a convertirse en
Un raro sonido desagradable broto sin querer de su garganta. Sus ayudantes, que la esperaban a unos pocos metros de distancia de la roca, no lo escucharon; incluso un potente alarido habria quedado ahogado por el tronar de los tambores de llamada. Uluye recupero el control sobre si misma al momento, y aplasto sin piedad los sentimientos de su interior, sofocando el sollozo, eliminandolo, y eliminando la oleada de terrible desdicha que por un instante habia amenazado con atenazarla.
Ya no podia tener duda. Se haria la voluntad de la Dama Ancestral, y ella demostraria su fidelidad, su amor y su obediencia. Seria su mano la que empunaria la daga que derramaria la sangre de Yima, y ella misma celebraria la ceremonia que prepararia el cadaver de Yima para los
Un movimiento en la periferia de su campo de vision la devolvio bruscamente al momento actual. Volvio la cabeza y descubrio que una de sus ayudantes se habia acercado a la roca e intentaba con timidez llamar su atencion. Uluye enarco las cejas en gesto de interrogacion,
Se veia movimiento alli, hojas que se agitaban, figuras apenas entrevistas moviendose por entre los arboles. Por fin, un grupito de personas hizo su aparicion; se quedaron de pie en el sendero sin saber muy bien que hacia, las miradas puestas en la plaza y en el zigurat que se alzaba tras ella.
Uluye sonrio con frialdad. Desde la distancia a que si encontraba, no podia reconocer a los recien llegados, pero sabia que debian provenir del pueblo mas cercano. Los conto por encima rapidamente. Muy bien; habian respondi do a la llamada en masa, al parecer, y eso mostraba que sentian el debido respeto y temor por las sacerdotisas de la diosa. Pronto los seguirian otros.
Hizo una senal a las mujeres que tocaban los tambores, y el atronador golpeteo ceso al instante. El silencio resulto espantoso en contraste con el ruido anterior, y casi tan ensordecedor como lo habia sido el rugir de los tambo res. Cuando los ultimos ecos se desvanecieron, Uluye escucho la respuesta de otros tambores a lo lejos, en las profundidades del bosque. Estupendo, penso;
Era hora de dar comienzo a las primeras ceremonias...
CAPITULO 19
Quince pasos, Indigo los habia contado tantas veces, comprobandolo y volviendolo a comprobar, que tenia la ; impresion de que aquel numero estaba grabado en su cerebro. Quince pasos de un extremo de esta miserable punta de roca al otro, y apenas siete a lo ancho. Y, entre tan limitados confines, ni un montecillo, ni una grieta, ni el mas minimo rasgo distintivo.
Se encontraba ahora sentada en la pendiente de esquisto con las rodillas dobladas hacia arriba sosteniendo la barbilla y el agua lamiendo el suelo a pocos centimetros de sus pies. El agua era tan oscura, tan silenciosa y aceitosa que daba la impresion de podredumbre, y no estaba dispuesta a tocarla siquiera. Asi pues, sin una