—Un tabano, seguro —opino sabiamente otro abuelo tambien sentado en el banco—. Una autentica lata en esta epoca del ano. Me han picado mas veces de las que puedo contar, ?y algunos en lugares que no me atreveria a mostrar ni a mi vieja! —Sonrio de oreja a oreja, mostrando tres dientes amarillentos en unas encias arrugadas.

Se escucharon nuevas risas y los reiterados intentos de Indigo por disculparse fueron desechados con una sonrisa. Jansa salio al exterior con un pano para secar el liquido derramado, e Indigo pidio una nueva jarra para compartirla. El incidente habia mitigado su sobresalto, cosa que agradecio, pero tambien habia relegado el momentaneo atisbo de un recuerdo a su escondite y por mucho que ahora lo intentaba no conseguia recordar el nombre que habia estado a punto de venir a ella. Desconcertada y sintiendose un poco mareada, empujo a un lado sus pensamientos y se obligo a concentrarse en cuestiones mas inmediatas. El capricho de la hermosa doncella tocaba a su fin; Vinar hizo una reverencia a su pareja y, dandose la vuelta, se abrio paso decidido por entre la multitud en direccion al banco mientras la banda iniciaba los acordes de Verdes, verdes son los sauces. Con los brazos en jarras se planto frente a Indigo, y dijo con una amplia sonrisa:

—Vamos. No me interesan otras muchachas. ?O bailo con mi Indigo, o no bailo con nadie!

Indigo se puso en pie. Querido Vinar. Aprenderia a quererlo. Aprenderia.

Le dedico la sonrisa mas radiante que jamas le habia dedicado y permitio que la condujera hasta los otros bailarines.

Era casi medianoche cuando los ultimos intransigentes admitieron finalmente su derrota y permitieron que los exhaustos musicos descansaran. Pero los festejos de la noche no habian terminado ni mucho menos. Daba la impresion de que todos los presentes en la plaza habian llevado consigo bolsas o cestas de comida, y pronto todos compartian pan, queso, fruta, pasteles y empanadas, mientras Rogan Kendarson y su hijo mayor sacaban rodando un nuevo barril de cerveza y anunciaban que todos podian servirse a su gusto. Finalizado el improvisado festin, unos cuantos juerguistas se marcharon y unos cuantos mas se quedaron dormidos alli donde estaban, pero los restantes, fortalecidos y sin ganas de irse aun a la cama, exigieron mas musica y canciones que cantar. Esto era lo que Vinar habia estado esperando, y su pulso se acelero cuando vio como varios musicos nuevos se acercaban a la carreta- escenario, entre ellos un hombre joven con una pequena arpa de regazo bajo el brazo.

—Eh, Indigo. —Le dio un codazo—. Mira. Rogan me dijo que tenian un arpista. Apuesto a que no es ni la mitad de bueno que tu.

Algo achispada despues de tanto bailar y tanta comida, Indigo atisbo con los ojos entrecerrados y sonrio.

—?No sonaria en tomar tu dinero!

El no habia dejado de repetirle una y otra vez que ella habia tocado para la tripulacion a bordo del barco, pero sus alabanzas eran tan desorbitadas que la joven estaba segura de que exageraba. De todos modos, flexiono los dedos como tanendo cuerdas invisibles. ?Existia un reflejo en sus manos, un talento que no se habia evaporado junto con sus otros recuerdos? Sus dedos mostraban antiguos callos que sugerian que habia tocado a menudo, pero habia perdido el arpa y —como le sucedia con tantas otras cosas— solo tenia la palabra de Vinar de que habia sido una interprete competente; mas aun: con talento.

No obstante, se inclino al frente y observo con atencion mientras el arpista y el que tocaba el caramillo se acomodaban sobre la carreta. Se escucho una breve salva de aplausos, y luego los dos musicos iniciaron una alegre y ritmica melodia. El arpista era bueno, se dijo Indigo; al menos eso le parecia a ella, aunque ahora no tenia patron por el que juzgar. Mejor, al menos, que el que tocaba el caramillo, quien habia dejado escapar mas de una nota falsa y era algo torpe, aunque nadie parecia darse cuenta o darle importancia. Acabada la melodia, el duo interpreto una cancion que los aldeanos parecian conocer, y el sonido de sus voces unidas elevandose en el silencioso aire nocturno resultaba curiosamente conmovedor. Vinar, dirigiendo una mirada de soslayo a Indigo, descubrio un revelador brillo en sus ojos. No sabia si era simplemente el canto lo que la impresionaba o si la cancion misma tiraba de algo olvidado, pero le produjo una cierta tristeza a la vez que renovadas esperanzas. La cancion termino, y, mientras los reunidos pedian mas a gritos, Vinar se inclino hacia el extremo del banco donde Jansa observaba desde la puerta de la taberna.

—Indigo tambien toca el arpa —le confio en un susurro—. Y canta. Tiene una voz preciosa.

Jansa conocia la historia de Indigo; sabia lo que ella y Vinar buscaban, y comprendio al instante la intencion de este. Se agacho hasta colocar el rostro junto al de el y murmuro:

—Entonces ?por que no la convencemos para que toque? Los nuevos talentos son siempre bien recibidos en estas reuniones, y ?quien sabe lo que puede salir de esto? Podria ayudarla a recordar. O incluso podria haber alguien entre los reunidos que reconociera un rostro o una voz.

—?Esto es exactamente lo que yo pensaba! —Vinar le dedico una mirada agradecida.

—Dejamelo a mi, entonces. Hablare con la persona apropiada y le daremos una sorpresa; a Kess no le importara prestar su arpa. —Hizo una pausa—. Pero si yo fuera tu me ocuparia de que ella bebiera una jarra o dos antes, o no conseguiras que acepte.

Vinar siguio tan buen consejo, e Indigo se encontraba tan absorta en la musica y los cantos que no se dio cuenta cuando el volvio a llenarle la copa dos veces mas. Se sentia relajada como no se habia sentido desde el naufragio; inquietudes, confusion y tristeza se desvanecian bajo la sedante influencia del licor, y su mente empezaba a sentirse agradablemente embriagada. Hasta tal punto que, cuando descubrio a Jansa de pie a su lado y pidiendole si complaceria a los reunidos interpretando una cancion, se limito a mirar sorprendida a la mujer sin saber de que le hablaba.

—?Una cancion... ?

—Exacto. Vinar nos ha dicho que eres una gran arpista y una esplendida cantante. — Jansa hizo como si no viera el ansioso gesto de cabeza de Vinar y anadio una mentira piadosa—: Y es la tradicion aqui que nadie con talento musical permanezca callado en una de nuestras reuniones.

—Pero ?yo no se tocar! —protesto Indigo, consternada—. ?O, si podia, he olvidado como y he olvidado tambien las canciones que conocia!

—No, no es verdad —interpuso Vinar—. Te ensene dos, estos ultimos dias desde que abandonamos Ranna. —Dedico una sonrisa a Jansa—. Las hemos estado cantando en la carretera, ella y yo juntos.

Jansa le devolvio la sonrisa.

—?Muy bien, entonces no hay excusa! Vamos, Indigo; no permitiremos que nos desilusiones.

Indigo empezo a darse cuenta de que estaba atrapada y realizo un ultimo esfuerzo desesperado.

—Pero si no puedo tocar, si lo he olvidado...

Jansa descarto la protesta antes de que pudiera terminar de hablar.

—?Tienes miedo de hacer el ridiculo? ?Tonterias! ?Quien lo sabria o le importaria si lo hicieras? —Estiro el brazo, agarro a Indigo de la mano, y la obligo a ponerse en pie— ?Vamos, y se acabo la discusion!

Comprendiendo que no le permitirian escapar, Indigo se volvio suplicante hacia Vinar.

—?Tendras que cantar conmigo!

—De acuerdo, lo hare. Los dos juntos, ?eh? —Su sonrisa se torno mas amplia aun—. Los dos juntos.

Mientras avanzaba junto a Vinar en direccion a la carreta, con los ojos curiosos de los reunidos siguiendo sus pasos, Indigo no podia quitarse de la cabeza la sensacion de que toda aquella escena era irreal. El arpista, Kess, esperaba y le entrego el instrumento con una sonrisa de animo mientras ella se encaramaba a la carreta. Tras acomodarse en el pescante, Indigo dejo que las manos acariciaran suavemente la madera del arpa. ?Estaba bien hecha, bien afinada? No lo sabia; pero si percibio una sensacion de familiaridad, y cuando se arrellano en el pescante el arpa parecio aposentarse en su regazo por si sola. Toco una cuerda; resono y se trataba de la nota que habia esperado. De momento, todo iba bien.

Abajo, entre el publico, alguien carraspeo, y al bajar la mirada desde su privilegiada posicion Indigo comprendio que la gente empezaba a cansarse de esperar. Se apresuro a hacer una senal a Vinar con la cabeza y, al ver que estaban a punto de empezar, el

publico les dedico un educado aplauso.

Indigo poso los dedos sobre las cuerdas del arpa y, no sin cierta sorpresa por su parte, empezo a tocar.

—?Fue delicioso, delicioso! —Jansa rebosaba satisfaccion mientras depositaba dos jarras llenas a rebosar sobre la mesa—. Los dos poseeis unas voces esplendidas; se entrelazan tan bien... E, Indigo, Vinar tenia razon: ?eres una arpista muy buena!

El festejo nocturno habia finalizado por fin, y la muchedumbre, borracha de cerveza y vino, feliz y exhausta,

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