se habia ido encaminando con paso vacilante hacia sus casas abandonando la silenciosa plaza. Oficialmente, la taberna habia cerrado hacia una hora, pero Vinar e Indigo insistieron en ayudar a sus anfitriones a quitar y lavar los montones de jarras y platos dejados por los juerguistas, y a cambio Jansa habia insistido en que debian tomar una ultima copa juntos antes de irse a sus respectivas camas. El fuego en la enorme chimenea se habia convertido en rescoldos, y con tan solo dos lamparas para iluminar el bar la atmosfera resultaba agradablemente soporifera.
—No habia oido nunca esa primera cancion —dijo Rogan al tiempo que surgia de detras del mostrador y se unia a los otros en la mesa—. ?Es una balada scorvia, Vinar?
—Si —respondio este—. Una cancion marinera scorvia. Mi padre me la enseno y ahora yo se la enseno a Indigo.
Habia una curiosa irritacion en el humor de Vinar, pero nadie parecia haberlo advertido.
—Todos conociamos la segunda, desde luego —continuo Rogan—. Calculo que las voces se elevaron hasta el cielo cuando todos se unieron al coro.
—Ya, bueno. Yo ensene esa a Indigo, tambien. Era una que ella acostumbraba cantar en el barco, hasta... bueno, hasta que sucedio aquello. —Vinar tomo un buen trago de su jarra y se quedo contemplando su interior como si buscara algo que no estaba alli.
Indigo le toco el brazo con suavidad.
—?Sucede algo, Vinar?
—?Eh? No, no; no sucede nada. Ha sido una buena noche, una
La muchacha no se sintio muy convencida pero estaba demasiado cansada para insistir.
—Bien —dijo, poniendose en pie—, si todos me perdonais, me voy a la cama. — Dirigio un vistazo a la ventana—. La luna hace rato que se ha puesto. Debe de estar a punto de amanecer.
—Aun faltan una hora o dos. —Jansa le dedico una sonrisa—. Pero no os preocupeis; nos ocuparemos de que no os molesten hasta que decidais despertar. Buenas noches, Indigo. Y gracias otra vez.
Todo quedo en silencio unos minutos tras su marcha. Rogan empezo a dar cabezadas y Jansa sofoco un bostezo. Entonces, inesperadamente, Vinar dijo:
—Ella era mucho mejor que eso. Mucho mejor.
Rogan dio un respingo ante el sonido de la voz, y Jansa miro a Vinar con curiosidad.
—?Mejor?
—Si; con el arpa.
—Pero su interpretacion fue...
—Fue buena, lo se. Lo bastante buena para complacer a cualquiera, tal vez buena incluso para los salones de un rey. Pero antes del naufragio, antes de que se golpeara la cabeza, era
—No —aseguro Jansa—, no lo pensamos. —Una sonrisita curvo una de las comisuras de sus labios—. O, si lo eres, entonces tambien lo somos nosotros y todos los que habitan en las Islas Meridionales. Creemos en la magia, Vinar, ya lo creo que creemos. Y puede existir magia en la musica, aunque es algo excepcional. Algunos de los antiguos bardos poseian el don; algunos a lo mejor aun lo poseen. De modo que creemos en ti, Vinar. —Suspiro—. Si al menos hubiera salido algo de su interpretacion de esta noche. Si alguien hubiera reconocido su rostro, o su voz...
—Habrian conocido de antes su forma de interpretar —dijo Vinar sin ambages—. No la habrian olvidado. Nadie podria.
Rogan y Jansa intercambiaron una rapida mirada. Aun teniendo en cuenta su evidente prejuicio, Vinar podia muy bien estar en lo cierto; y, si lo estaba, eso convertia el enigma del pasado de Indigo en algo aun mas extrano. Una mujer cuyo nombre era el color del luto, que poseia el talento de las brujas, el don de los bardos... Alguien asi sin duda seria conocido y recordado en las Islas Meridionales. Y, si habia cambiado su nombre a causa del dolor por una tragedia, ?cual podria haber sido esta tragedia? No habia habido plagas, ni epidemias, durante muchos anos; e incluso si la pena hubiera sido algo menor, relacionada solo con un clan o una familia, los buhoneros y trovadores y otros mercaderes ambulantes que recorrian los caminos para ganarse la vida habrian conocido y propagado la historia tal y como hacian con las noticias y cotilleos mas insignificantes. Sin embargo, nadie sabia nada en el cabo Amberland, ni en Ranna, ni en ninguna de las ciudades, pueblos y aldeas por las que Indigo y Vinar habian pasado durante dieciocho dias de busqueda. Resultaba misterioso, penso Jansa.
En voz baja, como si tuviera miedo de que Indigo pudiera oirla desde su habitacion del piso superior, pregunto:
—?Se te ha ocurrido consultar a las brujas del bosque, Vinar?
—?Brujas? —Vinar se mostro perplejo.
—Si; tienen formas, sus propias formas, de buscar lo que se ha perdido. Aun cuando no tengan el poder de devolver la memoria a Indigo, podrian tener alguna manera de encontrar a sus familiares.
—Puede que sea una buena idea, pero ?como las encuentro? No se por donde empezar.
La mujer le sonrio con dulzura.
—No te preocupes. Nosotros podemos ponerte en el buen camino; y ademas, si Indigo posee el don que tu crees que posee, existen muchas posibilidades de que ellas la esten buscando en estos mismos instantes. Conocen y cuidan a los suyos. —Se puso en pie y recogio las tres jarras que habian utilizado con un tintineo que sono muy fuerte en medio del silencio del bar—. Por el momento, de todos modos, creo que estamos demasiado cansados para pensar o hablar mas. Vayamos a la cama, y meditemos sobre lo que sea mejor por la manana.
Tiro de Rogan para ponerlo en pie y ambos permanecieron el uno junto al otro, rodeandose con los brazos en un gesto tan carinoso que hizo sufrir interiormente a Vinar en silencio. Este asintio con la cabeza.
—Si. Si, tienes razon. Volveremos a pensar por la manana. —Hizo una reverencia, la espasmodica y afectada reverencia cortes peculiar de Scorva—. Sois los dos muy amables; os doy las gracias. ?Y ha sido una fiesta estupenda!
Mientras subia a su diminuta habitacion bajo el alero de la taberna, Vinar se detuvo unos instantes en el descansillo frente a la puerta de Indigo. No se oia ningun sonido en su interior, y la punzada de dolor regreso al intentar no imaginarla dormida en su solitario lecho. Penso, como lo habia hecho durante varias de las noches anteriores, que si hubiera ido a ella la muchacha no lo habria rechazado; que le habria dado la bienvenida, se habria aferrado a el de buena gana, como a un amigo y un amante, para erradicar la soledad y dar consuelo y seguridad. Pero Vinar no podia hacerlo, ya que no era esa su forma de actuar. Unicamente cuando todo fuera como tenia que ser, unicamente cuando tuviera la bendicion de su familia, podria permitirse ser para ella lo que tanto ansiaba ser. Hasta entonces —y el dia llegaria— la cuidaria y la protegeria, la defenderia y seria su amigo. Pero nada mas. Por el bien de ella, y por el suyo propio.
Rogan y Jansa conversaban en voz baja en el piso de abajo mientras se preparaban para seguirlo por la crujiente escalera de madera, y sus voces eran como el ahogado zumbido de las abejas en un campo de treboles. Vinar se llevo la punta de los dedos a los labios y lanzo un beso, silencioso pero sentido, en direccion a la estancia en la que dormia su amor, y se alejo de puntillas. A poca distancia del extremo de la plaza del pueblo, en la zona de labrantio donde no habia casas sino solo campos, un joven que habia finalizado mas deprisa de lo que pensaba la larga caminata desde Ranna intentaba encontrar un lugar donde dormir en el seto que discurria junto a la pedregosa carretera. Al entrar en la plaza la hallo oscura y desierta; la taberna estaba cerrada, y, aunque llevaba dinero en el bolsillo, no era tan arrogante como para aporrear la puerta y enfrentarse a la colera del propietario a una hora tan poco civilizada. Habia sido un estupido al intentar cubrir la distancia entre este pueblo y el anterior en una tarde; estupido y optimista. Cualquiera con una pizca de sentido comun habria comprendido que llegaria demasiado tarde para encontrar alojamiento. De todos modos no faltaba demasiado para el amanecer, y por el aspecto del cielo el tiempo iba a permanecer seco, por lo que volvio sobre sus pasos por la carretera bordeando el seto hasta encontrar un sauco prometedor bajo el cual la hierba crecia abundante y mullida y prometia una cierta comodidad. Dando gracias a la Madre Tierra porque la noche fuera tan calida, desenrollo la delgada manta que llevaba y se arrastro, entre bostezos, al interior de su improvisada cama, contento de poder dormir lo que pudiera antes de que el sol lo despertara. Muy pronto, el joven aspirante a marino que llevaba el mensaje del capitan Brek empezo a sonar un sueno extrano y particularmente vivido.