Sonrio pero al mismo tiempo estiro un brazo hacia la carretilla, en busca del baston de madera que le habia dado Cadic. En circunstancias normales no temia que la atacaran, pero habia sentido un repentino escalofrio acompanado de una nada agradable intuicion. Lo mas probable era que se tratara de una simple reaccion a la intranquilidad de Grimya y que no hubiera motivos para preocuparse, pero era mejor no correr riesgos.

Sus dedos se cerraron alrededor del garrote y lo saco. Tras hacer una sena a la loba para que permaneciera en silencio, retrocedio otra vez junto al fuego y volvio a silbar, fingiendo remover el contenido del cazo.

Se escucho un rumor sordo a pocos metros de distancia, y una sombra se movio de forma extrana. La bruja se irguio con rapidez, y su voz se dejo oir con fuerza.

—?Quien anda ahi? —Volvio a mirar las sombras con atencion—. Comparte mi fuego y se bienvenido si asi lo deseas, pero si tienes otra cosa en mente te advierto muy seriamente que te marches ahora que aun puedes.

La sombra se detuvo. No le llego respuesta, pero Niahrin escucho el sonido de una respiracion irregular. Sintio que se le ponia la carne de gallina.

—No me gustan los jueguecitos —grito con voz dura—. Dejate ver, o...

La interrumpio un salvaje grunido. Grimya tenia las orejas pegadas a la cabeza y los pelos del lomo erizados como una salvaje melena rigida. Los ojos de la loba brillaban rojos de rabia y miedo a la vez, y de su garganta broto una unica palabra:

—?demonio!

Un chillido ululante resono espantosamente en la noche, y una figura negra surgio de la oscuridad y se abalanzo sobre ellas. Niahrin solo pudo distinguir una capa, una aureola de cabellos alborotados, el brillo del metal; entonces el apagado acero se transformo en refulgente brillo a la luz de las llamas cuando el cuchillo del asaltante descendio violentamente en direccion a la cabeza de Grimya.

Niahrin lanzo un alarido y dio un salto al frente. Ni siquiera penso; blandio el garrote con fuerza, sintio el impacto, y vio como la figura en sombras salia despedida hacia atras para ir a estrellarse contra la maleza. Grimya, moviendose con gran velocidad a pesar de su minusvalia, habia retrocedido fuera de su alcance entre grunidos y ladridos. La figura, entretanto, intentaba denodadamente ponerse en pie pero la capa se lo impedia; aun sin haberle visto el rostro Niahrin supo la verdad, la supo con certeza, y ese conocimiento le provoco una furia ciega.

—?Vuelve a tocarla y te matare!

Salto como una gata, colocandose entre Grimya y el hombre caido en el suelo. Este se quedo inmovil, y ella percibio sus ojos, invisibles en su negra silueta, que la miraban fijamente. La rabia que la embargaba crecio hasta casi escapar a su control.

—?Levantate! —escupio—. No vengas arrastrandote como un asesino salido de un nido de ratas... ?Levantate y enfrentate a mi!

Alzo el garrote y tuvo la satisfaccion de ver como se encogia de miedo. A su espalda escuchaba la jadeante respiracion de Grimya, producto del esfuerzo y la emocion, mientras renovados grunidos amenazadores retumbaban en la garganta del animal.

Lentamente el supuesto atacante empezo a moverse. Habia soltado el cuchillo al recibir el golpe del baston de Niahrin, y el arma yacia ahora despidiendo debiles destellos a pocos centimetros de su mano izquierda. Niahrin vio como sus dedos se arrastraban hacia ella, y le espeto:

—?No lo toques!

Se precipito al frente, y alejo el arma de una patada mientras el se apartaba atemorizado. Luego la cabeza apenas entrevista se volvio de nuevo hacia ella, y el hombre hablo por primera vez. Nada mas oir su voz, cualquier duda que Niahrin pudiera haber albergado sobre su identidad se desvanecio.

—Pero de... debo... —suplico el hombre con un gemido lastimero—. Debo hacerlo. ?No te das cuenta, Niahrin? ?No lo ves? Me matara... y te matara a ti tambien, si dejas que se acerque...

—Por todo lo mas santo... —mascullo Niahrin en voz baja; luego lanzo un fatigado suspiro—. Levantate, Perd, por el amor de nuestra buena Madre. Grimya es mi amiga y no te hara dano. Levantate, vamos. Toma una taza de infusion caliente conmigo junto al fuego, y dime que, en el nombre de la creacion, te ha traido aqui. Porque estoy segura de una cosa: esto no es una coincidencia.

—Asi que ya ves: debo regresar. —Los delgados dedos de Perd Nordenson oprimian la vacia taza de hojalata como si quisiera darle una nueva y fantastica forma—. Debo, Niahrin. Debo verla. Debo hablar con ella. Debo decirle...

—Espera, Perd, espera —lo interrumpio Niahrin, anticipandose a un nuevo torrente de palabras sin sentido.

A pesar del alborotado ataque que habia intentado realizar, Perd se encontraba en un estado mas lucido que de costumbre, y con tiempo y esfuerzo habia conseguido obtener de el algo parecido a una sosegada coherencia. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, la esencia de sus confusas explicaciones seguia burlandola. Y la reaccion de Grimya no ayudaba en absoluto. Ya habia resultado bastante dificil convencer a Perd, contra todos los instintos de su mente enferma, de que la loba era una amiga y una companera, a la que no se debia atacar, no se debia odiar, y en cuya compania podia sentarse junto al fuego sin temer por su vida; pero, mientras que habia conseguido finalmente apaciguar a Perd, no sucedio lo mismo con Grimya. Niahrin no sabia que se ocultaba en el fondo de aquella desconfianza, pues Grimya se negaba a hablar en presencia de Perd. La loba permanecia tumbada al otro lado de la hoguera, con las orejas gachas y el pelaje erizado, contemplando al anciano con muda y temerosa desconfianza, y de vez en cuando un ahogado grunido competia con el chisporroteo de las llamas. Niahrin, colocada entre ambos y con la terrible sensacion de ser un suculento hueso por el que peleaban dos perros, estaba decidida a hacer caso omiso de la demostracion de hostilidad de Grimya. Solo con Perd ya tenia trabajo mas que suficiente; por el momento al menos, Grimya tendria que ocuparse de su propio bienestar.

—Perd... —Le cogio el tazon y volvio a llenarlo, aunque solo hasta la mitad porque el viejo ya habia derramado sobre si una buena parte del primer tazon y parecia una tonteria desperdiciar mas—. Perd, escuchame e intenta prestar atencion esta vez. Comprendo una parte de lo que dices. Se que quieres regresar a Carn Caille... aunque lo que hacias alli es algo que no entiendo...

—Por ella... —empezo el.

—Si, por ella, lo se. Pero ?quien es ella? —Dejo caer el cucharon en el interior del cazo, y el estrepito sobresalto visiblemente a Perd—. Eso es lo que no me has dicho.

—«Eso y muchas otras cosas», penso, pero no lo dijo—. Solo dime eso, Perd. Dime quien es ella.

Sus manos seguian retorciendose febriles. Niahrin le separo los dedos e introdujo el tazon entre ambas manos. El lo contemplo durante unos instantes como si jamas hubiera visto algo parecido; luego la punta de la lengua asomo por encima del labio inferior, como un nino absorto en sus pensamientos.

—Perd —insto Niahrin otra vez al ver que no respondia—. Solo dime a quien te refieres.

Perd sonrio y levanto la mirada hacia ella; sus apagados ojos tenian una curiosa expresion ausente.

—?Quien va a ser? La reina, claro. ?Quien otra?

—?La reina? —Niahrin estaba perpleja. ?Que conexion podia existir entre Perd Nordenson y la reina Brythere?

—No comprendo —dijo—. ?Intentas decirme que conoces a la reina?

—?Oh, si! Claro que la conozco. Y yo..., y yo... la amo. —El rostro de Perd se arrugo, y las lagrimas afloraron a sus ojos—. Siempre la he amado, siempre. Pero ella..., cuando ellos..., ella...

Y de improviso se echo a llorar, con un profundo y dolorido llanto que le estremecio todo el cuerpo. Niahrin no comprendia nada; la extraordinaria revelacion la habia desconcertado y no sabia que pensar ni que hacer. Torpemente, extendio una mano y la poso sobre el hombro del anciano, en un intento de ofrecer todo el pobre y mudo consuelo que pudiera; pero, en el mismo instante en que lo tocaba, su tristeza se troco brusca y violentamente en colera. La aparto con furia, aranandola con las afiladas unas, y su voz se elevo en un malhumorado chillido.

—?Ellos me echaron! ?Todos estos anos, tantos anos, y ellos me echaron, como si yo fuera un traje viejo que hay que tirar!

Le arrojo el tazon; Niahrin lo esquivo, y el tazon reboto con un sonoro golpe metalico contra el tronco de un arbol proximo y cayo sobre la maleza. Grimya empezo A grunir,

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