En los pueblos y granjas por los que pasaban, el espectaculo de Niahrin empujando su pequena carretilla prestada, con Grimya bien arrellanada en el interior, llamaba poderosamente la atencion. Las gentes salian a las puertas, sonriendo y senalando, pero las risas eran amables en general y aquellos que en un principio se horrorizaban ante el desfigurado rostro de la bruja se tranquilizaban de inmediato ante sus joviales maneras. La misma Niahrin se sentia enormemente divertida por el interes que despertaba, y, por si esto fuera poco, las personas que encontraba resultaban buenos clientes para las pociones y remedios guardados en la carretilla junto a Grimya.

—Es una lastima que no pensara en este truco antes —dijo a la loba alegremente mientras, con las monedas tintineando en el bolsillo, se despedia de la familia de otra granja mas—: transportar a un animal por todo el pais como un numero de feriante. ?A estas alturas ya seria una mujer rica!

—Pero tambien una mujer muy cansada —respondio Grimya, y su lengua se agito para demostrar que le seguia la broma.

La loba se habia encarinado con Niahrin durante el tiempo que llevaban juntas; ambas se habian compenetrado profundamente, y a pesar de sus ansias por llegar a Carn Caille y hasta Indigo sabia que se sentiria triste cuando llegara el momento de separarse de su nueva amiga.

Llevaban dos dias viajando, y segun los calculos de Niahrin debian de alcanzar las puertas de Carn Caille por la tarde de su tercer dia de viaje. Habrian ido mas deprisa andando a campo traviesa, pero, con Grimya incapaz aun de andar bien y por lo tanto obligada a ejercer de reacia pasajera, Niahrin considero mas sensato seguir las carreteras por las que la marcha resultaria mas comoda. Cadic Haymanson, el guardabosques, no habia tenido el menor inconveniente en prestar su carretilla, pues sabia que Niahrin lo compensaria escrupulosamente, ya fuera en remedios a base de hierbas o en productos de su huerto. Tambien le habia tallado y modelado un robusto baston de madera y, no obstante sus indignadas protestas de que era muy capaz de cuidarse sin recurrir a la violencia, habia insistido en que lo llevara con ella.

—Nunca se sabe que clase de vagabundos puedes encontrar por los caminos —le habia dicho con firmeza—. Y no me lo perdonaria nunca si te sucediera algo, de modo que haras el favor de aceptarlo ?y asi podre dormir tranquilo en mi cama!

Por el momento, los temores de Cadic habian resultado infundados, y Niahrin disfrutaba enormemente con su aventura. Grimya, sin embargo, no estaba tan segura de disfrutar. Fingia compartir la alegria de la bruja, pero bajo la simulacion todavia la perseguia la sensacion de temor ante lo que podia esperarles mas adelante. No dejaba de recordarse que Carn Caille no era mas que piedra y mortero y que en si misma no podia significar una amenaza. Pero esa seguridad no conseguia tranquilizarla, pues tambien sabia que mas alla de Carn Caille habia algo mas. Alla en la tundra aguardaba la Torre de los Pesares, solitaria y vetusta. Y, aunque Indigo creia que tras las desmoronadas paredes de aquella torre se hallaban su objetivo y alegria definitivos, Grimya temia que la muchacha se equivocara.

Para aumentar la inquietud de la loba, ella y Niahrin tenian una compania inesperada

en su viaje. Los lobos salvajes tenian buen cuidado de no dejarse ver, pero tanto Grimya como la bruja eran conscientes de su presencia. Cuando la carretera discurria por un bosque se mantenian a su altura, silenciosos como sombras; cuando se encontraban en terreno abierto y no podian ocultarse se quedaban atras y las seguian a cuidadosa distancia. Y durante la primera noche, cuando acamparon junto al camino, los lobos se agruparon justo fuera del alcance de la luz de su hoguera, exactamente, dijo Niahrin, como si montaran guardia en un velatorio. La bruja tuvo la impresion de que eran dos o tres, desde luego no mas de cuatro y no necesariamente siempre los mismos individuos. Y, aunque no encontro una explicacion logica para ello, tenia la firme conviccion de que los lobos las custodiaban.

—Es a ti a quien quieren proteger —explico a Grimya durante aquella primera noche, una vez que se hubieron instalado cerca del fuego—. No se que es lo que saben que yo no se, pero percibo que existe un proposito para todo esto con la misma certeza con que siempre he presentido las cosas. —Su frente se arrugo, dando a su rostro un aspecto aun mas grotesco—. Ojala pudieras comunicarte con ellos, Grimya. Ojala pudieras preguntarles cual es su proposito.

Grimya no respondio. Se negaba a hablar en voz alta cuando sabia que los lobos salvajes podian oirlas, ya que el viejo terror de los dias de su infancia, el terror de ser diferente, de ser odiada e insultada por los de su raza, la atenazaba como una mano sofocante. No podia explicarselo a Niahrin. Ni siquiera sabia si despues de cincuenta anos era capaz de comunicarse en la forma en que lo hacian los lobos; las habilidades que deberia haber perfeccionado habian sido abandonadas cuando su madre se revolvio contra ella y la echo, y ahora temia haberlas perdido por completo. Ademas, aunque no sabia mas que la bruja obre los motivos de los lobos, no compartia la seguridad de Niahrin de que estos eran totalmente benevolos.

Grimya apenas habia dormido aquella primera noche, y habia dado gracias cuando se hizo de dia y pudieron volver a ponerse en marcha. Ahora no obstante, con el sol en el ocaso y la granja y sus simpaticos ocupantes fuera de la vista tras la cumbre de una colina, se alzaba otra vez, amenazadora la perspectiva de otra noche de inquietud, pues no era probable que alcanzaran el siguiente pueblo antes de oscurecer. Tumbada entre las mantas de la carretilla, comoda de cuerpo pero trastornada mentalmente, Grimya observaba nerviosa el entorno e intentaba no pensar en las horas que tenian por delante.

Acamparon justo antes de que los ultimos rayos de luz desaparecieran del cielo, junto al linde de un pequeno bosquecillo situado a poca distancia del camino. Niahrin ayudo a Grimya a salir de la carretilla y a tumbarse sobre la hierba, donde podia estirarse cuan larga era e incluso hacer un poco de ejercicio. Luego encendio un fuego, silbando entre dientes mientras trabajaba, y coloco su cazo de hierro sobre las llamas para preparar una infusion caliente. Vertia agua en el cazo cuando se interrumpio de repente para escuchar; luego miro a Grimya por encima del hombro y dijo:

—No hay lobos esta noche.

Grimya le devolvio la mirada, sobresaltada. Habia estado tan segura de que los lobos estarian alli, siguiendolas aun, que ni se le habia ocurrido buscar ninguna senal del su presencia. Ahora, mientras sus sentidos fisicos y psiquicos se adaptaban al entorno, se dio cuenta de que Niahrin tenia razon: sus silenciosos y furtivos acompanantes se habian ido.

—Eso es raro. —Niahrin se puso en pie y miro a su alrededor como si esperara ver salir las grises figuras de los lobos por entre los arboles—. Dos dias o casi dos, siguiendonos la pista, y de pronto se desvanecen sin avisar y sin un motivo aparente.

—Qui... quizas —aventuro Grimya— este no es su territorio. —Parpadeo nerviosa—. En cuyo caso, pueden aparecer otros.

Niahrin no estaba tan segura de eso pero no se le ocurria una explicacion mejor. Se encogio de hombros.

—Bueno, no dudo que tienen sus motivos, aunque no se me ocurren cuales pueden ser. De todos modos, no nos! afectara demasiado. La infusion esta casi caliente. Te servire un plato, y un poco de carne fria y pan para acompanarla.

Se inclino sobre el cazo e iba a coger su cuchara cuando de improviso los pelos del lomo de Grimya se erizaron.

?Niahrin! —la voz de la loba era un siseo, una advertencia.

—?Que? —La bruja giro en redondo.

—?Chissst! —Los ojos de Grimya refulgieron salvajes a la luz de las llamas; se habia puesto penosamente en pie, y tenia los colmillos al descubierto y el cuerpo tenso por el instinto y la aprension. Miraba en direccion a la carretera—. Aaaa... alguien se acerca.

Niahrin intento atisbar en la oscuridad con el ojo sano, pero el resplandor de las llamas habia deteriorado su vision nocturna y todo lo que distinguio fue una borrosa neblina gris.

Dio un paso lateralmente en direccion a la loba y se agacho.

—?Estas segura? —musito—. No veo nada.

—Estoy segura. Una figura en la oscuridad. Y un olor; olor humano.

Niahrin dirigio una nerviosa mirada al fuego, pero era demasiado tarde para pensar en apagar las llamas. El campamento debia de resultar claramente visible a quienquiera que se estuviera acercando.

—Tal vez se trate de un buhonero que busca compania para pasar la noche. O un guardabosques interesado en saber cuales son nuestras intenciones.

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