problema de Perd habia empeorado. Brythere sentia terror del viejo sirviente, y Perd lo sabia; de modo que, con lo que parecia cruel deliberacion, este habia empezado a aterrorizar a la reina. Nada demasiado escandaloso y nada que pudiera conducir a una acusacion, pero alli adonde iba Brythere siempre parecia estar tambien Perd, siguiendola en silencio, vigilandola constantemente, hasta que los nervios de la reina ya no pudieron resistirlo mas. Fue durante este tiempo que se iniciaron sus pesadillas y con ellas los primeros signos de un autentico distanciamiento de Ryen, y Moragh declaro —aunque Ryen no estuvo de acuerdo— que Perd se sentia encantado por la ruptura y lo consideraba un triunfo personal. Mas tarde se produjeron otros dos atentados contra la vida de Ryen, y, aunque no existieron pruebas que sugirieran que ninguno de ellos fuera cosa de Perd, Moragh hizo valer su autoridad. Sabia que solo el rey tenia autoridad para ordenar la muerte de Perd, pero le advirtio a su hijo que, si se negaba a tomar medidas, se despertaria un buen dia y se encontraria con que una mano desconocida se habia ocupado del viejo loco. Moragh poseia suficientes amigos y sirvientes leales en Carn Caille para estar segura de que la tarea seria llevada a cabo de buena gana y con eficiencia, y —a menos que el estuviera dispuesto a llevar a juicio a su propia madre por conspiracion para el asesinato, y citara esta conversacion como prueba— jamas se descubriria al culpable.

Ryen habia cedido. Lo cierto es que sabia que Moragh tenia razon; no se podia tolerar por mas tiempo la presencia de Perd Nordenson en Carn Caille. Pero se habia seguido negando a ordenar la muerte del anciano, y en lugar de ello lo habia desterrado, con un buen caballo y dinero suficiente para que pudiera iniciar una nueva y confortable vida en otro lugar. Moragh se habia aplacado, si bien eso no la satisfizo por completo; Brythere se habia mostrado estremecidamente agradecida, y el mismo Ryen se habia sentido aliviado por haberse deshecho del anciano sin que eso le representara un gran cargo de conciencia. Lo que Perd habia pensado, nadie lo supo, ya que habia tomado lo que se le ofrecia y se habia marchado de Carn Caille sin decir una palabra a nadie. Y ahi, pensaron, acabo todo. Hasta hoy.

El inicial arrebato de colera de Moragh se habia apaciguado un poco ya, y esta indico a su hijo:

—Brythere duerme ahora. Dejala al cuidado de Ketrin y ven conmigo a mi saloncito. Creo que deberiamos discutir esto mas a fondo.

El rey asintio. Hizo intencion de seguirla fuera de la habitacion, pero Jes Ragnarson vio que salian y corrio a cortarles el paso.

—Perdonadme, alteza. —El bardo realizo una profunda reverencia ante Moragh antes de volverse hacia Ryen—. Mi senor, ?que debemos hacer con... —su mirada se desvio rapidamente, de una forma algo furtiva, se dijo Moragh, hacia ella y luego regreso al rey— los invitados?

—?Maldicion, con todo este jaleo me habia olvidado por completo de ellos! ?Donde estan ahora, Jes?

—En otra antesala, senor, esperando vuestra decision.

—?Invitados? —inquirio Moragh—. ?Que invitados, Ryen? ?No me digas que tenemos visitas importantes y las has dejado desatendidas sin siquiera una copa de cerveza!

—Alteza —Jes se volvio precipitadamente hacia ella y le dedico una nueva reverencia—, no se trata de invitados en el sentido corriente, sino de dos extranjeros que vinieron a la audiencia publica. Su solicitud es muy curiosa, E, aunque llegaron demasiado tarde para ser incluidos en las listas, su majestad tuvo la amabilidad de hacer un hueco para ellos.

En pocas palabras hizo un resumen de la historia que le habia contado Vinar. Mientras Moragh escuchaba, sus astutos sentidos decidieron que habia mas en aquel asunto de lo que saltaba a la vista. Jes parecia agitado, casi nervioso, y no queria mirarlos a los ojos ni a ella ni a Ryen mientras hablaba. Y en cuanto a Ryen... Si, penso la reina viuda, habia algo extrano alli.

Cuando el bardo finalizo su explicacion ella ya habia tomado una decision.

—Jes —dijo con toda amabilidad—, llevanos a la antesala, por favor. Si se ha hecho esperar a estas buenas gentes durante el alboroto, creo que lo menos que podemos hacer

es transmitirles nuestras disculpas personalmente.

—Si, alteza.

?Era alivio lo que veia en el rostro del bardo? Imposible estar segura, pero parecia como si se hubiera desprendido de una responsabilidad no deseada. Ryen no dijo nada, y Jes los condujo de nuevo a traves del gran salon y por el pasillo hasta una puerta cerrada. Con una nueva reverencia, la abrio y anuncio al rey Ryen y a la reina viuda Moragh.

Los dos extranjeros estaban sentados sobre un banco acolchado bajo la ventana de la pequena pero agradable habitacion. Ambos se incorporaron de un salto, consternados, al ser anunciados los visitantes, y Moragh, que iba la primera, sonrio para tranquilizarlos.

—Por favor, en Carn Caille no utilizamos demasiadas formalidades y, ademas, la culpa es nuestra por... —Las palabras se apagaron cuando vio a Indigo y su cerebro registro su rostro. Se quedo totalmente inmovil de improviso, y comprendio ahora el motivo de la preocupacion de Ryen y Jes.

Vinar le dedico una profunda reverencia.

—Mi senora reina —dijo, esperando que fuera esa la forma correcta de dirigirse a esta dama de aspecto formidable—, no queremos causar ninguna molestia, pero cuando Jes nos dijo que esperasemos aqui...

Moragh lo interrumpio. Habia recuperado la compostura, y era una diplomatica lo bastante experta para que nadie, con la posible excepcion de Ryen, hubiera observado su lapso.

—No, no —replico—. Somos nosotros los que hemos causado la molestia, al dejaros aqui desatendidos y sin duda bastante perplejos. Hemos tenido un pequeno trastorno, como creo que sabeis, y se ha tardado en solucionarlo un poco mas de lo esperado. Ahora, no obstante, todo esta bien y debemos compensaros. —Se volvio al bardo—. Jes, ve en busca de mi mayordomo privado y dile que cenare en mis aposentos, con tres acompanantes. Y avisa a Mila que Carn Caille alojara a dos invitados esta noche. Sonriente, miro a su hijo—. Ven conmigo, Ryen; tu y yo entretendremos a estas buenas gentes y veremos en que forma podemos ayudarlos. En estas circunstancias —un destello de sus ojos dio a entender que habia mucho mas en sus palabras—, creo que es lo minimo que podemos hacer.

Cuando la cena servida en los aposentos de la reina viuda toco a su fin, Vinar se sentia ya medio convencido de que sonaba. Durante mas de dos horas a el y a Indigo los habian tratado como si pertenecieran a la realeza. Estaban sentados en mullidos sillones mientras sirvientes respetuosos les servian excelente comida y bebida en cantidades que habrian podido incluso con el apetito de un marino scorvio, y un rey y una reina conversaban con ellos como si fueran de la familia. En un principio, Vinar se habia sentido tan intimidado que apenas si podia pronunciar una palabra, pero sus anfitriones, Moragh en particular, eran tan bondadosos y afables que su nerviosismo no tardo en disminuir, y muy pronto empezo a imaginarse con regocijo lo que dirian el capitan Brek y sus companeros de tripulacion del Buena Esperanza si lo vieran alli, Indigo, por otra parte, habia parecido encontrarse muy comoda desde el principio. No tenia mucho que decir, pero su sonrisa no era afectada y sus modales eran relajados aunque un tanto aturdidos; al observarla, Vinar podria haber creido facilmente que habia nacido y se habia criado para convivir con tan exaltada compania, ya que no parecia atemorizarla.

Se habian retirado las bandejas de carnes y frutas y verduras frescas, y comido los pasteles, y se acababa de colorar sobre la mesa un enorme cuenco de almendras conservadas en miel junto con jarras de dulce aguamiel, cuando la conversacion se dirigio por fin a la mision que habia llevado a Vinar y a Indigo a Carn Caille. Moragh era una experta interrogadora y no tardo mucho en extraer de Vinar toda la historia del naufragio y lo sucedido despues, asi como el curioso mensaje que sus invitados habian recibido a traves del capitan Brek, que se encontraba en Ranna.

—?Y vuestro capitan dijo claramente que traerian aqui a la loba? —Habia sorpresa y curiosidad en la voz de la reina viuda—. ?No hay ningun error?

Vinar observaba las almendras con miel con gran interes, pero no se atrevia a coger ninguna hasta que lo hicieran sus anfitriones y le mostraran como debian comerse.

—No hay ningun error, alteza; de eso estamos seguros —respondio—. Y si el capitan Brek confiaba en que el chico que envio entregaria el mensaje correctamente... entonces yo tambien confio en ello.

—Esto es muy extrano. —Moragh dirigio una rapida mirada a su hijo—. No nos ha llegado ningun mensaje de ninguna de las brujas de por aqui, ?verdad, Ryen?

—No, desde luego —asintio el monarca—. Solo puedo suponer que habeis viajado mas deprisa que cualquier mensaje dirigido a nosotros y nos habeis cogido por sorpresa. —Sonrio para demostrar que nadie tenia la culpa.

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