Ella no comprendio que queria decir. Su mente estaba confusa, la cabeza le dolia. Y estaba oscuro. Entonces se dio cuenta de que tenia los ojos cerrados todavia y, con un esfuerzo, consiguio que se abrieran.
La luz que le cayo sobre los ojos parecia intolerablemente brillante, pero el hombre situado junto a ella dijo algo y la fuente de luz se alejo un poco. Indigo distinguio entonces los vagos contornos de una habitacion, aunque su vision estaba aun demasiado empanada para distinguir detalles y juzgar si el lugar le resultaba o no familiar. En ese momento una sombra cayo sobre ella. La joven desvio la cabeza ligeramente e hizo una mueca de dolor cuando el zumbido de su cabeza se transformo en una breve pero aguda punzada; por fin consiguio distinguir con claridad el rostro inclinado sobre ella.
No lo conocia, pero tenia un aspecto bondadoso y sereno y eso la tranquilizo.
—Me llamo Olender —dijo el con dulzura—. Soy medico. Estas a salvo ahora, Indigo, y todo esta bien. No — extendio una mano para evitar que se incorporara—, no intentes levantar la cabeza. Tu cabeza ha recibido un golpe terrible y es mejor que permanezcas tumbada y sin moverte. Jilia ha ido en busca de una pocion que eliminara el dolor. —Callo unos instantes y luego continuo—: Bien, esto puede parecerte una peticion extrana pero te ruego que me complazcas. ?Ves mi mano? —La levanto ante ella, y la muchacha asintio con un movimiento apenas perceptible—. Estupendo. ?Cuantos dedos tengo extendidos?
En algun lugar de la memoria de Indigo un recuerdo fragmentario se agito; conocia esta prueba. —Tre... tres —musito.
—?Y ahora? —La mano desaparecio, volvio a aparecer. —Dos.
—Muy bien. —Olender se volvio hacia alguien situado detras de el—. La conmocion no es grave, creo.
La persona que estaba con el dijo algo de lo que Indigo capto la palabra «Vinar», pero no significaba nada para ella.
—Si, prometi avisar. Pide a Jilia que vaya una vez que haya preparado la pocion. — Olender se volvio de nuevo hacia la cama—. Bueno, Indigo, ?recuerdas lo que te sucedio? ?Que es lo ultimo que recuerdas?
Recordar... ?Habia habido un barco, sin duda? ?No habia estado ella a bordo de un barco? Y... y...
—Naufragio... —La palabra surgio tan apagada que Olender casi no la oyo—. Tormenta..., habia una tormenta...
Olender asintio con la cabeza en direccion al otro hombre.
—Si, lo recuerda, aunque no en detalle. No diremos nada mas sobre ello por ahora, hasta que este mas recuperada.
—Pero... —dijo Indigo.
El medico se dio la vuelta.
—?Si?
—?Como...como me llamaste...?
—Te llamas Indigo, ?no es verdad? —Olender fruncio el entrecejo—. Me dijeron...
La muchacha profirio un extrano gemido que lo interrumpio en mitad de la frase, y antes de que pudiera impedirselo intento incorporarse en el lecho.
—?Tumbate! —le ordeno con ansiedad, obligandola a permanecer echada. Ella levanto una mano y se aferro a la muneca de el.
—?Dilo otra vez! ?La palabra, el nombre!
—?Indigo?
El miedo la atenazo, y los ojos se le abrieron repentinamente, desorbitados. Hurgaba desesperadamente en su mente, buscando, rastreando, pero la informacion que deseaba no se encontraba alli: quien era, de donde venia, donde habia estado... Todo habia desaparecido, y en su lugar no habia mas que un vacio, una enorme y profunda extension de nada.
—?No se mi nombre! —El miedo se transformo en panico, «Indigo, Indigo...», se repetia en silencio, una y otra vez, pero no era mas que una palabra sin significado para ella—. ?Ha desaparecido,
—No podemos hacer otra cosa que aguardar y tener confianza. —Olender miro de soslayo al corpulento scorvio sentado lleno de desanimo frente a el y suspiro comprensivo—. Ya se que eso no te sirve de consuelo, Vinar, pero me temo que es lo mejor que yo o cualquier otro podemos ofrecer. Fisicamente se recuperara por completo, loada sea la Madre; pero si recuperara o no la memoria es algo que no puedo pronosticar. — Aguardo una respuesta y, al ver que Vinar no contestaba, anadio, en un intento de animarlo—: Me he tropezado con esto en mas de una ocasion; se sabe que sucede a veces despues de un golpe en la cabeza. En la mayoria de los casos la memoria regresa...
—Pero no siempre, ?verdad? —Vinar levanto los ojos.
Olender se sintio incapaz de mentir.
—No, no siempre.
Se produjo un largo silencio. El medico no lo sabia, pero Vinar luchaba interiormente consigo mismo, como habia hecho desde que le habian comunicado la noticia de la amnesia de Indigo. Olender sabia que el e Indigo habian sido buenos amigos, y habia intentado hacer preguntas que pudieran ayudar a los aldeanos a localizar a la familia e la joven, o al menos a alguien en las Islas Meridionales que la conociera. Hasta el momento, Vinar habia eludido las preguntas, pero ahora sabia que debia dar una respuesta... y, al hacerlo, desoir su conciencia o ceder a ella en la toma de una decision de suma importancia.
—Lamento tener que apremiarte cuando tienes preocupaciones mayores —dijo Olender con suavidad—, pero si hay algo que puedas decirnos de su familia...
—Ya —interrumpio Vinar con brusquedad.
Habia tomado una decision. Podia estar equivocada, podia ser perversa; pero el no era mas que un ser humano, con debilidades humanas. Y, se dijo a si mismo con desesperacion, ello no haria ningun
—Ya —repitio—. Puedo ayudar. Tiene familia en las islas, me lo dijo, aunque no se donde. Pero los encontrare, no lo dudes. Veras, ella iba a llevarme hasta ellos, a ver a su padre. —Una sonrisa se extendio despacio por su rostro—. Ella y yo, ?sabes?, ibamos a casarnos. De modo que ahora puedo ocuparme de ella, y tan pronto como este mejor nos iremos juntos, encontraremos a los suyos, ?y entonces todo ira bien para los dos!
CAPITULO 3
Despues de una violenta tempestad siempre hay cosas que recuperar a lo largo de la costa que rodea Amberland, y en los dias siguientes a la galerna mucha gente descendio a las playas y ensenadas durante la marea baja para peinar la costa en busca de cosas que salvar. Nadie buscaba sacar provecho de la desgracia de otros, pero para los aldeanos de la zona, educados segun los principios del ahorro y la frugalidad, los desechos procedentes de un naufragio proporcionaban muchas cosas de valor, desde madera para usar como combustible en invierno hasta pedazos de cuerda, trozos de velamen y, bastante a menudo, los restos de cargamentos perecederos inutiles ahora para sus propietarios pero un gran hallazgo para una familia pobre.
Casi todo el raque lo realizaban los ninos y aquellas personas demasiado ancianas o enfermizas para realizar un trabajo regular, y durante los dos dias siguientes a la tempestad, mientras el mar se tranquilizaba poco a poco, personas solas y grupos patrullaron la orilla, exploraron cuevas y treparon por entre las rocas en busca de lo que fuera que la ultima marea alta hubiera arrastrado. Conscientes de que en los lugares de mas facil acceso ya no quedaria nada, algunos de los recolectadores mas agiles probaban suerte y arriesgaban el cuello en ensenadas menos accesibles y lejanas, y fue en una de tales calas, una manana luminosa pero helada cuando la marea estaba en su punto mas bajo, que dos jovenes hermanos vieron algo que se movia entre un monton de algas de la playa.
Esk, que con sus diez anos era el mas joven de los dos, hizo caso omiso de la advertencia de su hermano mayor Retty de que tuviera cuidado, y corrio hacia alli sin pensarlo, para luego detenerse en seco a pocos metros del monton de algas.