la crisis de Armande parece como si Roux volviera a ser el de antes y hasta lo oigo silbar mientras da los toques finales a las paredes del cuarto de Anouk. Ha hecho un trabajo excelente a pesar de que se lamenta de la perdida de sus herramientas. Segun dice, las que utiliza, alquiladas en el almacen de Clairmont, no son ni la mitad de buenas que las suyas. Asi que pueda, comprara herramientas nuevas.
– En Agen hay un sitio donde venden barcas viejas con las que se puede navegar por el rio -me ha dicho hoy mientras se tomaba el chocolate y unos eclairs-. Podria comprarme un casco viejo y repararlo durante el invierno para adecentarlo y dejarlo habitable.
– ?Cuanto dinero le haria falta?
Se ha encogido de hombros.
– Quiza cinco mil francos para empezar o quiza bastarian cuatro mil. Todo depende del estado en que este.
– Armande se los prestaria.
– No -en este punto es inflexible-, bastante ha hecho por mi -con el indice ha trazado un circulo en torno al borde de la taza-. Narcisse me ha ofrecido trabajo -me ha dicho-. Trabajare en el vivero, y despues lo ayudare en las vendanges cuando llegue la vendimia y seguidamente ya vendran las patatas, las judias, los pepinos, las berenjenas… Hay trabajo hasta noviembre.
– Estupendo -he sentido una oleada de calor al ver su entusiasmo y comprobar que ha recuperado el buen humor. Tiene mejor aspecto, esta mas distendido y ya no tiene aquel semblante adusto, hostil y desconfiado, que infundia hermetismo a su expresion y la convertia en una especie de casa embrujada. Estas ultimas noches ha dormido en casa de Armande a peticion de esta.
– Por si me da otro patatus -dijo Armande muy seria pero haciendome una mueca muy comica a espaldas de Roux. Comedia o no, me tranquiliza que Roux se quede con ella.
A Caro Clairmont, sin embargo, no le sucede lo mismo. El miercoles por la manana vino a La Praline acompanada de Joline Drou, evidentemente para hablar de Anouk. Roux estaba sentado ante el mostrador tomando mocha. Josephine, que todavia tiene miedo de Roux, estaba en la cocina empaquetando bombones. En cuanto a Anouk, terminaba de desayunar y tenia delante su tazon amarillo con chocolat au lait y medio croissant. Las dos mujeres no paraban de dedicar sonrisas dulzonas a Anouk y miradas desdenosas a Roux. Este se limitaba a echarles alguna que otra de sus ojeadas insolentes.
– Espero que no hayamos llegado en mal momento -dijo Joline con voz melosa, llena de solicitud y simpatia. Debajo de la actitud aparente, sin embargo, no habia mas que indiferencia.
– En absoluto. Estamos desayunando. ?Quieren tomar algo?
– No, no. Yo no desayuno nunca.
Al mismo tiempo dirigio una sonrisa afectada a Anouk que, por tener la cara metida en el bol amarillo, no se dio por enterada.
– No se si es momento para hablar con usted -me dijo Joline con voz afable-… pero en privado.
– Bueno, no es que sea imposible -le dije-, pero no lo encuentro necesario. ?No puede decirme aqui lo que me tenga que decir? Estoy segura de que a Roux no le importara que hablemos delante de el.
Roux se rio disimuladamente y Joline puso cara de pocos amigos.
– Pues bien, la verdad es que es un asunto un poco delicado -dijo.
– ?Esta segura, entonces, de que es conmigo con quien tiene que hablar? ?No seria mas adecuado el cure Reynaud?
– No, quiero hablar con usted -dijo Joline frunciendo los labios.
– ?Oh! -le dije, muy educada-. ?De que se trata?
– Tiene que ver con su hija -me dirigio una sonrisa irritada-. Como usted sabe, soy la encargada de su clase.
– Lo se -servi otra mocha a Roux-. ?Ocurre algo? ?Esta atrasada en los estudios? ?Tiene algun problema?
Se muy bien que Anouk no tiene el mas minimo problema escolar. Lee vorazmente desde que tenia cuatro anos y medio. Habla ingles casi igual de bien que frances, legado de los tiempos de Nueva York.
– No, no, -me aseguro Joline-. Es una nina muy lista -disparo en direccion a Anouk una rapida mirada que mi hija, demasiado ocupada en terminarse el croissant, no recogio, aparte de que con disimulo y figurandose que yo no me daba cuenta acababa de coger un ratoncito de chocolate de los expuestos y lo introducia en la pasta que estaba comiendo seguramente con intencion de hacerla mas parecida al pain au chocolat.
– ?Se trata entonces de su conducta? -inquiri con preocupacion exagerada-. ?Es discola? ?Desobediente? ?Es maleducada?
– No, no. ?Ni hablar! Nada de eso.
– Entonces, ?que pasa?
Caro me miro con cara avinagrada.
– El cure Reynaud ha estado varias veces en la escuela esta semana -me informo- para hablar con los ninos sobre la Pascua y el significado de esa fiesta para la Iglesia y otras cuestiones relacionadas con el tema.
Movi la cabeza afirmativamente tratando de darle animos y Joline me dirigio otra de sus sonrisas comprensivas.
– No, lo que ocurre es que Anouk resulta que… -dirigio una mirada esquiva a Anouk-… no es que sea exactamente discola, pero hace unas preguntas muy extranas.
Su sonrisa se hizo mas crispada, como si los labios se le hubieran quedado de pronto entre parentesis o quisiera demostrar toda su desaprobacion.
– Preguntas muy extranas -repitio.
– Bueno -dije como quitando hierro al asunto-. Siempre ha sido una nina muy curiosa. No creo que usted quiera disuadir a ninguno de sus alumnos de que satisfagan su curiosidad. Y ademas… -anadi malevolamente-, no me diga que monsieur Reynaud no esta bien pertrechado para responder a las preguntas que le hagan.
Joline me dedico una sonrisa forzada, con lo que queria exteriorizar su actitud de protesta.
– Lo que pasa es que escandaliza a los demas ninos, madame -dijo con voz cortante.
– ?Ah, si?
– Parece que Anouk les dijo que la Pascua no es, en realidad, una fiesta cristiana y que Nuestro Senor es… -se quedo en silencio como si lo que se disponia a decir fuera excesivo-… que la resurreccion de Nuestro Senor es una especie de «atavismo» que se remonta a no se que dios de las mieses. Una deidad de la fertilidad de los tiempos paganos -solto una risa forzada, aunque sono glacial.
– Si -dije acariciando fugazmente los rizos de Anouk-, esta pequenaja lee mucho, ?verdad, Nanou?
– Yo solo pregunte por Eostre -dijo Anouk con firmeza-. Dice el cure Reynaud que ya no hay nadie que adore a ese dios y yo le dije que nosotras lo adorabamos.
Tuve que esconder una sonrisa con la mano.
– Me parece que el eso no lo entiende, carino -dije a Anouk-. Quiza no habrias debido hacer tantas preguntas al ver que el se molestaba.
– Los que se molestan son los ninos, madame -dijo Joline.
– No, no es verdad -replico Anouk-. Jeannot dice que tendriamos que hacer una hoguera para celebrarlo y encender velas rojas y blancas y muchas cosas. Jeannot dice…
Caroline la interrumpio.
– Parece que Jeannot dice muchas cosas -observo.
– Seguramente se parece a su madre -tercie yo.
Joline parecio ofendida.
– Parece que usted no se toma muy en serio el asunto -dijo con una media sonrisa.
Me encogi de hombros.
– No lo veo un problema -le dije con voz tranquila-. Mi hija participa en los coloquios de la escuela. ?Es eso lo que quiere decirme?
– Hay temas que no deben ser objeto de debate -intervino Caro y, por espacio de un momento fugaz, debajo de su dulzura acaramelada, vi a su madre en ella, imperiosa y dominante. Eso de que demostrara un poco de espiritu me gusto mas que su actitud habitual-. Hay cosas que deben aceptarse a traves de la fe y cuando un nino tiene los fundamentos morales adecuados… -se mordio los labios y dejo la frase en el aire, sumida en un mar de confusiones-. Nada mas lejos de mis intenciones que decirle como debe educar a su hija -termino con voz monocorde.