cerrado, el cristal roto es el testimonio de lo ocurrido esta manana. He vuelto cuando ya era noche cerrada y me he quedado largo rato delante de la ventana. El cielo en Les Marauds era frio y tenia una tonalidad verde sepia y un unico filamento lechoso en el horizonte. El rio estaba oscuro y silencioso.

He dicho a Caro que la Iglesia no respaldaria su campana contra el festival del chocolate. Yo no pienso respaldarlo. Despues de lo que ha hecho este hombre, el Comite ya no tiene credibilidad ninguna. Esta vez ha sido demasiado publico, demasiado brutal. Tambien ellos deben de haber visto su rostro como lo he visto yo, encendido de odio y de locura. Una cosa es saber que un hombre pega a su mujer… saberlo en secreto, pero contemplar el hecho con todo lo que tiene de sordido… ?No, ese hombre no sobrevivira a esto! Caro ya esta diciendo a todo el mundo que ella estaba al tanto de todo, que sabia como las gastaba. Procura salir lo mejor librada posible del asunto -«?Que enganada estuvo esa pobre mujer!»-, lo mismo que yo. Digo a Caro que hemos estado siempre demasiado involucrados. Que nos servimos de el siempre que nos parecio oportuno. Que ahora no debemos caer en lo mismo. Si queremos protegernos, debemos mantenernos en la retaguardia. No le hablo del otro asunto, lo de la gente del rio, aunque la verdad es que lo tengo muy presente. Armande sospecha. Podria irse de la lengua por simple malicia. Y ademas esta lo otro, tanto tiempo sumido en el olvido pero todavia vivo en sus viejos pensamientos… No, me siento indefenso. Peor, tienen que ver que contemplo el festival con indulgencia. De lo contrario comenzaran las habladurias y, ?quien sabe en lo que podrian acabar? Manana, en el sermon, predicare sobre la tolerancia, dare la vuelta a esa corriente que yo mismo puse en marcha y tratare de cambiarles las ideas. Quemare los folletos restantes. Tambien tengo que destruir los carteles que habia que distribuir desde Lansquenet a Montauban. Es algo que me parte el corazon, pere, pero ?que otra cosa puedo hacer?

El escandalo acabaria conmigo.

Estamos en Semana Santa. Solo falta una semana para el festival. Y ha salido vencedora ella, pere, solo ella. Un milagro es lo unico que puede salvarnos.

34

Miercoles, 26 de marzo

Siguen sin llegar noticias de Muscat. Josephine permanecio en La Praline casi todo el domingo, pero ayer por la manana decidio volver al cafe. Esta vez la acompano Roux, pero lo unico que encontraron fue el caos en que habia quedado todo. Al parecer se confirman los rumores. Muscat ha desaparecido. Roux, que ya ha terminado la nueva habitacion que espera a Anouk en el desvan, se ha puesto a trabajar ahora en el cafe. Ha colocado cerraduras nuevas en la puerta, ha arrancado el viejo linoleo del suelo y ha retirado de las ventanas las mugrientas cortinas. Cree que con un poco de esfuerzo -una capa de cal en las asperas paredes, unas ligeras pinceladas en los baqueteados muebles y agua y jabon en abundancia- el bar podria convertirse en un lugar acogedor y agradable. Se ofrecio a hacer el trabajo de balde, pero Josephine no quiere ni oir hablar del asunto. Muscat, como no podia ser de otro modo, ha dejado a cero la cuenta que tenia conjuntamente con su mujer, pero Josephine tiene algo de dinero propio y esta segura de que el nuevo cafe sera un exito. Se ha retirado el deslucido letrero que durante los ultimos treinta y cinco anos ha anunciado el nombre del bar -Cafe de la Republique- y en su lugar se ha colocado un flamante toldo rojo y blanco, gemelo del mio, y un letrero pintado a mano procedente del almacen de Clairmont que reza Cafe des Marauds. Narcisse ha plantado geranios en las macetas de hierro forjado de las ventanas, que desbordan las paredes y cuyas flores escarlata estallan bajo el repentino calor. Armande contempla la casa con mirada de aprobacion desde su jardin al pie de la colina.

– Es una buena chica -me dice subitamente con sus maneras bruscas-. Se abrira camino en la vida ahora que se ha sacudido a aquel indeseable de encima.

Roux se ha instalado provisionalmente en una de las habitaciones del bar, en tanto que Luc, para contrariedad de su madre, ha ocupado aquella donde el dormia en casa de Armande.

– No es sitio para ti -le espeta Caro con voz chillona.

Estoy en la plaza cuando salen de la iglesia, el con su traje de los domingos y ella con otro mas de sus innumerables conjuntos color pastel y un panuelo de seda sobre los cabellos.

La respuesta del chico es cortes pero inamovible.

– Solo hasta la fi-fiesta -le dice-. No tie-tiene a nadie que se ocupe de ella. Po-podria tener otro ataque.

– ?Todo eso son cuentos! -dice su madre en tono tajante-. ?Sabes lo que pretende? Quiere poner una cuna entre los dos. Te prohibo, escucha bien lo que te digo, te prohibo que te quedes con ella esta semana. Y en cuanto a esa ridicula fiesta…

– No creo que debas pro-prohibirme nada, ma-maman.

– ?Se puede saber por que? No se si lo sabes, pero eres mi hijo, nene, o sea que no te quedes ahi diciendome que piensas obedecer a esa vieja loca antes que a mi.

La rabia llena sus ojos de lagrimas, le tiembla la voz.

– De acuerdo, maman -parece que toda esta exhibicion no lo ha afectado en lo mas minimo, aunque rodea la espalda de su madre con el brazo-. No durara mucho tiempo. Solo hasta la fiesta. Te lo pro-prometo. Tu tambien estas invi-vitada, ?sabes? Ella se pondria muy contenta si vi-vinieras.

– Pero es que yo no quiero ir -dice con voz desdenosa y lastimera a la vez, como una nina cansada.

– No vayas si no quieres -acepta con resignacion, pero despues no te que-quejes si no te hace caso cuando le pidas algo.

Se queda mirandolo.

– ?Que quieres decir?

– Me refiero a que yo po-podria hablar con ella, con-convencerla -ese chico es muy listo y conoce a su madre, la entiende mas de lo que ella se figura-. Yo podria dar-darle la vuelta -dice-. Pero si no quieres probar…

– Yo no he dicho eso -obedeciendo a un impulso subito, tambien ella lo rodea con los brazos-. Tu eres mi nino inteligente -dice, ya recobrada la compostura-. Tu podrias conseguirlo, ?verdad? -le da un beso ruidoso en la mejilla y el lo acepta con paciencia-. Mi nino bueno e inteligente -le repite con voz dulce y se van paseando juntos y cogidos del brazo, el chico ya mas alto que su madre y ella observandolo con la mirada atenta y tolerante que se dirige a un hijo casquivano.

Pero el sabe de que va.

Como Josephine esta ocupada con sus asuntos, actualmente tengo poca ayuda en los preparativos de Pascua. Suerte que ya tengo casi todo el trabajo ultimado y solo me quedan unas pocas docenas de cajas. Trabajo por las noches y me dedico a hacer pasteles y trufas, campanas de pan de jengibre y pains d’epices dorados. Echo de menos el leve toque de Josephine para los envoltorios y adornos, pero Anouk me ayuda lo mejor que puede y se dedica a ahuecar los ringorrangos de celofan y a prender rosas de seda en innumerables bolsitas.

He cubierto el escaparate mientras preparo los articulos que expondre el domingo, por lo que la tienda se parece bastante a como era cuando llegamos, con la hoja de papel de plata cubriendo todo el cristal. Anouk la ha decorado con recortes de papel de colores que representan huevos y diversos animales y en el centro hay un gran letrero que anuncia:

GRAN FESTIVAL DEL CHOCOLATE

Domingo, Place Saint-Jerome.

Como han empezado las vacaciones escolares, la plaza esta llena de ninos que se acercan a la tienda y aplastan las narices contra el cristal con la esperanza de atisbar los preparativos.

Ya he recibido encargos por valor de ocho mil francos -algunos de lugares tan apartados como Montauban y Agen- y siguen llegando, razon por la cual la tienda rara vez esta vacia. Creo que la campana promovida por Caro se encuentra en punto muerto. Guillaume me dice que Reynaud ha comunicado a la congregacion de feligreses que el festival del chocolate goza de su apoyo incondicional pese a los rumores propagados por malevolos chismosos. A pesar de esto, a veces lo veo observandome desde su pequena ventana con ojos avidos y cargados de odio. Se que no me quiere bien, pero en cierto modo el veneno que destilaba parece haberse secado. Hago unas preguntas a Armande, que sabe mas de lo que dice, aunque se limita a mover negativamente la cabeza.

– ?Huy, son cosas que ocurrieron hace mucho tiempo! -me dice con aire deliberadamente vago-. Mi memoria ya

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