nuca, estiro la espalda contra la aspera pared de madera del edificio, empujando hacia delante sus pechos al mismo tiempo.
– ?No se te ha ocurrido que podria no gustarme que mi prometida exhibiera el pecho ante todo el mundo?
Ella miro hacia abajo y su mano volo al boton desabrochado.
– Oh, mi…
– No se que intentas conseguir esta noche, pero sera mejor que te sientes e intentes comportarte como una mujer comprometida.
Sus ojos subieron rapidamente para encontrar los de el. Lo miro un largo momento, rechinando los dientes y abriendo con un toquecito el segundo boton.
El se quedo tan asombrado ante su desafio que le llevo unos segundos encontrar la voz.
– ?Que piensas que estas haciendo?
– No hay nadie por aqui. Tengo calor y tu eres inmune a mi. Asi que no pasa nada.
Ella tenia calor, vale, y el. No sabia que pasaba esa noche, pero tenia que detenerla.
– Nunca dije que fuera inmune a ti -replico con agresividad-. A fin de cuentas eres una mujer, ?no?
Sus ojos se abrieron repentinamente. Fue un golpe bajo y sintio inmediatamente verguenza de si mismo. Verguenza que aumento cuando la expresion atontada de su cara se convirtio en una mirada de preocupacion.
– ?Te molesta la rodilla? Por eso estas tan grunon esta noche.
Dejo que Gracie encontrara una excusa a su grosero comportamiento. Ella solo queria ver el lado bueno de las personas, lo que provocaria que todos le pasaran por encima. Bueno, pues el no iba a destruir sus ilusiones diciendole que su rodilla estaba perfecta. Asi que inclinandose, la froto sobre la tela de los vaqueros.
– Algunos dias son mejores que otros.
Ella agarro su muneca.
– Me siento fatal. Lo estaba pasando tan bien que no pense en nadie que no fuera yo. Vamos a casa, asi podras ponerle hielo un rato.
El se sintio mas ratrero que una serpiente.
– Probablemente si me sigo moviendo se pasara. Vamos a bailar.
– ?Estas seguro?
– Claro que estoy seguro. ?Esta sonando George Strait?
– ?Quien?
El la cogio de la mano y la apreto contra el.
– ?Quieres decir que no sabes quien es George Strait?
– No se nada de musica country.
– En Texas, es una religion. -En lugar de regresar adentro, la acerco mas y comenzo a moverse. Bailaron entre un viejo Fairlane y un Toyota, con el olor a melocotones de su pelo.
Mientras la grava del aparcamiento crujia bajo sus botas, el no pudo resistirse a meter la mano bajo el borde del chaleco y reposarla sobre su espalda. Sintio las protuberancias de su columna vertebral, la suavidad de su piel. Ella temblo, recordandole que necesitaba un hombre, que corria el peligro de caer en los brazos del primer bastardo un poco amable que se le pusiera por delante.
La idea le resulto condenadamente inquietante. No lo avergonzaba admitir que le gustaba Gracie y que sin duda alguna, no queria que estuviera con nadie que no la tratara con cuidado. ?Que ocurriria si diera con uno de esos hijos de puta demasiado egoista como para asegurarse que estaba protegida? ?O algun imbecil demasiado interesado en el sexo le gastaba bromas demasiado groseras y estropeaba su placer sexual para siempre? Habia un millon de desastres esperando ahi fuera a una mujer tan desesperada como Gracie.
Llevaba jugando al escondite con la verdad demasiado tiempo, sabia que habia llegado el momento de reconocerla. Si queria seguir mirandose al espejo cada manana, tenia que ahogar sus dudas sobre su jodida piedad y hacer lo que tenia que hacerse. Ella era su amiga, maldicion, y el nunca le daba la espalda a sus amigos. No tenia otra eleccion. La unica manera de asegurarse que las cosas se hacian como debian, era encargarse de la iniciacion de Gracie el mismo.
Por primera vez en toda la tarde, su humor mejoro. Se sintio pletorico y un poco arrogante, igual que cuando habia extendido un cheque de cinco numeros para una buena obra. Habia mas que sexo implicado. Como ser humano decente, tenia la responsabilidad de liberar a esa mujer de las trampas de la ignorancia. Si perder mas tiempo en considerar las complicaciones que podian surgir, se lanzo en picado.
– Gracie, llevamos evitando el tema unas semanas, pero pienso que necesitamos aclarar las cosas. Esa noche que estabas borracha, dijiste algunas cosas.
El sintio como se tensaba bajo la palma de su mano.
– Apreciaria que los dos olvidaramos esa noche.
– Es dificil. Fue algo muy fuerte.
– Como has dicho, estaba ebria.
El habia dicho que estaba borracha, pero no se tomo la molestia de perder tiempo corrigiendola.
– El alcohol algunas veces, sirve para decir la verdad, y tal y como estan las cosas, no deberiamos mentirnos. -Desplazo la mano mas arriba, por su espalda y froto a lo largo de su columna con el dedo indice-. Me doy cuenta de que eres como un polvorin sexual esperando estallar, lo cual es comprensible considerando que te has negado uno de los mas dulces placeres de esta vida.
– No me he negado nada. Simplemente, nunca aparecio la oportunidad.
– Por lo que vi ahi dentro, la oportunidad puede llegar en cualquier momento. Esos jovenes solo son humanos, y, lo cierto es que te estabas exhibiendo descaradamente.
– ?No lo hacia!
– Vale. Digamos entonces que solo estabas coqueteando un poco.
– ?Coqueteaba? ?De verdad?
Sus ojos se abrieron con deleite, y el se percato que habia cometido un error tactico. Con su tipica incertidumbre, ella no habia tomado su comentario como una critica, tal y como el habia pretendido que fuera. Antes de que ella quedara envuelta en una imagen de si misma como una bella surena y se olvidara de prestar atencion a lo que el decia, anadio rapidamente:
– La cosa es que creo que ya va siendo hora de que unamos fuerzas y hablemos. Se me ha ocurrido un plan que sera beneficioso para los dos.
La cancion termino. A reganadientes, el saco su mano de su chaleco y la dejo ir. Apoyandose contra el lateral del Fairlane, el cruzo los brazos sobre el pecho.
– Tal y como yo lo veo, cada uno tiene un problema. Tu estas algo atrasada en el arte del sexo, pero como se supone que estamos comprometidos, no vas a buscar a nadie que te ensene. Yo, por otro lado, necesito tener una vida sexual regular, pero como soy oficialmente un hombre comprometido y este es un pueblo pequeno, no puedo llamar a mis antiguos ligues y hacer planes con ellas, ya me entiendes.
Gracie se mordisqueaba el labio inferior.
– Si, yo, eh…, ya veo…, es ciertamente un problema.
– Pero no tiene por que serlo.
Su pecho comenzo a moverse como si acabara de correr un largo trecho y estuviera jadeando.
– Supongo que no.
– Los dos somos adultos responsables y no hay ninguna razon por la que no deberiamos ayudarnos mutuamente.
– ?Ayudarnos mutuamente? -dijo ella con voz debil.
– Claro. Te puedo ensenar lo que necesitas y me mantienes fuera de circulacion. Creo que no puede ser mejor.
Ella se relamio los labios nerviosamente.
– Si, es…, eh… muy logico.
– Y practico.
– Eso, tambien.
El oyo la desilusion oculta en su respuesta, y sabia lo suficiente sobre la necesidad que las mujeres tenian del