Para su sorpresa, todos los nervios de Philip se pusieron tensos. Forzando un tono de voz suave, dijo:
– Es hermosa, ?verdad?
– En realidad, no creo que «hermosa» la defina en absoluto. Es distinguida. Diferente. Llamativa. Pero no hermosa.
– ?Seguro? No me habia dado cuenta.
– Ya lo veo. Entonces tampoco te habras fijado en ninguno de sus demas atributos.
– ?Como, por ejemplo?
– Como el ribete azul oscuro que rodea sus iris acuosos, haciendo que sus ojos parezcan el fondo de un profundo lago. O la manera en que su palida piel se sonrosa cuando se anima por algo, o lo increiblemente brillante que es su cabello oscuro. ?Como de largo supones que es su pelo? Yo imagino que debe de llegarle al menos hasta la cintura. -Le lanzo una profunda mirada-. No hay nada como una mujer bien torneada con el pelo muy, muy largo. Pero supongo que no te habras fijado tampoco en que es una mujer bien torneada.
Philip abandono cualquier pretension de estudiar el tablero de ajedrez. Un inesperado e ingrato acceso de celos empezo a crecer en su interior, junto con una razonable dosis de enfado.
– Ya hemos vuelto a la civilizacion, Andrew. Esa no me parece la manera mas adecuada de describir a una dama.
La mirada que Andrew le lanzo estaba cargada de pura inocencia.
– Espero que hubiera algo de decoro en mis palabras. Te aseguro que no pretendia ser descortes. Solamente intentaba hacerte una lista de sus atributos; de unos atributos que creo que cualquier hombre con ojos en la cara deberia haber visto enseguida. Excepto tu, por lo que parece. Lo cual es muy interesante. Especialmente teniendo en cuenta que tu sueles ser muy observador.
Oh, claro que la habia observado. Lo habia observado todo en ella, incluidos sus deslumbrantes ojos, su rostro, su precioso cabello y las curvas de sus formas femeninas a traves de su vestido de color bronce. Pero le habia molestado que Andrew tambien se hubiera fijado en lo mismo.
– Lastima que no sea una de esas rubias esbeltas que a ti te gustan -medito Andrew pensativo-. Aunque me imagino que eso no tiene importancia. Teniendo en cuenta todo lo que me has contado, he de suponer que esperas casarte con alguna «lady» tal o cual, que es lo opuesto a una simple «miss».
– Si, eso es lo que se espera de mi -dijo Philip, y esas palabras salieron de su boca como si fueran arena del desierto.
– Aunque ha habido muchas ocasiones en las que te he visto hacer exactamente lo contrario de lo que se esperaba de ti, Philip.
Philip se quedo estudiando el semblante de su amigo durante varios segundos antes de contestar.
– Eso era en Egipto, en Turquia, en Grecia. Ahora estamos en Inglaterra. Y he vuelto aqui para hacer lo que se espera de mi.
– Vas a casarte con alguien a quien apenas conoces. Vas a abandonar la vida que te gustaba en el extranjero, tus exploraciones, y vas a renunciar a tu libertad.
Ese era un tema que Andrew y el ya habian discutido en muchas ocasiones.
– Estoy cumpliendo un trato que me garantizo la libertad durante los ultimos diez anos. Y entre el Museo Britanico y el museo privado que los dos estamos planeando fundar tendre mas que suficiente para estar ocupado.
– Eso imagino. Pero me parece que estas dando mucho a cambio. Creo que deberias tener a la mujer a la que deseas. Yo personalmente nunca me casaria si no fuera por amor.
Philip no pudo contener una risa sorprendida.
– No te imagino haciendo el papel de pretendiente loco de amor, Andrew. Te he visto en compania de muchas mujeres durante todos estos anos, y no me parece que ninguna haya podido cautivar aun tu corazon.
– Quiza porque mi corazon ya estaba cautivado por otra persona.
Philip se quedo mirandolo fijamente, desconcertado. Aunque a veces era dificil determinar si Andrew estaba hablando en broma, aquellas tranquilas palabras no tenian la apariencia de ser una broma. Hacia cinco anos que conocia a Andrew, y desde entonces habian vivido todo el tiempo muy cerca el uno del otro, compartiendo experiencias de vida o muerte, pero esa era la primera vez que mencionaba su amor no correspondido.
– ?Esta tu corazon comprometido con alguien?
Una fugaz expresion de lo que parecia ser dolor centelleo en los ojos de Andrew. A continuacion una triste y avergonzada sonrisa hizo que se elevara uno de los extremos de su boca.
– Tocado.
Sin poder esconder su sorpresa, Philip pregunto:
– ?Es americana?
– No. La conoci hace unos anos, en uno de mis viajes.
– ?Y te enamoraste de ella?
– Si. Mi destino estuvo sellado en el momento en que puse mis ojos en ella.
– Entonces, ?por que no te casaste con ella?
– Por desgracia, ella ya estaba casada.
– Ya veo. -El silencio se hizo entre ellos mientras Philip digeria esa nueva informacion sobre su amigo-. ?Todavia la amas? -pregunto al fin.
Una vez mas sus miradas se encontraron y Philip se sintio golpeado por la expresion de desolacion que vio en los negros ojos de su amigo.
– Siempre la amare.
– Y ella, ?te ama?
– No. -Aquella palabra salio de su boca como un estridente murmullo-. Ella es fiel a su marido, a su idea del matrimonio. No sabe nada de mis sentimientos. Ella no hizo nada para animarlos. Sencillamente, yo perdi la cabeza por ella.
Philip trato de controlar su compasion y su asombro. Nunca habia visto a Andrew tan serio y tan deshecho. Tan triste. Se acerco a el y le sacudio los hombros en un gesto de solidaridad.
– Lo siento, Andrew. No tenia ni idea.
– Lo se. Y no estoy seguro de por que te lo cuento, excepto… -Meneo la cabeza y apreto los labios como si tuviera dificultad para encontrar las palabras, algo poco comun en el siempre poco reservado Andrew-. Se que eres un hombre integro, Philip. Un hombre de palabra. Un hombre que debe elegir a una esposa. Supongo que tan solo espero que elijas… con cuidado. Y que hagas caso a tu corazon. Yo no pude hacerlo, y eso me supuso un dolor que no le deseo a nadie, y menos a mi mas intimo amigo. Puede que la boda de tu prometida con otro fuera el destino. Una senal de que tu estabas hecho para otra.
Antes de que Philip pudiera expresar una replica, Andrew cambio de expresion, reemplazando su aire melancolico por su tipica media sonrisa. Inclino la cabeza sobre el tablero y movio su reina.
– Jaque mate.
Philip estrecho la mano a Andrew y se dio la vuelta hacia Catherine y miss Chilton-Grizedale, quienes se habian levantado y en ese momento estaban cruzando la estancia.
– ?Habeis acabado con la lista de invitados?
– Si. Manana enviaremos las invitaciones. Y la noche de pasado manana esperamos encontrar a alguien que sea de tu agrado. Miss Chilton-Grizedale y yo hemos preparado una lista de candidatas que estoy seguro que te gustaran.
Philip sintio una punzada en el estomago.
– Excelente. Ahora solo nos queda esperar que sea capaz de romper el maleficio. Porque, de lo contrario, no importa lo perfecta que sea la mujer que me hayais encontrado, no podre casarme con ella.
Se hizo el silencio en el grupo como si fuera una espesa niebla. Al fin, miss Chilton-Grizedale, con su manera seca y practica de hablar, dijo:
– Yo creo que nuestro mejor maleficio es que sigamos teniendo esperanzas. Nada trae peor suerte que una perspectiva pesimista. -Su mirada se poso en el reloj de pared-. Cielos, no me habia dado cuenta de lo tarde que es. Tengo que marcharme.
– Yo tambien me tengo que ir -dijo Catherine.
Salieron hacia el vestibulo, donde Bakari habia llamado a los carruajes de Philip y de Catherine.
Tras anudar su gorro bajo la barbilla, Catherine le dio un abrazo a Philip.