medio camino de su boca y se quedo paralizado.

Uno de sus diarios reposaba abierto sobre su escritorio, junto a unos cuantos libros amontonados al lado del tintero. No recordaba haber dejado los libros alli; de hecho, estaba seguro de no haberlo hecho, ya que el era muy cuidadoso con esas cosas. Dejo la copa al lado de la botella y se acerco hacia el escritorio de haya.

El diario estaba abierto por una pagina en la que habia dibujado detalladamente los jeroglificos y las pinturas de una tumba de Alejandria. Su mirada se paseo por la pagina y se dio cuenta de que no faltaba nada, y luego coloco el libro encima de los demas volumenes.

Sus cejas se arquearon hacia abajo. ?Habria estado husmeando entre sus pertenencias alguno de los sirvientes? Eso tenia que ser, puesto que ni Bakari ni Andrew harian tal cosa sin pedir permiso, ni tampoco habrian dejado el diario tirado de una forma tan descuidada.

Pero ?por que habria hecho tal cosa uno de los sirvientes? Sin duda por curiosidad sobre su persona y sus viajes. Se podia entender, pero tendria que encontrar al culpable a primera hora de la manana y solucionar el asunto. No solo porque no le gustaba la idea de que alguien anduviera husmeando entre sus cosas, sino tambien porque esos diarios eran irremplazables. Y no queria que cualquiera pudiera danarlos o perder sin darse cuenta.

Dejando escapar un largo suspiro, cerro el diario y lo agarro. Estaba a punto de dejarlo en su lugar correspondiente en la estanteria cuando vio un pedazo de papel sobre el escritorio, debajo de donde habia estado el diario. Habia algo escrito en su superficie, con una apretada letra que no le era familiar. Intrigado, cogio la nota y la acerco a la lampara para leer las pocas palabras que contenia.

«Vas a sufrir.»

Philip se quedo sobrecogido y paseo un dedo por encima del papel. La tinta aun no estaba seca.

Esa nota habia sido escrita hacia poco. Muy poco. Pero ?por quien? ?Por alguien de la casa? ?O acaso habia entrado algun extrano? Se acerco a las ventanas y comprobo que estaban perfectamente cerradas. ?Podria haber entrado el intruso por alguna otra parte? Le parecia muy extrano que Bakari, Andrew o alguno de los sirvientes de la casa no hubieran visto u oido algo raro si hubiera entrado alguien. Recordo que al volver a casa Bakari no estaba en el vestibulo: estaba cuidando al perro. Y la puerta principal no estaba cerrada con llave. Philip se paso las manos por la cara. ?Cuanto tiempo habria estado Bakari lejos del vestibulo? ?Por todos los demonios, cualquiera podria haber entrado por la puerta principal! A menos que se tratara de alguien que ya estaba dentro de la casa…

Miro de nuevo la nota:

«Vas a sufrir».

?Quien demonios habria escrito eso? ?Y por que?

Una mano temblorosa se llevo una copa de brandy a unos labios temblorosos.

«He escapado por los pelos. Demasiado por los pelos para sentirse seguro. Debo tener mas cuidado en el futuro.»

Un trago rapido del fuerte licor le proporciono el calor que tanto necesitaba.

Despues de unos cuantos tragos mas, la copa volvio a la mesa, y una mano mucho mas tranquila agarro una daga. La luz del candelabro se reflejo en la brillante curva de la hoja.

«Tu prematura llegada me ha interrumpido, Greybourne, y me ha obligado a abandonar la busqueda. Pero encontrare lo que estaba buscando. Y cuando lo consiga tu vida habra acabado.»

7

THE TIMES

La boda entre lady Sarah Markham y lord Greybourne no tendra lugar el 22 de este mes como se habia anunciado previamente, debido al inesperado matrimonio de lady Sarah con el baron Weycroft, ayer mismo. ?Por que haria algo tan inesperado?

Si, se debe tener en cuenta el supuesto maleficio, pero es dificil dar mucha credibilidad a dicha historia. ?Es el maleficio algo inventado por lord Greybourne para eludir el altar?

No seria el primer hombre que intenta cualquier cosa para seguir siendo libre, a pesar de que no haber querido contraer matrimonio con la joven mas solicitada de la temporada nos lleva a plantearnos algunas preguntas interesantes.

?Y que decir de lady Sarah? Seguramente el mencionado maleficio no ha sido la unica causa de que rechazara a lord Greybourne. Despues de todo, ?por que iba a decidir casarse con un simple baron, cuando podia haberse desposado con el heredero de un condado?

Acaso haya tenido que ver en ello la popular creencia de que los anos que Greybourne ha pasado en el extranjero han danado algo mas que sus capacidades mentales. No podemos imaginar que tendria en la cabeza miss Chilton-Grizedale cuando pretendio acordar esta desastrosa boda.

Meredith cerro los ojos y apoyo la cabeza contra las manos. Imaginaba que los rumores empezarian a correr en cuanto lady Sarah -ahora ya baronesa de Weycroft- dijera una palabra sobre su matrimonio, pero esto era aun mucho peor de lo que ella habia supuesto. Porque no era solo la historia al respecto del matrimonio de lady Sarah o su propio fracaso en sus funciones de casamentera lo que la afligia; despues de todo ambas cosas eran rigurosamente ciertas. No, eran las insinuaciones encubiertas acerca de la razon que podia esconderse tras la negativa de lady Sarah lo que la sulfuraban. Por el amor de Dios, hasta un ciego podria ver que lord Greybourne no tenia ningun problema fisico o mental. Esos crueles rumores serian seguramente muy humillantes para el. Meredith sentia compasion por el, a la vez que se sentia tambien ultrajada en su nombre.

– Imagino que ya habra leido el Times -llego la voz de Albert desde la puerta del pasillo.

Meredith alzo la cabeza y se dirigio a el con mirada resuelta.

– Eso me temo.

– No me gusta verla tan disgustada, miss Merrie. Sus ojos parecen amoratados.

?Amoratados? No era la afirmacion mas halagadora, pero Albert estaba en lo cierto. En lugar de conciliar una saludable noche de sueno, como habia sido su intencion, habia pasado toda la noche en una duermevela sin descanso. Pero no a causa de los rumores. No, sus pensamientos estaban puestos en lord Greybourne y en como la hacia sentir cada vez mas perturbada: confortable y acalorada, temblorosa y excitada al mismo tiempo. Estar en su compania era algo que su mente temia y su corazon deseaba. Y como siempre, dada su naturaleza practica, su cabeza era la que ganaba. Sin embargo, la batalla habia derramado bastante sangre esta vez. Ella siempre habia sabido controlar sus deseos y anhelos femeninos en cuanto levantaban cabeza, pero desde que conocia a lord Greybourne, sus deseos y anhelos no eran tan faciles de controlar.

Se puso en pie y enderezo los hombros.

– Aunque aparentemente esto es muy malo, estoy segura de que podremos hacer que todos los rumores se vuelvan a nuestro favor. Siendo como es la naturaleza humana, no habra una sola mujer, en Londres que no sienta curiosidad por saber si los rumores acerca de lord Greybourne son ciertos o no. Esas mismas mujeres iran a la velada que ofrece lady Bickley en casa de lord Greybourne y ?puf! -chasqueo los dedos-, en un periquete tendremos una novia para lord Greybourne.

Normalmente esas palabras deberian haberla llenado de satisfaccion, en lugar de haber provocado en ella esa sensacion desagradable que se parecia a un calambre.

– Espero que tenga usted razon, miss Merrie.

– Por supuesto que tengo razon. Y ahora debo pedirte un favor, Albert. Se que tenias previsto acompanar a Charlotte y a Hope al parque esta manana, pero ?podrias aplazar esa salida para la tarde y acompanarme al almacen?

– ?Para ayudarla a buscar el pedazo de piedra desaparecido?

– Si.

Albert se la quedo mirando con esa forma penetrante que tenia de hacerlo, como si pudiera leer su pensamiento. Ella hizo todo lo que pudo para mantener su semblante inexpresivo, pero sabia que ese esfuerzo era inutil ante Albert.

– Por supuesto. Pero creo que no me quiere tener alli solo para buscar un trozo de piedra…

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