– ?Sigilosa? Llevo a tu lado mas de un buen minuto, intentando (sin ningun exito, debo anadir) llamar tu atencion. ?Otra vez te habias quedado en Babia?
– Si. -Otra maldita vez se habia quedado en la Babia inducida por miss Chilton-Grizedale.
Andrew se acerco mas a su amigo y senalo con la cabeza hacia la otra pareja, cuyas cabezas estaban en ese momento muy juntas.
– ?Que pinta aqui ese «amigo»? -susurro Andrew.
– Es su mayordomo -susurro a su vez Philip haciendo ver que examinaba una lampara de aceite de bronce que sujetaba entre las manos.
– Su amigo y su mayordomo -anadio Andrew con un tono de voz meditativo. Y tambien la quiere.
– ?Perdona?
– El la quiere. ?No te has dado cuenta?
Philip se quedo observando a Goddard y a miss Chilton-Grizedale, y se trago la negativa que tenia en la punta de la lengua. Por mucho que deseara refutar la afirmacion de Andrew, no podia hacerlo. Estaba claro como el agua, en la manera como Goddard la miraba, le sonreia, se reia con ella, en lo solicito que era con ella. Llevaba sus sentimientos como una bandera de honor que proclamaba: «Quiero a esta mujer y hare todo lo que este en mi mano para protegerla y defenderla».
– Ya lo veo -dijo Philip tranquilamente-. Y es obvio que tambien ella siente gran carino por el. -Estas palabras hicieron que su corazon se estremeciera con un dolor que no supo definir.
– Si, aunque me parece que lo ha traido hoy aqui por las mismas razones por las que tu me has traido a mi - solto Andrew lanzandole a su amigo una elocuente mirada.
Philip se quedo pasmado. ?Estaria Andrew en lo cierto? ?Habia traido a Goddard alli para asegurarse de que no tendrian que estar juntos a solas? Y de ser asi, ?lo habia hecho solamente por cuestiones de decoro, o quiza ella, como el, tambien sentia que algo extrano… fuera lo que fuese, estaba sucediendo entre ellos? ?Acaso se sentiria ella tan atraida por el como el lo estaba por ella?
Philip sintio cierto alivio cuando aquella tarde volvio a entrar en su casa. Andrew habia ido al museo, pero Philip penso que necesitaba con urgencia estar un rato a solas. Habian estado buscando en mas de media docena de cajas, pero no habian encontrado nada.
Se habia esforzado todo lo que le habia sido posible para no mirar a miss Chilton-Grizedale, para mantenerse alejado de ella, obligandose a no suspirar demasiado fuerte cada vez que ella se acercaba a el, y asi no oler ese delicioso aroma de bolleria fresca -eran magdalenas aquella manana- que parecia rodearla como si fuera un halo de exquisitez. Y, por todos los demonios, tambien habia tenido que esquivar las fieras miradas que le lanzaban los ojos fijos y enfadados de Goddard. Si aquel hombre hubiese tenido dagas en lugar de ojos, ahora mismo Philip se estaria desangrando hasta morir en el suelo del almacen.
Pero incluso despues de haber degustado una sabrosa cena a base de pescado asado y crema de guisantes, seguia estando intranquilo, sin poder relajarse. Cuando Bakari entro en el comedor, Philip le pregunto:
– ?Como esta el perro hoy?
– Mejor -farfullo-. Descansando.
«Se perfectamente como se siente», penso.
– ?Crees que esta lo suficientemente bien como para dar un paseo?
Bakari se lo quedo mirando durante varios segundos con sus solemnes ojos negros, y luego inclino la cabeza.
– Pasear por el parque les hara bien a los dos.
Veinte minutos despues Philip entraba en Hyde Park, o mas bien se veia arrastrado hacia el parque por una energica bola con orejas flexibles, dorado y abundante pelaje, que estaba tan contenta de haber salido de casa que no sabia adonde mirar o donde pararse a oler primero. Al principio, el cachorro se habia sentido cohibido por la correa de cuero, pero una vez que salieron de los limites de la finca, se olvido por completo de la correa, que no servia para nada mas que para tirar de Philip.
– No me puedo creer que no seas capaz de controlarte un poco -dijo Philip colocandose el baston bajo el brazo y acelerando la marcha para mantener el paso-. Se supone que yo soy el amo. Se supone que tu debes obedecer mis ordenes. Y se supone que soy yo el que te debe guiar, y no tu a mi.
El perro no le hacia ningun caso, corriendo de un arbol a otro, con la lengua fuera como muestra de canina satisfaccion. Llevaba una venda rodeando todavia su pata herida, que obviamente no habia sufrido un dano permanente, puesto que era un remolino salvaje de actividad. Y despues de haber estado encerrado durante varios dias en la habitacion de Bakari, Philip no tenia valor para hacer que refrenara el entusiasmo del momento. El perro -que definitivamente no necesita ningun nombre- descubrio una coloreada mariposa y salio disparado tras ella. Riendo, Philip echo a correr con el.
– Vamos a ensenarle a esa mariposa quien es mas rapido -dijo.
El animal no necesito que se lo explicaran dos veces.
– Un dia perfecto para ir al parque -dijo Meredith a Charlotte mientras caminaban por un sombreado sendero de Hyde Park. Hope, llevando de la mano su muneca favorita, andaba varios pasos por delante de ellas.
– Perfecto -reconocio Charlotte.
Si, hacia una tarde maravillosa, con un calido sol atemperado por una brisa fresca que traia el aroma de las flores y hacia volar las hojas de encina. Exactamente el tipo de tarde para olvidarse de los problemas de cada uno durante un rato, mientras se pasea por el parque. Asi que enseguida podria ella olvidarse de sus preocupaciones.
Como del hecho de que, a pesar de la presencia de Albert y el senor Stanton en el almacen, ella hubiera estado todo el tiempo dolorosamente consciente de la presencia de lord Greybourne. Seguramente habria sufrido una subida de presion de oidos -si tal cosa existiera- de tanto intentar captar retazos de la conversacion entre el y el senor Stanton. El timbre grave de su voz producia una reaccion en ella que no era capaz de entender. ?Como podia el simple sonido de una voz hacer que sintiera un placer estremecedor recorriendole la espalda?
– Lamento que Albert no se encontrara bien para acompanarnos hoy -dijo Meredith con la desesperada intencion de dirigir su atencion hacia otra parte-. Me temo que ha pasado mucho tiempo de pie en el almacen y eso le haya cansado la pierna. Debo de haberlo agotado demasiado para que rechace acompanarnos al parque. Me siento muy mal al respecto, por haberle hecho venir conmigo al almacen.
– El estaba contento de ir, Meredith.
Una profunda sonrisa arqueo los labios de Meredith.
– Es un muchacho encantador -dijo sonriendo hacia Charlotte-. Tengo que acordarme de empezar a decir un «hombre encantador».
– Si, lo es -anadio Charlotte asintiendo con la cabeza.
– No me hago a la idea de que en pocos meses ya habra cumplido veintiun anos. Deberiamos prepararle una celebracion espacial.
– Hablando de celebraciones especiales, ?como van los planes de la fiesta de manana por la noche? ?Que te ha dicho lady Bickley en la nota que te envio esta manana?
Meredith se quedo sorprendida por el tono casi desesperado de la voz de Charlotte, por no mencionar el inusitado interes por su correspondencia. Estaba claro que queria cambiar de tema, pero ?por que? ?Y por que habia elegido un tema que a Meredith le iba a volver a recordar a ese hombre que intentaba desesperadamente olvidar?
– Lady Beckley me ha escrito que ha enviado las invitaciones esta misma manana, y que ya ha recibido dos respuestas afirmativas. Estoy segura de que pronto podre encontrar una novia adecuada para lord Greybourne, y pronto lo tendremos felizmente casado.
En su imaginacion se formo una imagen de el, vestido con un traje de boda, y con la mirada llena de calidez y deseo, mientras giraba la cabeza para besar a la novia. Los celos la hirieron como una bofetada en la cara y deseo con todo su corazon acabar con aquellas malditas imaginaciones suyas.
Cerro los ojos con fuerza y conto hasta cinco para poder borrar esa imagen de su mente, pero cuando volvio a abrirlos, su atencion quedo atrapada por la vision de un hombre alto que venia corriendo hacia ellas, arrastrado por un cachorro de pelaje dorado.
Se paro en seco como si estuviera a punto de estrellarse contra un muro. ?Maldicion! ?Como iba a ser posible olvidar a ese hombre si se encontraba con el alla adonde fuera!
La mirada de lord Greybourne se poso en ella y sus pasos titubearon. Sin embargo, el cachorro seguia