– Gracias por esta maravillosa noche. Echaba de menos las cenas contigo.
– Gracias por tu ayuda. Si hay algo que yo pueda hacer…
– Tu sigue buscando el pedazo de piedra perdido para que pueda celebrarse la boda. -Volviendose hacia Andrew inclino la cabeza-. Ha sido un placer, senor Stanton.
Andrew se inclino haciendo una reverencia sobre su mano enguantada.
– El placer ha sido mio, lady Bickley.
Philip acompano a Catherine por el camino hacia el carruaje que la estaba esperando. Cuando ella se metio dentro, el volvio al vestibulo, donde miss Chilton-Grizedale y Andrew estaban conversando amigablemente. Una incomoda ola de celos lo arrebato. Forzo una sonrisa y fue a recoger su baston.
Andrew vio a Philip con el baston y pregunto:
– ?Vas a alguna parte, Philip?
– Voy a acompanar a miss Chilton-Grizedale a su casa.
– No es necesario, senor -dijo ella notando que las mejillas se le coloreaban-. No quisiera abusar de su amabilidad.
– Insisto. Mi hermana vive justo al final de la calle, y lleva dos lacayos ademas del cochero, pero usted vive bastante lejos de aqui, y por la noche rondan todo tipo de criminales. -Philip alzo la cejas-. Siempre esta insistiendo usted en mi falta de delicadeza, pero cuando hago un gesto caballeroso tiene que llevarme la contraria.
– ?Insistiendo? -dijo ella aparentando enfado-. Yo preferiria decir recordando. -Estoy seguro de que asi es. - No vale la pena discutir con el, miss Chilton-Grizedale -interrumpio Andrew-. Philip puede llegar a ser muy testarudo. De hecho, le sugeriria que anadiera «que sea capaz de aguantar la testarudez» en su lista de cualidades de la futura esposa.
Ella rio. ?Bah! A Philip no le parecio que el comentario de Andrew fuera especialmente gracioso. Y luego miss Chilton-Grizedale dirigio a Andrew una encantadora sonrisa, una sonrisa que puso aun mas en tension los musculos de Philip.
– Lo anadire en cuanto llegue a casa -dijo ella tendiendo la mano a Andrew-. Buenas noches, senor Stanton.
Andrew tomo su mano y beso los enguantados dedos de miss Chilton-Grizedale. Un beso que, incluso para la poca memoria que tenia Philip de las cuestiones de decoro, le parecio que era considerablemente mas largo de lo que habria sido estrictamente adecuado.
– Un placer, miss Chilton-Grizedale. Hacia mucho, tiempo que no habia tenido la suerte de pasar una velada en tan encantadora compania. Espero que volvamos a encontrarnos pronto. -Y volviendose hacia Philip dijo-: Nos veremos manana. -Luego subio por las escaleras hacia su dormitorio.
Philip acompano a miss Chilton-Grizedale hasta su carruaje, y se metio en el, acomodandose sobre los cojines de terciopelo justo enfrente de ella.
En el momento en que se cerro la portezuela, Meredith se pregunto si habia sido una buena idea dejar que lord Greybourne la acompanara a casa. Hacia solo unas horas aquel coche le habia parecido espacioso. Ahora le parecia que su interior no contenia siquiera suficiente aire para respirar. Solo tenia que alargar la mano para tocarle. Mirando hacia abajo, se dio cuenta de que los broncineos faldones de su vestido rozaban los pantalones de el. Era dificil distinguir su rostro en la oscuridad del carruaje, pero sentia sobre ella el peso de su mirada. La oscura intimidad y el espacio cerrado aceleraron su corazon de una manera que le parecio bastante inquietante. Cerro los ojos intentando borrar la imagen de el sentado justo enfrente, pero no podia huir de la conciencia de saber que el estaba ahi. Su olor masculino invadia sus sentidos. Un maravilloso aroma de ropa limpia recien lavada y madera de sandalo, mezclado con una almizclada fragancia que no era capaz de identificar. Olia como ningun otro hombre, y sabia que incluso estando ciega podria reconocerlo entre un millon.
– Le agradezco la ayuda que me ha prestado esta noche -dijo el, con su profunda voz emergiendo de la oscuridad.
Ella abrio los ojos y esbozo una sonrisa, esperando que la oscuridad del interior no le permitiera darse cuenta de lo forzado de la misma.
– Muchas gracias; sin embargo debe agradecerselo mucho mas a su hermana. Con mi reputacion en contra, el exito de la velada seria mucho mas que dudoso.
De todos modos, tengo la esperanza de que podremos encontrarle otra novia tan apropiada para usted como lo era lady Sarah.
– No es que quiera llevarle la contraria, miss Chilton-Grizedale, pero me parece obvio que lady Sarah y yo no estabamos hechos el uno para el otro; o al menos ella no me encontro en absoluto adecuado. O simplemente atractivo.
– Lady Sarah era claramente una tonta. -Dios santo, no deberia haber expresado ese pensamiento en voz alta. Forzando sus manos a que se quedaran quietas en su regazo, en lugar de llevarselas inmediatamente a los labios, tartamudeo-: So-socialmente, ustedes eran adecuados desde todos los puntos de vista.
– Ah, si. Supongo que lo eramos. Pero cuando uno de los corazones esta ocupado por otra persona, como lo estaba el de lady Sarah por lord Weycroft, eso complica las cosas.
Tranquilizada por el hecho de que el no hubiera hecho caso a su comentario, Meredith alzo la barbilla y dijo:
– En realidad, eso no complica las cosas en absoluto, senor. El afecto que lady Sarah sentia por el baron se hubiera ido apagando con el tiempo una vez que se hubieran casado ustedes. Solo es una cuestion de que la cabeza este por encima del corazon. El corazon es terco y caprichoso. No sabe lo que es mejor, y si se le escucha, normalmente le lleva a uno hacia un camino poco aconsejable. Sin embargo, la cabeza es metodica y precisa. Practica y sensible. Cuando el corazon y la cabeza estan enfrentados, lo mejor es escuchar siempre a la cabeza.
– Que afirmacion tan pragmatica y tan poco romantica viniendo de una mujer cuya ocupacion es acordar matrimonios.
– El exito al acordar matrimonios no tiene nada que ver con el romance, senor, y creo que un hombre de su posicion deberia saberlo. Mi comprension de esta idea es lo que me ha permitido tener exito en mi actividad como casamentera. Lo importante son las combinaciones ventajosas de propiedades, las aspiraciones politicas, las familias y los titulos. Con el tiempo, las parejas iran desarrollando carino el uno por el otro.
– ?Y si no es asi?
– Entonces deben esforzarse por ser civilizados, y cada uno debe perseguir sus propios intereses.
– Mis intereses estan puestos en el estudio de las antiguedades. En estudiar las gentes y las civilizaciones de otros lugares del mundo. Tengo previsto estar muy ocupado con las exposiciones en el Museo Britanico, y tengo la intencion de fundar mi propio museo. Para mi, perseguir solo esos intereses es algo que suena muy… aislado. Solitario. Y mucho mas si trabajo en el extranjero. Preferiria tener una pareja que pudiera compartir conmigo todas esas cosas.
Su voz profunda la envolvio como un manto, seduciendola con su calidez. Se humedecio los labios resecos y se dio cuenta de que la mirada de el se detuvo brevemente en su boca.
– ?Esta diciendo que pretende que yo le encuentre a una mujer a la que pueda amar? Porque he de recordarle que debido a la enfermedad de su padre el tiempo que tenemos es limitado.
– Segun dice Andrew, enamorarse de alguien no es algo que necesite demasiado tiempo.
– ?Acaso el es un experto en esos temas? -pregunto ella alzando las cejas.
– No se si se lo podria definir de esa manera, pero se que esta enamorado de alguien.
El carruaje paso al lado de una lampara de gas y Meredith pudo ver la forma en que el la miraba con expresion interrogante.
– Parece que esa noticia la ha desilusionado, miss Chilton-Grizedale.
– Asi es, lord Greybourne. – ?Puedo preguntar por que?
– Habia esperado poder ofrecerle mis servicios al senor Stanton para encontrarle una esposa -dijo ella alzando su afilada barbilla.
Durante media docena de latidos el unico sonido que se oyo fue el traqueteo del carruaje descendiendo lentamente por la calle. Luego, para su sorpresa, el echo la cabeza hacia atras y se rio. Cualquiera que fuera la reaccion que ella hubiera esperado de el, ciertamente no era la de sentirse divertido.
La irritacion la inundo, una sensacion que realmente no le gustaba. «Cielos, ciertamente no podria encontrar