9

Meredith estaba de pie entre las sombras, en el salon de lord Greybourne, y observaba la fiesta. Ya solo a juzgar por la asistencia, la velada estaba siendo todo un exito. De las dos docenas de invitaciones que habian enviado no habian recibido ni una sola cancelacion. La sala estaba a rebosar de grupos de muchachas en edad de casarse, todas perfectamente acompanadas, y por supuesto todas ellas interesadas, o al menos curiosas, por lord Greybourne.

Su mirada recorrio la habitacion hasta que localizo al invitado de honor, el propio lord Greybourne. Cuando lo vio, su corazon se desboco de esa manera ya familiar con que lo hacia cada vez que lo veia, pero esa noche su corazon se conmovio y se detuvo en varias ocasiones. Philip estaba tan esplendido, vestido con un traje elegante y con el panuelo ahora perfectamente anudado, que le quito el aliento. Su fino y abundante pelo castano brillaba bajo la luz de una lampara de cristal iluminada por una docena de velas. Se notaba que habia tratado de arreglarse el pelo, pero un mechon rebelde aun ondeaba sobre su frente. En aquel momento estaba de pie al lado de la chimenea y conversaba con la condesa de Hickam y su hija, lady Penelope. Lady Penelope era un diamante de gran calidad y estaba muy solicitada desde que se presentara en sociedad la temporada pasada. Con su radiante belleza rubia, una angelical voz cantarina y una enorme fortuna familiar a sus espaldas, lady Penelope habia sido la primera candidata a convertirse en novia de lord Greybourne. De hecho, la unica razon por la que Meredith habia elegido a lady Sarah antes que a ella habia sido por lo ventajoso de esa union en cuanto a propiedades de terrenos.

En ese momento, lord Greybourne parecia muy interesado en lo que lady Penelope le estaba contando. Y lady Penelope, que parecia igualmente interesada, refulgia con su esbelta figura bajo la agradable luz de las velas, embutida en un vestido que marcaba la envidiable curva de su pecho, con su perfecto cabello rubio recortado en perfectos rizos alrededor de su rostro, mirando desde sus abiertos ojos azul claro a lord Greybourne con inocente adoracion.

Maldita sea, Meredith sintio deseos de cruzar la sala y abofetear a aquella perfecta belleza rubia de ojos azules. Odiaba que esos sentimientos aparecieran en ella, y aunque deseaba poder mentirse a si misma al respecto de lo que significaban, hacia mucho tiempo que habia aprendido que podia enganar a los demas, pero no tenia ningun sentido enganarse a si misma. Y la verdad desnuda era que se sentia celosa. Tremendamente celosa. Celosa hasta el punto de que se podia imaginar a si misma metiendo a todas aquellas insipidas y tontas muchachas en busca de marido en el primer barco que saliera hacia tierras lejanas. De hecho, cualquiera de ellas podria ser una esposa perfecta para lord Greybourne. Y eso hacia que las detestase a todas cada vez mas. Verlas moviendose a su alrededor, mirandolo con admiracion, coqueteando y riendo tontamente, la hacia desear romper cosas. Sobre todo brazos, piernas y narices de rubias.

Dejando escapar un largo suspiro, se dio a si misma una severa reprimenda mental. Muy bien, no podia negar que se sentia como un gato escaldado que se ha vuelto a equivocar de nuevo de camino. Pero era capaz de controlar su rabia y sus celos, de la misma manera que sabia ocultar tantas otras cosas. Lord Greybourne era un cliente. Y cuanto antes solucionara el asunto de su matrimonio, antes podria volver a tener su vida una apariencia de normalidad.

En el momento en que acababa uno de los bailes, Philip se dio cuenta de que Bakari estaba de pie en la puerta del pasillo buscandole por la estancia. Sus miradas se cruzaron y Bakari hizo una inclinacion de cabeza. Excusandose ante lady Penelope, Philip cruzo la habitacion. Cuando llego al lado de Bakari, pregunto:

– ?Que sucede?

– En su estudio.

Philip se quedo observando su expresion durante varios segundos, pero como siempre el rostro de Bakari era inescrutable.

– ?Donde estabas antes? -pregunto Philip-. Te he buscado varias veces por el vestibulo, pero no estabas alli.

– Habia salido a caminar.

Philip alzo las cejas, pero Bakari no le dio mas explicaciones, sino que dando media vuelta sobre sus talones se dirigio hacia el vestibulo. Desconcertado, Philip camino por el pasillo y se introdujo en su estudio, cerrando la puerta tras el.

Edward estaba de pie al lado de la ventana, con una copa de brandy en las manos. Philip avanzo hacia el.

– Edward, ?como estas…? -Su voz se apago y sus pasos vacilaron cuando Edward se dio la vuelta. Uno de sus ojos estaba amoratado, sus mejillas estaban llenas de aranazos y su labio inferior partido. Un vendaje blanco rodeaba los nudillos y la palma de su mano derecha-. Pero, hombre, ?que te ha pasado? Voy a buscar a Bakari…

– Acaba de verme hace un momento. Me ha limpiado las heridas y me ha vendado la mano -dijo Edward con una mueca de dolor-. Duele bastante.

– ?Que demonios te ha pasado? ?Quien te ha hecho eso?

– No se quien ha sido -dijo empezando a caminar de un lado a otro, con pasos cortos y renqueantes-. Y en cuanto a como sucedio… No podia dormir. Estoy exhausto, pero no puedo dormir. -Se detuvo y miro a Philip a traves de unos ojos angustiados-. Cada vez que cierro los ojos la veo a ella.

Un sentimiento mezcla de compasion y culpabilidad apunalo los intestinos de Philip.

– Lo siento, Edward. Yo…

– Lo se -le interrumpio Edward alzando una mano. Tomo un largo trago de brandy y continuo-: Pense que, en lugar de pasar la noche sin descansar dando vueltas de un lado a otro, podria aprovechar el tiempo en seguir buscando entre los objetos de las cajas. De modo que fui al almacen y me puse a trabajar.

– ?Al almacen? ?Como pudiste entrar?

– El vigilante me dejo pasar. Espero que no te importe.

– No, por supuesto. Solo me ha sorprendido -contesto abriendo las manos-. No imaginaba que los vigilantes fueran gente tan confiada.

– Lo normal es que yo tambien me hubiera sorprendido, pero trabe amistad con ese tipo, que se llama Billy Timson. Me he encontrado con el varias veces en el bar. El me llevo a donde estan las cajas y me puse a trabajar. Llevaba alli una o dos horas cuando oi que alguien se acercaba a mi por la espalda. Me di la vuelta y me encontre de cara con un extrano que empunaba un cuchillo.

– ?Lo pudiste reconocer? -dijo Philip sintiendo una sacudida en el estomago.

– No. -Edward empezo a moverse mas deprisa-. Llevaba puesta una mascara negra que le cubria toda la cabeza, excepto los ojos y la boca. «?Quien es usted?», le pregunte. «Quiero que me de lo que hay en la caja», me dijo. -Edward se detuvo y se quedo mirando a Philip con una expresion desolada-. Pelee contra el… Lo intente, al menos. Consegui hacer que se desprendiera del cuchillo, que cayo debajo de una caja. Pero era demasiado fuerte. Seguramente me dejo inconsciente. Cuando volvi en mi, estaba solo. Me di cuenta de que el tipo habia estado hurgando entre los objetos de la caja en la que yo estaba trabajando; estaba todo revuelto. -Dejo escapar un profundo y escalofriante suspiro-. Varias de las piezas estaban rotas y no puedo asegurarte si faltaba alguna. No lo se. Intente salir de alli, pero las puertas estaban cerradas por fuera. El muy mal nacido me habia dejado alli encerrado. La unica manera de escapar era rompiendo una ventana. En mi prisa por escapar de alli cai sobre los cristales al saltar por la ventana. Estuve buscando a Billy por los alrededores, pero no pude dar con el. Posiblemente ya se habia marchado. Entonces eche a correr, hasta que pude encontrar un coche de alquiler y vine aqui. Lo siento Philip…

Philip coloco una mano sobre su hombro para reconfortarle.

– Por favor, no hace falta que te disculpes. Me alegro de que estes bien. Porque estas bien, ?no es asi?

– Por lo que ha dicho Bakari, si. No tengo nada roto. Solo una costilla hundida y algunos rasgunos. Pero la cabeza me duele muchisimo. -Alzo levemente su ceja amoratada-. Ese mal nacido tenia unos punos como ladrillos. -Parecia que iba a decir algo mas, pero se detuvo.

– ?Que?

Edward nego con la cabeza.

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