de dolor. Y estas eran lagrimas de perdida.
Otro espasmo lo sacudio, y una letania de obscenidades fue saliendo como un hilo de entre sus labios. Lo habia estropeado todo. Ese beso de una sola parte, su expresion de repulsa y la mas clara humillacion posterior se levantarian entre ellos como un muro. Cielos, ?como podria siquiera volver a mirarla a los ojos? Habia traicionado su confianza. Seguramente pensaria de el que no era mas que un salido mal nacido; el mismo tipo de hombre que ella habia estado odiando todos aquellos anos.
Alzando la cabeza, se coloco las manos bajo el rostro. Tenia dos opciones. Podia intentar encontrar la manera de conseguir lo imposible: encontrar las palabras para disculparse ante ella, y rezar luego para que pudieran superar lo que habia sucedido esa noche. O bien podia marcharse de casa de miss Merrie.
Su corazon dio un vuelco cuando comprendio que solo habia una posibilidad.
Charlotte se quedo parada en la puerta del pasillo cuando Albert desaparecio, y fue saliendo poco a poco del estupor que la habia embriagado desde el momento en que habia tropezado contra el. Alzo una mano temblorosa y apreto con los dedos sus labios. Labios que hacia apenas un momento habian tocado los de el.
Un calor la recorrio, despertando unos sentidos que aquel inesperado beso habian dejado helados. Cerro los ojos y se permitio revivir esos pocos segundos. Nunca un hombre la habia besado de aquella manera. Con dulce y arrebatado afecto. A pesar de toda la experiencia que tenia, no sabia que un beso podia ser tan… hermoso. No sabia que podia cortarle a uno la respiracion. O dejarla paralizada. O hacer que su mirada se quedara petrificada e inexpresiva.
Pero deberia haber sabido que Albert la podia besar de aquella manera. Todo lo que venia de el era hermoso y bueno, tierno y dulce. Y que el cielo la ayudara, queria toda esa belleza y bondad para ella. Queria a Albert para ella. Y desde que el la habia abrazado de aquella manera contra su cuerpo, desde que habia visto refulgir el deseo ardiente en su mirada, no podia negar que el tambien la deseaba.
La habia sorprendido el hecho de que alguien como Albert pudiera haber puesto sus deseos en una persona como ella. Lo cual la llevaba a plantearse preguntas mas inquietantes. ?Por que alguien como el iba a querer a una persona como ella? ?Habria estado bebiendo? No, en su aliento no habia ni rastro de alcohol. O acaso no era a ella a quien deseaba; acaso cuando ella aparecio el estaba pensando en alguna otra mujer, una mujer a la que deseaba de verdad. Si, lo mas seguro era sencillamente que se habia cruzado con Albert en un momento caliente. Bien sabia ella que los hombres tenian muchos momentos asi. Cualquier mujer podia conseguir calentar a un hombre.
En el momento en que esa idea rondo en su cabeza, su corazon la rechazo. No. Albert no era un hombre como los demas. El era honesto. La habia besado porque la queria. Y no era solo su cuerpo el que se lo habia dicho. Tambien se lo decia la manera como la miraba.
Pero eso aun no respondia al porque. ?Por que un hombre joven y decente podria desear a una mujer gastada, a una antigua puta? «Porque solo esta buscando un revolcon, tonta. No has querido que te tocara ningun hombre durante cinco anos. Ahora lo deseas. ?Por que no le das lo que el quiere? A los dos os pica lo mismo», penso su voz interior.
No. Ella se tapo los oidos con las manos para no oir esa gutural voz de su pasado. Esa voz contra la que habia peleado tanto, con la ayuda de Meredith, hasta llegar a enterrarla. Ella ya no era aquella mujer de antes. Habia conseguido una vida decente para ella y para su hija. No, Albert era del tipo de persona que solo la besaria si el…
Estaba interesado por ella. Igual que ella estaba interesada por el.
Todo en su interior se removia. Santo Dios, ?seria posible?
No se habia permitido pensar en un milagro de ese tipo. Apreto los ojos con fuerza recordando de que manera tan fria se habia quedado entre sus brazos, y rememorando la expresion afligida de el. Seguramente Albert habia imaginado que su reaccion fria se debia a que le repugnaba.
Pero antes tenia que saber si el estaba interesado en ella. Ahora bien, si no era asi… Bueno, se tragaria aquella bofetada como ya se habia tragado tantas. Pero si el si… Apreto sus dos manos contra el punto en el que el corazon le latia con frenesi. De una u otra forma, su vida estaba a punto de cambiar.
Tomando aliento de forma profunda y resuelta, cruzo la sala y se dirigio hacia las escaleras. Cuando llego hasta la puerta del dormitorio de Albert, se detuvo. Le oyo dar vueltas de un lado a otro. Haciendo acopio de todo su valor, llamo a la puerta.
Paso casi un minuto antes de que el la abriera. Sus miradas se cruzaron y ella entorno los ojos ante el semblante sombrio de Albert. Cruzando el umbral de la puerta, dijo:
– Albert, yo…
Su voz se apago ante la vision de una desgastada maleta de piel depositada encima de la cama todavia sin deshacer. Su mirada recorrio la habitacion y el alma se le cayo a los pies. Incluso a la pobre luz de una sola vela, pudo darse cuenta de que todas las pertenencias de el habian desaparecido. Su peine, su navaja de afeitado. Los dibujos infantiles de Hope que el habia enmarcado y colgado en la pared como si se tratara de cuadros
Un ensordecedor silencio los envolvio. Charlotte se humedecio los labios resecos, y consiguio recuperarla voz.
– ?Que estas haciendo?
Un musculo de la cara de Albert se tenso.
– Me voy, Charlotte.
Solo tres palabras. ?Como era posible que solo tres palabras causaran tales estragos? ?Que hicieran tanto dano?
– ?Por que?
El dolor centelleo en los ojos de el por un momento, y luego esbozo una expresion fria. Bajando la vista hacia la maleta abierta, dijo:
– Simplemente… tengo que irme.
Un destello de esperanza se abrio paso en el pecho de Charlotte, al ver la deplorable situacion en la que se encontraba Albert. Seguramente no podria estar tan triste si no estuviera interesado por ella. «Es ahora o nunca, Charlotte», se dijo.
Reuniendo cada gramo de valentia que tenia, le dijo:
– ?Te vas a marchar por mi causa, Albert?
El levanto la cabeza y la miro con unos ojos torturados. Como vio que el no iba a responder, anadio en voz baja:
– ?Te vas a marchar por lo que acaba de pasar entre nosotros?
– Lo siento, Charlotte, yo… -dijo el enrojeciendo de repente.
– Lo que quiero no es una disculpa, Albert, sino una explicacion. ?Por que me besaste?
– Perdi la cabeza. No se en que estaba pensando.
– ?Estabas pensando en mi o tenias a cualquier otra en la cabeza?
– ?Cualquier otra? ?Que insinuas?
Ella se apreto el estomago con las manos.
– ?He sido yo la persona que ha inspirado ese beso o no era mas que la sustituta de cualquier otra?
Una miriada de emociones cruzaron por la cara de el: confusion, comprension, y tambien una inconfundible pizca de enfado.
– Nunca te habria utilizado a ti de esa manera, Charlotte.
Las rodillas de Charlotte flaquearon con alivio y la llama de la esperanza ardio aun con mas fuerza.
– Ese beso…
– Fue un error terrible.
– ?Por que dices eso?
El se la quedo mirando como si se hubiera vuelto loca. Luego escapo de su garganta una risa sin gracia.
– Tu reaccion horrorizada asi me lo hizo ver. No es que te culpe a ti, por supuesto. No tengo ningun derecho a tocarte.
– No me quede horrorizada -dijo ella notando que el corazon le daba un vuelco-. Estaba sorprendida. Realmente impresionada. No podia entender por que me ibas a querer besar a mi. Y menos aun de esa manera.
– ?De esa manera? ?Quieres decir como un lastimero principiante? -le espeto el.