– Avise al personal de que no dejen entrar en la casa a nadie salvo a mi mismo, Evans. A nadie. Bajo ningun concepto. Y tampoco quiero que lady Bickley o mi padre salgan de aqui.
Evans se quedo palido.
– ?Cree que corremos algun peligro, senor?
– No, Evans, «se» que corremos peligro.
Le explico rapidamente lo que habia sucedido, los ataques y el intruso en casa de Catherine de la noche anterior. Evans se puso firmes.
– Quedese tranquilo, senor; no pienso permitir que nadie vuelva a hacer dano a su padre o a su hermana.
– Lo se, Evans. Ahora quisiera ver a mi padre. -Cuando Evans hizo el gesto de acompanarle, Philip dijo-: Conozco el camino. Es mejor que usted hable con el servicio y despues siga ocupando su puesto en la entrada.
– Por supuesto, senor.
Philip subio los escalones de dos en dos, luego giro en el pasillo a la derecha y se dirigio hacia el dormitorio principal. Llamo a la puerta y una voz apagada le invito a pasar. Entro en la habitacion, cerro la puerta a su espalda y cruzo la alfombra persa de color azul turquesa hasta llegar a la cama. Catherine estaba sentada en una silla de brazos al lado de la cabecera de la cama, sosteniendo entre sus manos una de las de su padre.
Philip se sintio tenso por dentro cuando vio la venda blanca que rodeaba la cabeza de su padre y el brazo en cabestrillo que llevaba tambien un grueso vendaje blanco. En su cara palida e hinchada y en el color de sus ojos se podia ver reflejado el dolor, pero su padre se las arreglo para sonreir.
– Me alegro de verte, hijo.
Philip le rozo una mano con la punta de los dedos, y lucho por dejar a un lado el sentimiento de culpabilidad y la ira que le estaban apunalando.
– Tambien yo me alegro de verte, padre. ?Como te encuentras?
– Un poco peor que ayer, me temo, pero el doctor Gibbens me ha asegurado que me recuperare completamente. -Apreto los labios-. Maldito hombre impertinente. Me ha dicho que soy afortunado por tener una cabeza tan dura. Cuando le pregunte si recordaba con quien estaba hablando, tuvo el atrevimiento de «guinarme» un ojo y anadir: «Con su afortunada Excelencia que posee tan dura cabeza, senor». ?Os podeis imaginar tanto atrevimiento? Me parece que se cree que solo porque nos conocemos desde que eramos ninos se puede tomar ciertas libertades verbales. Bueno, ya le dije que en cuanto me sintiera con animos iba a retarle y le iba a hacer polvo en una partida de ajedrez.
Philip se trago el nudo que tenia en la garganta. A pesar del dolor, estaba claro que su padre intentaba quitarle importancia al asunto, por el y por Catherine, lo cual era algo que a Philip le hacia sentirse aun peor. Forzando una sonrisa, y en un tono de voz que pretendia ser de broma, dijo:
– Estoy seguro de que el doctor Gibbens te contestaria que estaba preparado para ese desafio.
– Pues la verdad es que esas fueron exactamente sus palabras.
– Ya, claro, es que puedo leer la mente. Esa es una de las muchas habilidades que aprendi en el extranjero, ?no te lo habia mencionado?
– No -dijo su padre-. Y me gustaria senalar que no soy un hombre de cabeza dura.
– Por supuesto que no -dijeron al unisono Philip y Catherine.
Su padre hizo una mueca clara de dolor y malestar, y la poca calma que le quedaba a Philip se desvanecio. Tomando las manos de su padre entre las suyas, le conto brevemente los demas ataques y concluyo diciendole:
– Creo que existe una conexion entre estos ataques y mi busqueda del pedazo desaparecido de la «Piedra de lagrimas». Alguien pretende hacerme sufrir hiriendo a quienes estan a mi alrededor. Y, por desgracia, lo ha conseguido. Por el momento. -Miro a su padre fijamente a los ojos-. Voy a descubrir quien es el responsable de esto y hare que lo detengan. Te doy mi palabra, padre.
Se cruzaron una profunda mirada. Luego su padre asintio con la cabeza y le apreto la mano.
– Eres un gran hombre, hijo. Y estoy convencido de que podras mantener tu palabra.
Un suspiro que ni siquiera se habia dado cuenta que retenia en los pulmones salio entre los labios de Philip; un suspiro que se llevaba con el un poco del peso que habia sentido en su corazon desde que muriera su madre. Y como ni su padre ni el eran muy habladores, el silencio habia ayudado a aumentar la distancia que se habia ido abriendo entre ellos dos durante todos esos anos. Pero ante aquellas sencillas palabras que su padre acababa de proferir, el sintio que se acababa de levantar un puente entre ellos dos. Y tenia toda la intencion de cruzar aquel puente. Y esperaba dar el primer paso con la noticia que tenia que comunicarle.
– Padre, al respecto de mi matrimonio… Quiero que sepas que estoy mas determinado que nunca a resolver el problema del maleficio, porque he encontrado a la mujer con la que quiero casarme, y me parece impensable la idea de no tenerla a ella por esposa.
Catherine se puso ambas manos sobre el corazon y un sonido de maravillada sorpresa salio de entre sus labios.
– Oh, Philip, estoy tan contenta de que hayas encontrado a alguien que te interesa.
Antes de que pudiera decirle a Catherine que sentia algo mas que simple interes por su futura esposa, su padre dijo:
– Excelentes noticias. Por lo que se ve la velada de la otra noche fue un exito. Sabia que miss Chilton- Grizedale seria capaz de conseguirlo. Una muchacha muy inteligente, a pesar de que la primera boda que concerto se hundiera como una piedra en un lago. Bueno, ?y quien es la jovencita que has elegido? Debo decirte que las apuestas en el White estan claramente a favor de lady Penelope.
– En realidad, se trata de miss Chilton-Grizedale.
– ?Que sucede con ella?
– Ella es la joven elegida.
– Ella es la joven elegida para que te encontrara una novia adecuada, ?y?
– No. Ella es la joven que yo he elegido para que sea mi futura esposa.
En la habitacion se hizo un profundo silencio. Luego Catherine se levanto de la silla. Sin decir una palabra, camino alrededor de la cama hasta que se paro delante de Philip.
– Tengo una pregunta que hacerte -dijo ella en voz baja, con sus ojos llenos de preocupacion buscando los de su hermano-: ?Estas enamorado de ella?
– Completamente.
Algo de la tension que reflejaban sus ojos se relajo.
– Y ella ?esta enamorada de ti?
– Eso son dos preguntas, Catherine.
– Disculpame. -Alzo una mano y le acaricio la mejilla-. Solo deseo tu felicidad, Philip. -Bajando mas la voz hasta convertirla en un suspiro, anadio-: No quisiera verte cometer el mismo error que yo cometi, ni ver que te casas con alguien a quien no le importas.
Un borboton de odio hacia lord Bickley atraveso a Philip, y renovo la promesa que se habia hecho a si mismo de mantener una larga conversacion con su cunado, una vez hubiera solucionado sus propios problemas.
– No te preocupes, diablillo -le susurro al oido-. A ella le importo mucho. Y me hace feliz. Y yo la hago feliz. Y los dos te vamos a hacer tia varias veces.
Ella le ofrecio una radiante sonrisa -una sonrisa que podria ya no existir si el mal nacido de anoche hubiera llegado a poner sus manos sobre ella.
– Entonces, quiza deberia felicitarte. Os deseo a ti y a miss Chilton-Grizedale mucha felicidad, Philip.
– Gracias -dijo el contestando entre dientes.
Desde la cama, se oyo el sonido de un carraspeo de su padre.
– Debo decirte, Philip, que tu noticia me coge un poco desprevenido. -Miro a Catherine-. ?Te importaria dejarnos solos un momento?
– Estare en el salon. -Despues de dar un apreton de brazos a Philip, Catherine salio de la habitacion, cerrando la puerta tras de si con un sonido apagado.
– Me temo que en este momento no tengo tiempo para una larga discusion, padre. Y de hecho, no tenemos nada que discutir, ya que estoy decidido. Voy a casarme con Meredith.
El rostro de su padre se puso rojo, un color que resaltaba aun mas a causa del blanco vendaje que le cubria