una mirada interrogativa a Stephen-. No he podido evitar fijarme en lo sumamente atractiva que es.

Stephen intento ignorar que comenzaba a sentir un nudo en el estomago.

– ?Ah, si?

– Si. Solo la he visto durante uno o dos minutos, pero veamos… -dijo Justin, contando con los dedos mientras iba enumerando sus atributos-. Es alta, esbelta, ojos de un azul claro cristalino… -Volvio a mirar a Stephen-. Tiene unos ojos bellisimos, ?no te parece?

– No me he fijado -mintio Stephen en un tono cortante que pretendia disuadir a su amigo de proseguir con su enumeracion.

Por lo visto, Justin no cogio la indirecta.

– ?Lo dices en serio? A ver… ?por donde iba? Ah si, la senorita Albright. Un cutis perfecto, y su pelo… todos esos rizos largos, tupidos y resplandecientes. ?He mencionado ya lo carnosos que tiene los labios y lo sensuales y curvilineas que…?

– Ya basta -lo interrumpio Stephen, dirigiendo a su amigo una mirada de advertencia. El hecho de que Justin se hubiera fijado en las seductoras curvas y los sensuales labios de Hayley le molestaba inexplicablemente-. ?Puedes hacer el favor de recordar con quien estas hablando? Soy el hermano de tu mujer. No creo que a Victoria le hiciera ninguna ilusion oirte ensalzar los atributos fisicos de otra mujer.

Justin adopto una expresion de fingida inocencia.

– Solo estaba senalando lo evidente. No pretendia ser ofensivo. Sabes lo mucho que quiero a tu hermana. Pero me sorprende un poco que, despues de pasar una semana entera en compania de la senorita Albright, no te hayas dado cuenta de cosas que la mayoria de los hombres, incluyendo los felizmente casados como yo, no pueden evitar percibir inmediatamente. De hecho, no salgo de mi asombro. ?Como es posible que tu, uno de los mas notables conocedores de la belleza femenina de todo Londres, no te hayas percatado de los evidentes atributos de la senorita Albright?

Stephen apreto los dientes para no dejarse picar por Justin y siguio caminando. Por supuesto que se habia percatado de los atributos de Hayley Albright. De todos y cada uno de ellos. La tarde anterior habia estado paseando por el jardin, deteniendose frecuentemente para descansar, cuando se encontro a Hayley arrodillada en el suelo, arrancando malas hierbas de un lecho de flores. Cuando ella le sonrio, a el se le puso la boca como un zapato.

El sol crepuscular brillaba tras ella, banandola con suaves y calidos matices naranjas y dorados. Varios mechones de pelo castano se le habian soltado del mono, rodeando su rostro como un delicado halo, y tenia un poco de tierra en una de sus mejillas de porcelana. Stephen la habia repasado con la mirada y, a pesar de su aspecto desalinado y su atuendo tan poco favorecedor, habia experimentado una reaccion corporal inmediata.

– Cuidar de todos esos ninos es una gran responsabilidad para una mujer joven y soltera -comento Justin, distrayendo subitamente a Stephen de sus pensamientos y devolviendolo al presente-. Supongo que habra heredado una buena suma de dinero para mantener la casa y alimentar a toda la familia.

– No lo se. Su padre era capitan de barco. Eso creo.

Justin arrugo la frente.

– ?Capitan de barco? ?Albright? Por casualidad, ?no seria su padre el famoso Tripp Albright?

Stephen se encogio de hombros.

– Podria ser. ?Quien era Tripp Albright?

Justin lo miro fijamente, con evidente asombro.

– Solo uno de los mas legendarios capitanes de barco que han surcado los mares. ?No has oido hablar de sus hazanas?

Stephen rebusco en su memoria y luego asintio lentamente con la cabeza.

– Si, creo que es posible que haya oido hablar de el, Pero hace bastante tiempo que no oigo nada sobre el.

– Si no me falla la memoria, murio hace algunos anos a consecuencia de unas fiebres que contrajo en el tropico.

– El padre de Hayley murio hace tres anos.

– Debe de tratarse del mismo hombre -dijo Justin-. Albright no es un apellido muy frecuente. Creo recordar que era un personaje bastante pintoresco.

En aquel momento, los dos hombres fijaron la atencion en la imagen de Hayley saliendo del establo; llevaba a Pericles de las riendas. Se detuvo y ofrecio una manzana al caballo; este le fue dando mordiscos delicadamente mientras Hayley la sostenia en una mano y luego restrego suavemente el hocico contra el cuello de Hayley. Ella se percato de que los dos hombres la estaban observando y les hizo senas con la mano.

Justin contemplaba la escena mudo de asombro.

– ?Veo lo que creo que estoy viendo?

Stephen no pudo evitar reirse ante la expresion de estupor de su amigo:

– ?Te refieres a que Hayley ha convertido a mi formidable semental en un perrito faldero? Los ojos no te enganan, Justin. Ayer presencie una escena similar y me quede helado. Parece ser que esa joven tiene mano con los caballos. Hasta ha montado a mi «bestia».

– ?Por Dios, Stephen! ?Y no temes que le haga dano?

– Miralo. Se derrite en sus manos. Y hasta parece estar haciendo sombra al caballo de los Albright. -Observo como Pericles se quedaba completamente quieto mientras Hayley se arrodillaba para examinarle la pata delantera-. Puesto que no temo que le haga dano, tiene carta blanca para cuidar de el.

Una lenta sonrisa ilumino el rostro de Justin mientras Hayley conducia el inmenso semental hacia el prado.

– Esa mujer se sale de lo corriente, Stephen.

– Si, supongo que si.

– Me muero de ganas de saber que vas a hacer al respecto.

A Stephen se le tenso la espalda al oir aquellas palabras.

– No tengo intencion de hacer nada al respecto, te lo puedo asegurar -dijo en tono cortante.

– Ya lo veremos -dijo Justin riendose entre dientes-. Ya lo veremos.

Capitulo 6

Cuando los dos hombres llegaron a la casa, Hayley sirvio un refrigerio al senor Mallory mientras Stephen se excusaba para cambiarse de ropa.

Mientras servia el te, Hayley estudio disimuladamente al amigo de Stephen y tuvo que admitir para sus adentros que le gustaba lo que veian sus ojos. Justin Mallory no solo era agradable a la vista, sino que ademas era cordial y de facil trato. El pelo, castano claro, le caia sobre la frente confiriendole un aire juvenil. Los ojos, color avellana, se le achinaban cuando sonreia. De hecho, era casi tan atractivo como el senor Barrettson. Casi.

– Tenga, senor Mallory -dijo Hayley alargandole un platito y una taza-. ?Ha disfrutado del paseo por el jardin?

– Muchisimo. Y debo decirle, senorita Albright, que tengo con usted una profunda deuda de gratitud por haber hecho lo que ha hecho por Stephen. Le ha salvado la vida.

Ella intento quitarse merito.

– No hice mas de lo que habria hecho cualquiera. Fue un gran alivio para mi que el senor Barrettson sobreviviera. Tenia mis dudas al respecto.

– ?Que tal estan sus heridas?

– Se estan curando muy bien. Le he cambiado los vendajes esta manana. Ha sido una verdadera suerte que no se lesionara ningun organo interno.

– Desde luego. Digame, senorita Albright, ?recuerda el lugar exacto donde encontro a Stephen?

– Por supuesto. -Ella describio la localizacion con todo detalle mientras el senor Mallory la escuchaba

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