Hayley percibio el peso de la mirada de Stephen y asintio:

– No tiene familia. Esta solo en el mundo, como usted bien sabe. Es muy afortunado de tener un buen amigo como usted.

– Desde luego -musito el senor Mallory-. Debo decirle que es muy amable de su parte dejarle quedarse aqui hasta que se le curen completamente las heridas. Mi casa es… bueno, demasiado pequena y le resultaria incomoda para una estancia larga.

Hayley intento quitarse merito.

– En esta laberintica casa tenemos espacio de sobra. Estaremos encantados de que el senor Barrettson se quede con nosotros todo el tiempo que necesite. El medico ha recomendado que no monte a caballo en varias semanas para que se le suelden bien las costillas.

Ensenandoles el camino, Hayley acompano a los dos hombres hasta el establo. El senor Mallory recogio su silla de montar, ensillo a su caballo y volvio a tomar la mano de Hayley y a hacerle una reverencia.

– Por favor, vuelva a visitarnos -le invito ella con una sonrisa. Luego se encamino hacia la casa. Cuando se giro para mirarlos, vio a los dos hombres conversando a lo lejos. Stephen tenia una expresion muy seria y ella se pregunto de que estarian hablando.

– Una mujer que se sale de lo corriente -comento Justin. Stephen aparto la mirada de la figura que se alejaba por el sendero y miro a su amigo. -Si, se sale de lo corriente. -Y sumamente inteligente. -Cierto.

– Y bastante encantadora, tambien -dijo pensativo, mientras colocaba la bota en el estribo.

Sospechando que aquellos comentarios aparentemente inocentes iban con segundas, Stephen dijo con fingido desinteres:

– Supongo que si.

Justin tomo impulso para subirse a la silla de montar.

– ?Que edad crees que debe de tener?

Ahora Stephen sabia que su amigo estaba tramando algo.

– ?Como diablos quieres que sepa cuantos anos tiene? -pregunto sin poder disimular su irritacion-. ?Y por que deberia importarme?

– Te ha salvado la vida, Stephen. Debo decir que tu actitud no dista mucho de la groseria.

– Solo porque tengo la clara impresion de que estas intentando hacer una montana de nada…

– En absoluto -le interrumpio Justin con voz sosegada-. Me estaba limitando a afirmar lo obvio y a preguntarme que edad debe de tener esa preciosidad. Estas a la que saltas. Bastante susceptible, de hecho. -Una sonrisa estiro las comisuras de sus labios-. Me pregunto por que.

– No hace falta ser ninguna lumbrera. Me encuentro mal. Tengo un fuerte dolor de cabeza, me palpitan las costillas y el brazo me duele como un diablo. Estoy entumecido y dolorido y me ha costado sudor y lagrimas vestirme sin la ayuda de Sigfried. ?Valgame Dios! Desde ahora valorare como es debido la labor de un ayuda de camara. A pesar de que estoy convencido de que quedarme aqui es lo mejor que puedo hacer, no puedo decir que me entusiasme la idea de esta estancia temporal obligatoria en una casa llena de adolescentes ruidosos.

– Bueno, es mejor que te vayas acostumbrando al ruido, mi querido amigo. O, si no, ensenales a no hacer ruido. Eres tutor, ?no?

Stephen fulmino a Justin con la mirada. -Muy gracioso. -Volvere dentro de una semana y te pondre al corriente de lo que pasa en Londres. Si ocurre algo importante antes, adelantare mi visita o te enviare a un mensajero.

– Gracias, Justin -dijo Stephen con voz pausada-. Valoro mucho lo que vas a hacer por mi mientras yo estoy aqui sentado rascandome la barriga.

Justin levanto una ceja y ladeo la cabeza mientras dirigia una mirada llena de significado a la casa.

– ?Es eso lo que piensas hacer? ?Rascarte la barriga? No se por que, pero lo dudo bastante.

– Ya veo que sigues en tus trece -dijo Stephen en tono gelido.

– Si. Me cae bastante bien esa mujer, Stephen. Supongo que eres consciente de que vas a pasar varias semanas aqui. Seria una verdadera lastima que le robaras el corazon a la senorita Albright y luego le dieras la patada. Aunque te he estado pinchando, creo que seria mejor que la dejaras en paz.

Stephen dirigio una mirada asesina a su amigo.

– ?Acaso te has vuelto completamente loco? No tengo ninguna intencion de seducirla. Aunque le estoy muy agradecido, no es para nada mi tipo. Es demasiado alta, tiene la lengua demasiado larga y es demasiado directa y demasiado poco convencional.

– Por lo que yo he visto, es afectuosa, sencilla, natural, simpatica y acogedora. Tu tipo debe de ser una mujer fria, calculadora y moralmente corrupta. -Justin miro a Stephen con seriedad-. Tal vez no me deberia preocupar de que le robes el corazon a la senorita Albright. Es mucho mas probable que ella te lo robe a ti.

– ?Y que mas? -murmuro Stephen entre dientes.

– ?Acaso crees que nadie puede robarte el corazon? Eso es lo que creia yo hasta que conoci a tu hermana. - Justin movio energicamente la cabeza de un lado a otro en senal de desconcierto-. Conocer a Victoria fue algo parecido a ser arrollado por una manada de elefantes. -Alargo el brazo y le dio una palmadita a Stephen en el hombro sano-. Hasta la proxima semana, amigo. Buena suerte.

Justin apreto las rodillas contra los flancos de su caballo. Stephen vio como su amigo desaparecia camino abajo. Mientas se dirigia a paso lento hacia la casa, recordo las palabras de Hayley. «No es malhumorado, arrogante ni cinico. Simplemente, se siente solo.»

Un sonido de incredulidad salio de su garganta. La senorita Albright tal vez fuera inteligente, pero iba muy desencaminada en el analisis que habia hecho sobre el. En todo momento tenia alrededor mas gente de la que era capaz de contar. Ayudas de camara, mayordomos, lacayos y un amplio abanico de miembros del servicio domestico lo seguian a todas partes.

En sus salidas vespertinas por la ciudad siempre estaba rodeado por montones de gente, independientemente de la funcion o velada a que asistiera, y los caballeros revoloteaban en torno a el cuando visitaba el club White. A veces hasta le agobiaban los pegajosos brazos de su ultima conquista. Parecia que siempre habia alguien que queria algo de el.

Hasta entonces.

Se detuvo, desconcertado por la idea. Miro alrededor y aspiro la sutil fragancia de las flores. Verdes prados y altos arboles dominaban el paisaje hasta donde le alcanzaba la vista.

Estaba solo. Nadie saludandole humildemente, doblegandose servilmente ante el, deseoso de ganarse el favor del marques de Glenfield. Los Albright no tenian ni idea de quien era. A sus ojos, no era mas que el senor Barrettson, de profesion tutor. Le habian abierto las puertas de su casa con una generosidad a la que no estaba acostumbrado. No tenia ni idea de que pudiera existir aquella amabilidad. Aunque valoraba los lujos que se podia permitir con su fortuna, sospechaba que podria encontrarle el gusto a la libertad temporal y la falta de responsabilidades de que podria disfrutar durante aquella estancia forzada en el campo.

De golpe, le vinieron a la cabeza las palabras de Justin. «Es mas facil que ella te robe a ti el corazon.» Stephen se rio a carcajadas, disfrutando de la libertad de poder hacerlo. «Vaya idea tan absolutamente ridicula.»

El sabia demasiado bien que las mujeres solo eran oportunistas, falsas y desleales. Su madre era un tipico ejemplo de esa clase de mujeres, criaturas estupidas y frivolas que tenian aventuras ilicitas y coleccionaban las joyas que les regalaban sus amantes. No, desde luego que no. Ninguna mujer iba a robarle el corazon.

Por muy encantadora, amable e inteligente que fuera.

Y por mucho que sus carnosos y sensuales labios le pidieran a gritos que los besara.

Ninguna.

Capitulo 7

– Su amigo, el senor Mallory, es una persona muy agradable -comento Hayley cuando Stephen volvio al patio. El se percato de que Hayley tenia un libro abierto y una taza de te sobre la mesa delante de ella-. ?Hace mucho que son amigos?

Stephen se sento cautelosamente en la silla que habia enfrente de Hayley y estiro las piernas.

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