sabia lo firme y suave que era su piel? ?Como, ahora que habia visto sus ojos nublados de pasion y deseo mientras se hundia en su cuerpo? ?Como, ahora que conocia el sonido de su voz cuando susurraba su nombre al dejarse ir?

«No seras capaz, estupida. Jamas deberias haber…»

Cerro los ojos con fuerza y acallo con decision su voz interior, como ya habia hecho mas veces de las que podia contar desde que se habia despertado. Robert era su amante. Nada mas. Disfrutarian del placer que se proporcionaban mutuamente hasta que ella se marchara de Inglaterra. Y entonces se habria acabado.

De nuevo su conciencia trato de intervenir, pero Allie cerro el corazon y la mente a sus indeseadas advertencias. Habia llegado el momento de aventurarse a bajar… de reunirse con la familia de Elizabeth. Y de encontrase cara a cara con su amante.

Con los nervios cosquilleandole el estomago por la ilusion de verlo de nuevo, se volvio hacia la puerta. Antes de que pudiera dar un paso, alguien llamo.

?Dios, seria el?

– Adelante -dijo, apretandose el estomago con las manos para calmar los nervios.

Caroline entro sonriente, sosteniendo una caja grande y rectangular.

– Buenos dias, Allie… o casi buenas tardes. -Se dirigio a la cama y dejo la caja encima-. ?Has dormido bien?

Allie sintio que le ardian las mejillas.

– Muy bien. Pero hasta mas tarde de lo que me esperaba.

Caroline hizo un gesto de indiferencia con la mano.

– Para eso esta el campo, para remolonear en la cama hasta el mediodia. Yo solo hace unos minutos que he bajado, y he encontrado esto -senalo la caja- esperandote. Segun Fenton, acaba de llegar de Londres. Como no puedo esperar a ver que compraste a madame Renee, te lo he subido. Sus creaciones son simplemente divinas.

Allie fruncio el ceno confusa.

– ?Madame Renee? Tiene que haber algun error. Si que compre dos vestidos en su tienda, pero me los entregaron antes de salir de Londres.

Caroline abrio mucho los ojos.

– Cielos, con los pocos dias que has estado en Londres, debes de haber pagado una fortuna para conseguir los vestidos con tanta rapidez. Normalmente tardan al menos tres meses. Madame Renee es, despues de todo, la modista mas exclusiva de Londres. -Rio-. Miles teme por la fortuna familiar solo con que le mencione el nombre de esa mujer.

– Debemos de estar hablando de dos madame Renee diferentes -dijo Allie-. Los vestidos que me compre tenian un precio muy razonable.

– Solo hay una madame Renee -dijo Caroline rotundamente-. Su tienda se halla en Bond Street -Paso la mirada por el vestido de Allie-. Lo que llevas es de su tienda. Y tambien el vestido que llevabas ayer. Su perfecto trabajo y su estilo son inconfundibles. Ayer pense en preguntarte como conseguiste que te sirviera tan rapido. Debes confiarme tu secreto.

– Pero si no tengo ningun secreto. Tu hermano me llevo a la tienda y… -Su voz se fue apagando mientras una sospecha iba tomando forma. Seguro que Robert no… No, no podia haberlo hecho.

Los ojos de Caroline se avivaron con un interes indudable.

– ?Robert te llevo? ?A madame Renee? ?Voluntariamente?

El tono incredulo de Caroline dejo claro que tal cosa representaba un comportamiento extraordinario por parte de Robert.

– Le pregunte donde podia comprarme ropa -se apresuro a decir Allie, poniendo su indignada conciencia a raya.

– Ya veo -murmuro Caroline, pero detras de esas dos inocentes palabras se ocultaba una multitud de sospechas-. Bueno, veamos lo que Madame te ha enviado -urgio-. Quiza sea un chal u otro accesorio de uno de los vestidos que compraste.

– Quiza -repuso Allie dudosa-. Pero me temo que se trata de un error.

Sin embargo, en el momento en que aparto el fino papel a rayas rosas y blancas y vio la brillante tela de tonos bronce que habia debajo, se quedo sin aliento, y supo que no era un error… al menos no el tipo de error que inicialmente suponia.

– ?Que hermoso? -exclamo Caroline-. ?Que color mas extraordinario! Es perfecto para ti.

Aturdida, Allie alzo cuidadosamente el vestido de su lecho de papel. Era el traje mas exquisito que habia visto nunca, una perfecta cascada de seda dorada, elegante y sencillo al mismo tiempo. Reconocio la tela como la que habia admirado en la tienda de madame Renee. Y solo habia una manera de que se hubiese encargado aquel vestido.

Robert.

Una miriada de emociones zumbaron en su interior como un enjambre de abejas, confundiendola por lo contradictorias que eran. Era evidente que Robert le habia mentido sobre madame Renee y los precios que cobraba. Tambien era evidente que el le habia subvencionado las compras, y segun las palabras de Caroline, debia de haber pagado una buena cantidad. Y el vestido que tenia en las manos le debia de haber costado una fortuna.

Una parte de su corazon se derritio por la manera, amable y galante en que la habia provisto de los medios para comprarse vestidos nuevos sin herir su orgullo. Pero por otra parte ese mismo gesto pisoteaba irrevocablemente la independencia que tanto le habia costado lograr. No necesitaba que el, o ningun otro, le comprara ropa. Se negaba a volver a deber nada a ningun hombre.

Pero el golpe mas fuerte, lo que la hirio y la enrabio, la decepciono y la disgusto, fue el hecho de que Robert le hubiera mentido. Tal vez sus intenciones habian sido buenas, pero, maldicion, ella no podia soportar que le mintieran. Bajo ningun concepto. Y aunque estaba furiosa con el, aun lo estaba mas consigo misma. Por bajar la guardia. Por permitirse creer, por esperar estupidamente, aunque solo fuera durante un instante, que Robert no le mentiria como habia hecho David tan a menudo.

Aunque su instinto femenino le instaba a ponerse aquel maravilloso vestido, su orgullo y la profunda sensacion de traicion que le retorcia las entranas la obligaron a devolver el traje a la caja.

– ?Sabes donde se encuentra tu hermano? -pregunto a Caroline, sonriendo y rogando que la pregunta no pareciera tan tensa y forzada como la sentia.

– Creo que esta en el cuarto con los ninos.

– ?Te importaria acompanarme alli, por favor? Hay algo que me gustaria hablar con el.

Allie se quedo en la puerta de la habitacion de los ninos, fascinada por la imagen de Robert sentado en el borde de un sofa muy mullido y tapizado de zaraza. Sus largas piernas, enfundadas en unos pantalones de color beis, estaban separadas. Emily se hallaba sentada sobre una de sus rodillas y James sobre la otra.

– ?Estais listos para empezar la proxima cabalgada por el bosque? -pregunto Robert a los ninos.

– ?Listos! -respondieron al unisono.

– Agarraos -ordeno, y comenzo a hacer fuertes ruidos como si fuera un caballo mientras movia las piernas de arriba abajo. Los ninos estaban encantados-. Ahora viene una valla -dijo-. ?Salto! -Levanto las piernas mas alto y los ninos se aferraron a sus rodillas, riendo sin parar-. Casi hemos llegado. ?Agarraos!

Segundos despues los botes cesaron.

– ?Mas! -pidio Emily al instante.

Robert rio y la levanto de su rodilla para abrazarla.

– ?El caballito necesita descansar primero! -La beso en su mejilla de querubin y luego la dejo en el suelo. Volvio la cabeza y vio a Allie y a Caroline en la puerta.

Su mirada atrapo la de Allie y el fuego que ardio en sus ojos fue evidente. A pesar de su furia, Allie noto que las mejillas le comenzaban a arder ante la descarada intimidad de su mirada. Dios, Caroline estaba a su lado. Sin duda la veria y se preguntaria…

– ?Mama! -Emily corrio hacia Caroline sobre sus piernas regordetas. James bajo de la rodilla de Robert y galopo tambien hacia su tia. Caroline se agacho y los abrazo a los dos.

– ?Pero si son mis dos jinetes favoritos! -exclamo con una sonrisa-. ?Quien ha ganado la carrera?

– ?Yo! -respondieron Emily y James simultaneamente.

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