Allie, enfundada en el hermoso vestido dorado, se detuvo en lo alto de la amplia escalinata y se presiono el estomago con las manos enguantadas. Respiro hondo e intento calmar los nervios, pero la excitacion, la emocion y la ilusion la recorrian a una velocidad que habia sido incapaz de controlar durante todo el dia.

Miro hacia la cascada de brillante tejido y no pudo reprimir un suspiro. Habia pasado mucho tiempo desde la ultima vez que habia llevado algo tan brillante y colorido. Algo que se sintiera pecadoramente delicioso sobre la piel. Y nunca habia tenido un vestido tan magnifico. Le ajustaba perfectamente, desde el corpino y las mangas, cortas y abombadas, hasta la cinta de terciopelo que le alzaba los pechos. Era sorprendente que una pieza de ropa pudiera hacerla sentirse tan maravillosamente bien. Femenina y hermosa. Como una princesa.

Y por mucho que le encantara llevarlo, no podia esperar a ver la reaccion de Robert. Sus palabras le resonaban en la cabeza, dejando un rastro de calor: «Espero poder sacarte esa brillante tela del cuerpo y hacerte el amor.»

Dios, ?como podria soportar la velada sin traicionarse? Sobre todo ahora que por fin habia descubierto que era aquel esquivo elemento que faltaba en su relacion fisica con David.

Se habia dado cuenta esa manana, mientras yacia bajo Robert en el sofa, recuperandose de un intenso orgasmo, mientras ligeros temblores de placer aun le recorrian el cuerpo. El se habia derrumbado sobre ella, su peso la aplastaba contra los cojines y su corazon latia con fuerza sobre el de ella. La chaqueta y la camisa de Robert le rozaban los tiernos pechos y los pantalones le rascaban el interior de los muslos. De repente lo vio claro.

Ese deseo salvaje, esa intensa necesidad que, sin duda, el sentia por ella. Eso era lo que siempre habia echado de menos. La perdida total de control. El la deseaba tanto que ni podia esperar a desvestirse para poseerla; solo era capaz de apartar con impaciencia las barreras que separaban la piel de uno de la del otro.

Eso era lo que habia faltado entre ella y David. Porque, aunque David habia sido un amante experto y, excitante, nunca habia perdido el control de semejante manera. Ella nunca le habia despojado de su dominio de si mismo. Nunca lo habia llevado a extremos de una urgencia fisica tan intensa. Nunca lo habia incitado con palabras o movimientos para que simplemente… la tomara. Para que la deseara asi. Para que perdiera el control. Y ella, se daba cuenta, nunca habia renunciado de verdad a su propio control. No del todo.

No, nunca antes habia experimentado una conexion fisica y emocional tan profunda. Era, sin duda, lo que habia echado de menos. Y cuando por fin lo habia encontrado, queria sentirlo de nuevo…

Cielo santo, debia pensar en algo diferente. Apretando las manos con mas fuerza sobre su vientre, comenzo a descender lentamente las escaleras. Quiza la salvaria el que Elizabeth se uniera a ellos para la cena. Si, podria concentrar su atencion en su amiga y alejar a Robert de su mente por entero.

«?Por entero? -se burlo su voz interior-. ?ja! ?Eres tonta! Si logras alejarlo de tu mente sera la primera vez que lo consigas.»

Aparto la voz de un manotazo, como habria hecho con un insecto molesto. Nada le iba a arruinar esa velada. Habia esperado mucho tiempo para poder compartir una noche con Elizabeth y su familia.

«?Elizabeth? Pues si que eres tonta. Ella no es la que hace que el corazon se te desboque, el pulso se te acelere y te suden las manos.»

Lanzo un soplido de exasperacion. De acuerdo, era una tonta. Pero serlo era tan delicioso, liberador y maravilloso, que no podia privarse de ese placer. Asi que, por esa noche, y durante los pocos dias magicos que pasaria en Bradford Hall, seria una tonta y se permitiria disfrutar de cada uno de los minutos. Porque demasiado pronto tendria que regresar a la realidad.

Llego al vestibulo y de inmediato sintio la presencia de Robert. Este se deslizo de entre las sombras y Allie se quedo sin respiracion. Estaba resplandeciente con un chaque azul marino que hacia juego con sus ojos y unos pantalones color crema que acentuaban su porte alto y musculoso. El corazon de Allie latio aun mas deprisa, no solo al verlo sino al notar el ardor que manaba de sus ojos al mirarla.

Robert avanzo hasta ella y le beso la enguantada mano.

– Estas deslumbrante -susurro-. Casi me duele mirarte.

Allie no pudo evitar un rubor de placer al oir sus cumplidos. Y sin duda deberia estar escandalizada ante el descarado deseo que brillaba en los ojos de Robert y la posesividad de su mirada al recorrerla. Pero en vez de eso se sintio deseable y femenina. Y casi mareada.

– Muchas gracias -repuso, incapaz de evitar un ligero jadeo en la voz-. El vestido es muy hermoso.

– La mujer que lo lleva es hermosa. -Alargo la mano y toco suavemente uno de los mechones que te enmarcaban el rostro-. Me gusta que te peines asi.

Allie resistio la tentacion de tocarse los rizos que, con tanto arte, la doncella de Elizabeth le habia peinado en un elegante mono de estilo griego.

– Mi pelo es tan horrorosamente lacio que estoy segura de que los rizos no aguantaran toda la noche.

– Mi querida Allie, yo se que esos rizos no van a durar toda la noche. En cuanto te pille sola, seran D.S.A.

Allie alzo las cejas.

– Despeinados Sin Arreglo -explico el.

– Ya veo. Bueno, en tal caso N.PE. -Hizo una pausa y luego anadio para aclarar: No Puedo Esperar.

– Yo tampoco.- Le tomo la mano y la apreto contra su blanca camisa. Allie sintio los latidos de su corazon, secos, rapidos e intimos -. Esto es lo que me pasa con solo verte -le susurro mirandola a los ojos.- No he pensado mas que en ti durante todo el dia.- Reprimio una carcajada -. Me ha sido imposible ayudar a Austin con las cuentas, como me pidio. Dios sabe que no deseaba separarme de ti ni durante cinco minutos, y mucho menos toda la tarde. Por suerte Miles estaba alli para corregir los numerosos errores que he cometido.

– Yo he pasado un rato muy agradable con tu madre y Caroline. Me han ensenado a jugar al piquet, y luego hemos paseado por el invernadero. -La mirada de Allie se poso en los labios de Robert, y se fijo en lo hermosa que era su boca. Masculina y llena, firme y suave al mismo tiempo.

– Si sigues mirandome asi -dijo Robert con voz aspera-, no saldras de este vestibulo…

– ?Ilesa? -sugirio Allie, alzando la mirada. Los ojos de Robert se oscurecieron.

– Sin ser besada. Ilesa es para… mas tarde.

Un delicioso estremecimiento la recorrio ante la simple idea de… mas tarde.

– Aunque un beso seria maravilloso -replico Allie, apartando la mano del calor del pecho de Robert-, creo que sera mejor que no. Sospecho que no podriamos mantenernos intactos, y no puedo asistir a la cena con el corpino bajado y el pelo alborotado.

El la miro cenudo.

– ?Estas insinuando que… te desarreglo con mis besos? -Allie cerro los ojos y exhalo un suspiro largo y extasiado.

– Oh, si.

Al oir la ligera risa de Robert, Allie abrio los ojos.

– En tal caso -dijo el-, tienes razon y sera mejor que esperemos. Y ahora, ?puedo acompanarla hasta el comedor? -Le ofrecio el brazo. Allie inclino la cabeza segun las normas de la etiqueta, coloco muy correctamente sobre su brazo una mano enguantada y le permitio que la guiara por el corredor, mientras pensamientos nada correctos le rondaban por la cabeza.

La cena era una celebracion de gala, con multiples y deliciosos platos, mientras el jerez, el madeira y el champan fluian alegremente. Al servir cada uno de los platos, de un menu que comenzo con una delicada sopa, seguida de rodaballo con langosta, cordero con mostaza francesa y esparragos con guisantes cremosos, todos alzaban los vasos y brindaban a la salud de Elizabeth y Lily.

Sentado entre Caroline y su madre, Robert comio su racion de cada uno de los sabrosos platos, pero no se percato mucho de lo exquisito de la comida. Allie se sentaba frente a el, y le resultaba casi imposible apartar los ojos de ella. Nunca la habia visto tan animada, ni tan risuena y divertida. Ya habia perdido la cuenta de sus sonrisas, y estaba absoluta y completamente hechizado por ella.

Y verla con aquel vestido… el color bronce reluciendo sobre su piel cremosa… Demonios, lo dejaba sin respiracion.

Elizabeth, resplandeciente en un vestido de muselina color verde palido, se hallaba en un extremo de la mesa.

– ?Te acuerdas de la primera vez que fuimos a pescar? -le pregunto a Allie, mientras retiraban unos platos para traer los siguientes.

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