– Nunca lo olvidare -contesto Allie alzando la mirada hacia el techo.

– ?Que paso? -inquirio Caroline.

– Teniamos doce anos -explico Allie-, y por alguna razon que nunca entendere, permitimos que mi padre nos provocara hasta hacernos afirmar que sin duda sabiamos pescar tan bien como el, a pesar de que ninguna de las dos habia intentado pescar nunca antes. Despues de todo, no podia ser tan dificil atrapar unos cuantos peces. Asi que fuimos al lago para probar lo que deciamos. Por desgracia, descubrimos rapidamente que ninguna de las dos queria poner el gusano en el anzuelo.

– Los gusanos eran babosos -enfatizo Elizabeth.

– ?Eso dice mi animosa mujer? -bromeo Austin desde la cabeza de la mesa.

– Que sean babosos no tiene nada que ver con que yo sea animosa -replico Elizabeth con aires de superioridad.

– Sabiamos, claro, que es imposible pescar sin cebo -prosiguio Allie-. A no ser que seas un oso o un pajaro o algo asi…

– … lo que no somos -interrumpio Elizabeth.

– …asi que decidimos usar un cebo diferente -continuo Allie-. Por desgracia nuestras posibilidades de eleccion eran bastante limitadas. Pero de acuerdo con nuestros experimentos, puedo informar de que a los peces no les gustan las pinas, ni las hojas, ni las rocas, ni el queso.

– ?Queso? -pregunto Robert.

– Habiamos llevado un trozo -reconocio Allie -. Y de un queso muy bueno. Se podria pensar que al menos habria un pez en todo aquel lago al que le gustara el queso.

– Quizas un pez no demasiado inteligente -murmuro Robert sonriendo.

– ?Eso es justamente lo que dijimos! -repuso Allie con una gran sonrisa-. Aun asi, a pesar de todos nuestros esfuerzos, fuimos incapaces de pescar ni uno. Pero no podiamos volver a casa con las manos vacias. Papa se habia mofado de nosotras sin piedad antes de iniciar la expedicion de pesca, diciendo que no seriamos capaces de atrapar ningun pez sin su ayuda masculina.

– ?Y se demostro que tenia razon? -inquirio Caroline, evidentemente decepcionada.

– Oh, no -informo Allie. El brillo travieso de sus ojos contradecia su sonrisa inocente y angelical-. De camino a casa nos desviamos hacia el pueblo. Y paramos en la pescaderia.

– Uniendo nuestros recursos, fuimos capaces de comprar un pez de buen tamano-intervino Elizabeth riendo-. El padre de Allie nunca se entero de que, en vez de pescarlo, lo habiamos comprado. Nos costo todo el dinero que teniamos entre las dos, pero valio la pena.

– Sorprendente -dijo Austin-. Cuando pensaba que lo sabia todo sobre mi esposa, me entero de algo nuevo. -Chasqueo la lengua, mirando a Elizabeth con ojos brillantes desde la otra punta de la mesa-. Nunca hubiera sospechado que fuera capaz de tal infame argucia.

Elizabeth alzo la barbilla con aire regio.

– Aquel ruin acto fue exclusivamente idea de Allie.

Una expresion de exagerada sorpresa se dibujo en el rostro de Allie.

– ?Idea mia? -Fruncio el ceno y los labios-. Oh, bueno, si, supongo que si.

Todos rieron, y Robert paso el resto de la cena enamorandose mas y mas de ella. Siempre que sus ojos se encontraban, el corazon le daba un salto. Siempre que ella reia, el corazon se le ponia del reves. Para cuando sirvieron el postre, se dio cuenta, sonriendo para si con ironia, de que su corazon tenia muchas posibilidades de no resistir la velada, con todo lo que estaba recibiendo.

Maldicion, era encantadora. Todo lo que el siempre habia querido. Todo lo que habia estado buscando. Ocurrente, inteligente, generosa, amable, honrada. Y le hacia arder la sangre.

– Estas muy callado -le dijo Caroline con disimulo, inclinande hacia el mientras la conversacion zumbaba a su alrededor. Robert: miro y vio su maliciosa sonrisa-. Y tienes un brillo muy interesante en la mirada. Apuesto a que puedo adivinar por que. -Dirigio la mirad hacia Allie de una forma nada sutil.

Robert lanzo a Caroline una mirada igualmente maliciosa, y luego la dirigio hacia Allie.

– No pienso aceptar esa apuesta, porque estoy seguro de que he acertado.

Reprimio una sonrisa al ver la expresion de suficiencia de Carolina. Ella se acerco mas.

– ?Quieres decir… Allie?

Robert puso una expresion de asombro.

– ?Allie? ?Que quieres decir? Pensaba que te referias al postre. Es absolutamente delicioso. No puedo hablar mientras como, ya sabe Se debe concentrar toda la atencion en el delicado aroma. Y este sutil toque de limon siempre me hace brillar los ojos.

Caroline le mostro los dientes.

– ?Sabes quien es mas insufrible que tu?

– ?Quien?

– Nadie.

Robert echo la cabeza hacia atras y rio. Ah, si, la vida era marav?llosa. Habia encontrado a la mujer que amaba, y aun podia tomarle el pelo a su hermana. Y la vida era tan buena que aun podia ser mejor. Porque tenia toda la noche planeada. Hacer el amor con Allie y lueg pedirle que fuera su esposa. Su voz interior lo interrumpio, indicando que era posible que ella tuviera algo que objetar a su pasado, pero Robert no quiso hacer caso de esa molesta advertencia. Nada le estropearia esa velada. Y menos aun algo que habia pasado cuatro anos atras. «Te estas enganando. Sabes como reaccionaria si lo supiera.» Sin duda. Y por eso precisamente que no tenia ninguna intencion de explicarlo por el momento.

Mas adelante. Se lo diria mas adelante. Cuando ella ya lo amara lo suficiente para comprenderlo. Cierto que nunca podria explicarle toda la historia, pero seguramente conseguiria hacer que lo entendiera. Pero no esa noche. Esa noche se le declararia. Ella diria que si, y anunciarian su compromiso al dia siguiente durante el desayuno. La familia la recibiria con los brazos abiertos, porque era evidente, sobre todo despues de esa cena, que Allie se entendia con ellos a la perfeccion. Elizabeth la queria, y no habia duda de que a Caroline y a su madre les gustaba mucho. Y el… el era un hombre profundamente enamorado.

Ah, si, la vida era maravillosa.

Despues de la cena, Robert sugirio que pasaran a la sala de musica.

– ?Por que? -La pregunta vino del duque, quien, segun noto Allie, miraba a Robert con recelo mal disimulado.

– Quisiera entreteneros con una cancion.

Allie casi se atraganto de risa al ver las diferentes expresiones de horror que la rodearon. Caroline y su madre parecia que hubieran encontrado un insecto nadando en sus tazas de te, mientras que el duque y lord Eddington ponian cara de haber mordido algo muy acido. Solo Elizabeth parecia divertida.

– Por Dios, hombre -dijo el duque-, si no te apiadas del resto de nosotros, como minimo ten consideracion con Elizabeth. Acaba de pasar por un duro trance.

– Tonterias -exclamo Elizabeth, tomando a Robert del brazo y dirigiendose hacia la sala de musica-. Ya sabes lo animosa que soy. Me encantara escuchar una cancion.

Se alzo un gemido colectivo, pero, aunque a reganadientes, todos los siguieron por el pasillo. Allie caminaba junto a la madre de Robert.

– Lo siento, querida -le susurro esta-. Es mi hijo y lo amo, pero no afina ni a palos. Hemos intentado desanimarle, pero me temo que le gusta cantar.

– Ya lo he oido cantar -le confeso Allie-. Y tocar el piano. En la mansion de Londres.

– Oh, bueno. Asi ya lo sabes.

– ?Que no tiene nada de oido? Me temo que si. Pero bueno, yo tampoco.

– Entonces encajaras con nosotros perfectamente, querida. Todos somos terribles cantando, aunque Caroline toca el piano medianamente bien.

Al llegar a la sala de musica, Pirata alzo la cabeza desde su confortable posicion sobre la alfombra de la chimenea y movio la cola, ilusionado. Todos se sentaron en los sofas y sillones, excepto Robert, que tomo su lugar ante el piano. En cuanto se situo ante el instrumento, Pirata, sin duda notando lo que se avecinaba, se puso en pie y troto ligero hacia el corredor, con la cabeza baja y el rabo entre las piernas. El duque susurro algo que sono sospechosamente parecido a «perro listo».

Robert sonrio a su publico.

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