– ?Querria alguien actuar antes que yo?

– ?No! -respondieron todos al unisono.

– Queremos que empieces y acabes, querido hermano -repuso Caroline con una dulce sonrisa.

– Os dire que la obra que voy a interpretar os dejara estupefactos…

– «Helados» reflejaria mas la realidad -interrumpio el duque secamente.

Robert alzo el menton en un gesto teatral.

– … os dejara estupefactos porque es un dueto. Y ahora le ruego a mi adorable acompanante que se una a mi. Se volvio hacia ella-. ?Allie?

Allie sintio que el calor le ardia en las mejillas y nego firmemente con la cabeza.

– Oh. No podria.

– Claro que puede -la animo Robert-. Cantaremos la cancion que cantamos en Londres, para celebrar el nacimiento de Lily.

– Eso seria encantador, Robert -dijo Elizabeth.

Robert miro a su publico.

– ?Lo veis? Elizabeth piensa que seria encantador.

– Elizabeth es excesivamente educada -musito el duque.

– La verdad -intervino Elizabeth, con los ojos reluciendo con un brillo travieso, estoy ansiosa por oir a Allie cantar y tocar el piano. Esas habilidades deben de ser de nueva adquisicion. La conozco de toda la vida y tosio discretamente en la mano-, y no era exactamente una gran cantante.

Intentando no reirse, Allie puso su expresion mas altiva. Luego avanzo hacia el piano como un barco a todo trapo y se coloco junto a Robert sobre el banco acolchado.

– Creo que nuestro talento musical ha sido puesto en entredicho, caballero.

– Ciertamente. Por lo tanto, debemos, en nombre del honor, resarcirnos. -Robert lanzo a su hermano una mirada angelical-. Tu ya me debes veinte libras por la partida que perdiste.

Su revelacion alzo un murmullo de conversaciones. Allie se volvio hacia Robert y le hablo en voz baja.

– ?Has ganado? ?Con los ojos cerrados?

– He ganado. Ya lo dije, yo siempre juego para ganar.

– Supongo que tu hermano estaba bastante nervioso -le murmuro con una sonrisa burlona.

– Si. -A pesar de sus bromas, Allie podia ver claramente el ardor en los ojos de Robert-. Pero aprovecharte de las debilidades de tu oponente es parte del juego.

– Ejem. Puedes empezar cuando gustes, hermano -dijo la voz del duque. Allie aparto la mirada de Robert y se dio cuenta, no sin cierto disgusto, que la conversacion se habia detenido y cinco pares de ojos se clavaban en ellos con diversos grados de suspicacia.

Pero en vez de parecer avergonzado, Robert sonrio ampliamente.

– Si insistes…

Tocaron la misma cancion que en Londres, y si eso era posible, su actuacion fue aun mas horrenda que la ultima vez. Probablemente porque Allie no podia recuperar el aliento de tanto reir ante las payasadas de Robert, que cantaba a todo pulmon desafinando terriblemente.

Sin embargo, cuando llegaron a la estrofa final, Robert redujo el ritmo y bajo la voz, para cantar las ultimas palabras con suavidad, aunque tambien desafinadas.

El sol sus hermosos rasgos reflejaba

Mientras ella, a ver si el osaba, esperaba,

Y el no la decepciono en eso

Pues sobre sus tiernos labios deposito un beso.

Mientras la ultima nota disonante aun resonaba en la sala, Allie sintio sobre si la mirada de Robert y dejo los ojos clavados sobre las teclas a proposito, temiendo que si le miraba, el y todos los demas notarian lo mucho que deseaba que escenificara la letra de la cancion y depositara un beso en sus labios. Solo cuando el aplauso comenzo, Allie alzo la mirada, y entonces fijo su atencion en el publico.

Elizabeth se acerco, abrazo a Robert y luego a Allie.

– Ha sido estupendo.

– «Estupendo» -se oyo decir al duque en un nada disimulado aparte con lord Eddington- es una palabra americana que quiere decir: «Robert, desafinas sin remedio y deberias avergonzarte de haber arrastrado a la pobre senora Brown al abismo de tu falta de talento musical.»

– Quiza tu quisieras obsequiarnos con una cancion, Austin -sugirio Caroline.

Una expresion de horror cruzo el atractivo rostro del duque.

– Dios nos salve. No deseo veros saltar por la ventana para escapar de la cacofonia. Ciertamente creo que seria mejor que Elizabeth y yo nos retiraramos. -Miro a su esposa con amorosa preocupacion-. No quisiera que te fatigases, querida.

– Me encuentro un poco cansada -admitio Elizabeth. Abrazo a Allie-. Pero ha sido una velada maravillosa. Y gracias a ambos por la cancion.

Como era casi medianoche, todos los demas tambien decidieron retirarse. Subieron juntos las escaleras y luego se separaron para dirigirse a sus respectivas alcobas. Allie tuvo mucho cuidado de no mirar directamente a Robert, porque sabia que su rostro la traicionaria. Incluso sin mirarlo, supo que se habia sonrojado. Despues de desear buenas noches a todos, se apresuro hacia su dormitorio. Cerro la puerta a su espalda y se recosto contra el panel de roble. Cerro los ojos y noto como le latia el corazon de ilusion.

?Cuanto tardaria en llegar Robert?

En el cuarto de Lily, Elizabeth contemplaba el sueno de su minuscula hijita. Austin se le acerco por detras, colocandole las manos sobre los hombros, y Elizabeth se apoyo sobre su pecho. El le dio un carinoso beso en el cuello, luego junto su mejilla con la de ella y juntos contemplaron admirados a Lily.

Un suspiro se escapo de entre los labios de Elizabeth. Austin se irguio, y la hizo girar para quedar frente a ella.

– ?Te encuentras bien? -pregunto, mientras su ansiosa mirada le recorria el rostro.

Elizabeth se obligo a sonreir para tranquilizarlo.

– Si. Solo cansada. -Pero nego con la cabeza-. No, no es solo el cansancio. Tambien estoy preocupada. Por Robert y Allie.

– ?Has visto algo mas?

Elizabeth lo miro a los ojos.

– Robert esta enamorado de ella. -una ligera sonrisa curvo las comisuras de los labios de Austin.

– Querida, incluso yo, que no poseo tu clarividencia, puedo ver eso. -Al ver que no le devolvia la sonrisa, se puso serio-. Pensaba que esa union te complaceria. Es mas, ?no habias predicho que se enamoraria de ella?

– Si. Y me haria muy feliz, excepto que…

– ?Estas preocupada por el peligro que sentiste?

– Si. Aun lo siento. Pero siento algo mas… algo incluso mas inminente. -Sacudio la cabeza-. A Robert se le va a romper el corazon, Austin.

Los dedos de Austin se tensaron sobre sus hombros.

– ?Estas segura? Parece evidente que a ella no le resulta indiferente.

– Lo senti, con mucha intensidad, cuando los toque en la sala de musica. Sufrimiento. Para ambos.

Michael Evers se tendio sobre el colchon lleno de bultos, con todos los musculos del cuerpo doloridos por el cansancio. Habia cabalgado duramente casi sin descansar, cambiando de caballo con frecuencia, intentando adelantarse a la tormenta que se estaba formando en el cielo hacia el sur de su ruta. Habia llegado a Liverpool hacia menos de una hora. Exhausto, habia buscado una posada, habia comido un poco de estofado y luego se habia derrumbado sobre la cama.

Al dia siguiente por la manana cruzaria el mar de Irlanda hacia Dublin, un viaje que no le apetecia. Odiaba el agua. Odiaba todo lo que tenia que ver con ella. Navegar, pescar, todo eso. Era muy probable que su desagrado surgiera de su incapacidad para nadar. Siempre que se aventuraba cerca del agua, una capa de sudor le cubria todo el cuerpo. Claro que ese temor era algo que nadie conocia. «Nunca hay que mostrar debilidad», era su lema. Y en el tipo de trabajo al que se dedicaba y dadas las companias que frecuentaba, no se podia permitir que nadie lo supiera. Preferia cabalgar sobre un maldito caballo durante todo el dia que pasar cinco minutos en un punetero

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