bien. Habia hecho todo lo posible por tranquilizarlas, pero sospechaba que habia fallado. Igual que ultimamente habia fallado en todo lo que le importaba.

Un sonido junto a la puerta le llamo la atencion.

– ?Te importa que te haga compania? -La voz de Austin surgio de la oscuridad.

Robert contuvo un suspiro. No deseaba compania y no queria tener que conversar. Desgraciadamente, debido a su liberalidad con el conac, tambien se sentia con muy pocas ganas de levantarse del sillon.

– Por favor -repuso, esperando que Austin no estuviera con ganas de hablar.

– ?Te apetece otro conac?

Robert se trago lo que le quedaba en la copa.

– Sin duda. Trae la botella.

Oyo a Austin cruzar la sala y el sonido del cristal, seguido del salpicar del conac al caer en la copa. Luego Austin se le unio junto al fuego, le relleno generosamente la copa y se sento en un sillon frente a Robert.

Robert le dio las gracias con un gesto y bebio un buen trago, disfrutando del fuego que le ardia en la garganta. Las ascuas que brillaban en la chimenea comenzaban a mezclarse en su vision. Bien. Quiza pronto encontraria el olvido que buscaba.

– ?Quieres que hablemos?- pregunto Austin pausadamente.

Robert no intento disimular que no sabia de que.

– No especialmente.

Paso casi un minuto de bendito silencio. Luego Austin lo interrumpio.

– ?Te molestaria escuchar mis observaciones?

– ?Tengo eleccion?

– Solo si te marchas de la sala. Y a juzgar por tu postura y la manera en que arrastras las palabras, no es facil que eso ocurra.

Robert gesticulo con la mano, girandola.

– Sin duda. Observa todo lo que quieras.

– Bien. Tanto la senora Brown como tu sois absoluta y terriblemente desgraciados. ?Comentarios?

– No puedo hablar por ella. Pero en mi caso, tienes razon. Soy absoluta y terriblemente desgraciado. Y no estoy lo suficientemente borracho para olvidarlo. -Bebio otro trago de conac.

– ?Y eres desgraciado porque…?

A Robert se le escapo un largo suspiro, dejo caer la cabeza contra el respaldo del sillon y cerro los ojos.

– ?No he dicho, en algun momento de esta maldita conversacion, que no quiero hablar de ello?

– Puede ser que lo hayas mencionado. Sin embargo, como eres incapaz de levantarte de ese sillon y no me voy a marchar hasta que me contestes, mas vale que me lo digas.

– Maldita sea. De acuerdo. Si tienes que saberlo te dire que ha rechazado mi proposicion.

– ?Y que le propusiste exactamente?

Robert volvio la cabeza para mirarle con cara de pocos amigos, y al instante se arrepintio de su decision. Tres Austin bailaban ante el. -Matrimonio -contesto, cerrando los ojos de golpe.

– ?Y te ha rechazado?

– Tengo que decir, Austin, que ese tono de incredulidad en tu voz es muy amable y un balsamo para mi dolorido orgullo. Si, me ha rechazado. Completa, real e irrevocablemente, de la forma mas enfatica. De hecho, la dama no quiere tener nada que ver conmigo en ningun aspecto.

– ?Te dio una razon?

Robert solto una carcajada ironica.

– ?Una razon? No, no me dio una razon. Me dio casi media docena.

– Quiza con un poco de tiempo…

– No. Dejo muy claro que no quiere volver a casarse. Con nadie. Pero especialmente conmigo. -Se llevo la copa a los labios y la vacio-. Ya ha estado casada con un criminal, muchisimas gracias.

– Tu no eres un criminal.

– No creia serlo. Sin embargo, ha llegado a mi conocimiento, si bien un poco tarde, que cometer un crimen si que te convierte en criminaL Incluso aunque el crimen haya tenido lugar hace anos y se hayan realizado compensaciones. Descubrirlo ha sido un buen azote en el trasero, te lo aseguro.

Robert noto que Austin le agarraba el hombro. Abrio los ojos y lo vio inclinado hacia delante en su sillon, con el rostro inconfundiblemente serio entre las sombras.

– Lo lamento, Robert. Se lo mucho que duele cuando crees que la mujer que amas no te corresponde.

– Te agradezco la intencion, hermano. Pero no tienes ni maldita idea, Elizabeth te adora.

– No siempre lo supe.

– Eso es porque eres lento de entendederas.

– Entonces debe ser un defecto familiar, porque tu tambien lo padeces. Es mas, lo tienes en mayor grado que yo.

Robert le lanzo la mirada mas gelida que pudo lograr.

– No hace falta que te alegres tanto. Y de todas maneras, ?que quieres decir?

– Quiero decir que es obvio que la senora Brown tambien se siente desgraciada y angustiada. Si no sintiera nada por ti, ?por que estaria asi? Si no sintiera nada por ti, te rechazaria y se olvidaria del asunto.

– No he dicho nunca que no sintiera nada por mi. Por desgracia, sus sentimientos van desde la decepcion al desagrado. -Se inclino hacia Austin y casi se cayo del sillon-. Un gran chasco, porque yo me esperaba amor y devocion.

Austin sacudio a Robert por el hombro con una vehemencia que hizo que a este le castanearan los dientes y sintiera que las sienes le iban a estallar.

– Escucha, estupido borracho -ordeno Austin-. Te digo que creo que existe la posibilidad de que te quiera. Como tu la quieres. Es la unica explicacion logica de su afliccion.

– Esta afligida porque no le dije la verdad. Esta afligida por mi pasado criminal.

– Porque te quiere.

– Porque le recuerdo a su difunto marido. -Robert fruncio el ceno-. Antes de que muriera, claro. Y me temo que eso es una cosa muy, muy mala. Y que no va a desaparecer asi. -Intento chasquear los dedos, pero no lo consiguio.

– Bueno, por tu propio bien, espero que estes equivocado.

– Yo tambien. Pero sabes que siempre tengo razon. Y siempre me ha gustado tenerla, hasta ahora.

Austin se puso en pie y le tendio las manos.

– Vamos. Te ayudare a subir las escaleras.

Grunendo, Robert permitio que le ayudara a ponerse en pie, luego le paso un brazo por los hombros mientras el suelo bailaba bajo sus pies-

– Demonios, ?quien esta moviendo la casa? -Austin lo agarro firmemente por la cintura. Y fue un acierto, porque las rodillas de Robert empezaron a fallar.

– Manana vas a disfrutar de un buen dolor de cabeza, Robbie, muchacho.

Robert hizo una mueca de dolor.

– Deja de gritar.

– No he gritado. Cruzaron lentamente la habitacion- Lo mas seguro es que ni te acuerdes de esta conversacion por la manana.

– Claro que me acordare. Mi memoria es como un…

– ?Colador?-sugirio Austin.

– iExacto!

– Si. Bueno, en ese caso tengo que decirte dos cosas.

– ?Que?

– Que eres como un dolor de muelas.

– Vaya, gracias.

– Y que te quiero.

Robert intento sonreir, pero parecia haberse quedado sin labios. A pesar de ello, en la pequena porcion de su corazon que permanecia intacta, solo para poder ir latiendo, las palabras de Austin le recontortaron como nada lo habia hecho en los cuatro tristes dias anteriores.

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