Allie dudo un momento. Por la expresion de Caroline, supuso que su invitacion bien podria tener que ver con el deseo de esta de hablar de Robert. Por mucho que prefiriera evitar el tema, necesitaba comunicarle a Caroline su decision de partir. Y la oportunidad de escapar de la casa aunque fuera solo por un rato era muy tentadora.

– Ven conmigo -la animo Caroline-. Te ira bien un poco de aire fresco.

De nuevo Allie dudo, porque recordo la advertencia de Elizabeth de que no saliera sola, pero la desecho con un encogimiento de hombros. No estaria sola.

– Estare encantada de pasear contigo, gracias.

22

Un mayordomo muy estirado le abrio la puerta a Michael. El criado alzo la nariz con obvio desagrado ante su aspecto desarreglado, pero Michael no le hizo caso. Habia aguantado peores miradas de criados con humos.

– ?Puedo ayudarle… senor?

– Necesito ver a lord Robert. Inmediatamente.

El mayordomo enarco las cejas.

– Si me da su tarjeta, vere si…

El criado perdio el habla cuando Michael lo agarro de la perfectamente planchada solapa y lo arrastro hacia el vestibulo. Cerro la puerta empujandola con el pie y alzo al asombrado sirviente hasta quedar nariz contra nariz.

– No tengo tarjeta -dijo Michael con una calma amenazadora-. Me llamo Michael Evers. Lord Robert me esta esperando, y dejeme asegurarle, sera su cabeza lo que reclamara si no me lleva hasta el ahora mismo. ?Lo entiende?

El mayordomo asintio con la cabeza.

– ?Donde esta la senora Brown? ?Esta completamente a salvo? -pregunto Michael, mientras dejaba que el mayordomo volviera a tocar con los pies el suelo.

El criado trago saliva, con una mirada en la que se combinaban el temor y la confusion.

– ?A salvo? Si. La senora Brown esta arriba, en el cuarto de los ninos con la duquesa.

– ?Esta seguro?

En cuanto sus pies tocaron e1 suelo, el mayordomo retrocedio varios pasos.

– Si. Yo mismo la dirigi hacia alli.

Michael dejo escapar un suspiro de alivio.

– Perfecto. Ahora vaya a…

– ?Michael?

Este se volvio hacia la voz de Robert, que le llegaba desde el pasillo. Antes de que pudiera decir nada, intervino el mayordomo.

– Lord Robert, esta… persona, que dice conocerle, ha irrumpido y…

– No pasa nada,Fenton -repuso Robert, quitando importancia con un gesto-. Lo esperaba. -Su mirada busco la de Michael- ?tienes noticias?

– Si. tenemos que hablar. Ahora mismo. En privado.

– Sigueme -indico Roberr, y se apresuro por el corredor.

Michael clavo una mirada en el mayordomo.

– Asegurese de que la senora Brown permanezca en la casa -ordeno. No permita que salga nadie. Ni que entren. ?lo entiende?

El mayordomo asintio con la cabeza.

Satisfecho, Michael siguio a Robert por el pasillo.

Fenton contemplo desaparecer por la esquina la amplia espalda del desconocido. Saco un panuelo y se enjugo la frente, mientras la indignacion se apoderaba de el. ?Un rufian zafio y sucio! Fenton se miro la ropa y ahogo un grito. Dios, la chaqueta estaba arrugada y la camisa torcida… estaba totalmente desarreglado. No sabia quien podia ser ese Michael Evers, pero estaba claro que no era un personaje adecuado para invitar a Bradford Hall ?quien se creia que era, ese bruto, entrando en el vestibulo a empujones, maltratandolo y dandole ordenes?

Fenton dejo escapar un reoplido elegante. No recibiria ordenes de ese hombre. Claro que no. ?El recibia ordenes del duque! Por culpa de ese tal Evers, Fenton tenia que retirarse a su habitacion para arreglar su aspecto. No podia dirigir a los criados en su presente estado, ni permitir que el duque lo viera asi.

Llamo a un lacayo para que se ocupara del vestibulo y consiguio no fijarse en la sorprendida expresion del joven al ver su aspecto. Cielos. debia de ser peor de lo que suponia. Despues de explicarle la manera correcta de abrir la puerta, Fenton se dirigio a sus habitaciones. Aquello era absolutamente irregular. En cuanto se arreglara, buscaria a su Excelencia y le informaria sobre el comportamiento de ese tal Evers.

Robert cerro la puerta de la biblioteca detras de Michacl, quien se hallaba en un estado de gran agitacion.

– ?Que has averiguado? ?Pudo tu madre traducir la carta?

Michael se paso los dedos por el pelo, ya muy despeinado.

– Si. No te lo vas a creer. Hasta a mi me cuesta. -Miro a Robert con una expresion de sorpresa y amargura al mismo tiempo-. He galopado hasta llegar aqui como si el mismisimo diablo me persiguiera y ahora no se ni por donde empezar.

– Hablame de la nota. ?Tiene algo que ver con el marido de Allie?

– Solo de forma indirecta. -Sus oscuros ojos se clavaron en los de Robert-. Cuando le ensene la carta a mi madre, se puso blanca como una sabana y casi se desmayo.

Robert estaba totalmente confuso.

– ?Por que?

Michael solto una carcajada seca.

– La maldita carta se la escribieron a ella.

– ?Que? ?Quien?

– El cura que la caso con mi padre. -Michael comenzo a pasear ante la chimenea, y Robert se guardo de agobiarle a preguntas, para que pudiera recuperar la calma-. Cuando mi madre vio la nota, se hundio, llorando y pidiendome que la perdonara. No tenia ni maldita idea de que me estaba hablando. Cuando consegui calmarla, me conto esta historia… de la que la nota es la prueba.- Se detuvo un instante y cerro los ojos con fuerza-. Dios, aun no me lo puedo creer.

Alarmado por la inquietud de su amigo, quien jamas solia alterarse, Robert se acerco a el y le puso una mano en el hombro.

– Michael. Explicamelo.

Michael lo miro con ojos cansados.

– No recuerdo a mi padre -dijo con voz ronca-. Murio cuando yo era un bebe… o eso es lo que siempre crei. Hasta esta visita a mi madre. Me confeso que el hombre con el que se habia casado no se llamaba Evers. Fue un nombre que ella eligio al azar.

Las cejas de Robert se enarcaron.

– Entonces ?con quien diablos se caso?

– Esta es la parte de la historia que no te vas a creer.

Allie aspiro el aroma a rosas del aire y alzo el rostro para capturar mas rayos de sol, calidos y brillantes.

– Te saldran pecas -le advirtio Caroline con una sonrisa.

– No me importa. Cuatro dias enteros metida en la casa estaban a punto de volverme loca.

Pasearon durante varios minutos, con el silencio solo roto por el piar de los pajaros. Allie saboreo cada segundo, grabandose en la memoria el bello jardin, el idilico lugar y a Caroline, una mujer que realmente le gustaba y a la que echaria de menos. Como echaria de menos tantas cosas de aquel hermoso sitio.

Se detuvieron en una bifurcacion y Caroline senalo a la derecha, hacia los bosques.

– Este camino llega a las ruinas de una antigua fortaleza de piedra. De pequenos era nuestro lugar favorito.

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