?Te gustaria verlo? El paseo por el bosque es muy agradable.

Allie miro por encima del hombro y vio que aun se las podia ver desde la casa.

– ?Esta lejos?

– No. A unos pocos minutos andando.

– De acuerdo.

En cuanto se adentraron en el bosque, bajo la sombra de los altos olmos y los robles, la temperatura descendio. Allie avanzo por el sendero en silencio, esperando a que Caroline tocara el tema que, Allie sentia, tenia prioridad en su mente.

Pasaron varios minutos antes de que Caroline empezara a hablar lentamente.

– Allie, hasta un ciego podria ver que tu y Robert sentis algo el uno por el otro. Y que ambos sois desgraciados. No quiero entrometerme…- Una risita corto sus palabras-. La verdad es que me encantaria entrometerme, pero le prometi a Miles que no lo haria. Asi que solo te preguntare: ?puedo hacer algo para ayudar? Pensaba que… si manana os organizara una merienda en el campo, quiza podriais hablar en privado y resolver lo que sea que pasa entre vosotros.

Allie se sintio desolada. Al dia siguiente a esa hora, Bradford Hall y sus habitantes no serian mas que un recuerdo. Era el momento de informar a Caroline de su decision. Y de sacarla del error de creer que ella y Robert podrian resolver sus diferencias.

– Me temo que no…

Se interrumpio cuando ella y Caroline doblaron un recodo del camino. Ambas mujeres se detuvieron como si hubieran chocado contra una pared.

Ante ellas, a menos de tres metros, un hombre yacia sobre el suelo y otro estaba inclinado sobre el. Un caballo marron se hallaba junto al camino, pateando nerviosamente la tierra. Alguien ahogo un grito, Allie no estaba segura de si habia sido ella o Caroline o quiza las dos. El hombre inclinado se alzo de un salto y se volvio hacia ellos.

Los ojos de Allie se abrieron de sorpresa, pero fue Caroline quien hablo primero.

– ?Lord Shelbourne! ?Que ha pasado?

Los oscuros ojos del hombre pasaron de la una a la otra durante varios segundos.

– No… no lo se -contesto con voz entrecortada-. Iba de camino a Bradford Hall para ofrecer mis felicitaciones al duque y la duquesa por el nacimiento de su hija cuando, hace un momento, me he encontrado con este hombre tendido en el camino. He oido un ruido de ramas y he visto a un hombre corriendo entre los arboles. -Senalo en la direccion que se alejaba de la casa-. Sin duda algun canalla ha intentado robar a este pobre hombre. Acababa de desmontar y estaba comprobando sus heridas cuando ustedes aparecieron.

– ?Esta vivo? -pregunto Caroline, con los ojos abiertos de temor.

– Si. Pero necesita ayuda. Esta sangrando y parece que se ha dado un buen golpe en la cabeza. -De nuevo su mirada paso de la una a la otra-. Lady Eddington, ?seria usted tan amable de ir a buscar ayuda? Y, senora Brown, ?me ayudaria a socorrerlo mientras lady Eddington regresa?

Caroline dudo por un momento.

– No quiero dejar a Allie sola…

– No estara sola -la interrumpio lord Shelbourne, con aire ofendido-. Estara comnigo. Ahora parta, debe darse prisa.

– Claro repuso Caroline, sonrojandose-. Volvere lo antes Posible. -Torcio el recodo y corrio hacia la casa.

Allie se apresuro a acercarse al hombre caido y se arrodillo a su lado. El rostro del hombre estaba vuelto hacia el otro lado y ella lo movio cuidadosamente para mirarlo.

– ?Senor? ?Puede oirme?

Algo pegajoso y caliente le cubrio los dedos, y la cabeza del hombre cayo sin fuerza hacia su lado. Allie se quedo helada, y lo miro incredula y sorprendida.

– Cielo santo, conozco a este hombre -afirmo-. Se llama Redfern. Estaba a bordo del Seazard Lady. Se le ocurrieron miles de preguntas. ?Que diablos estaba haciendo el senor Redfern por alli? ?Eran graves sus heridas? Le apreto los dedos sobre el cuello, buscando el pulso.

Geoffrey la miro, inclinada sobre el cuerpo yaciente de Redfern, ylucho por mantener la compostura. ?Maldito fuera su sentido de la oportunidad! A causa de su llegada, sus planes se habian venido abajo. Y podia estar agradecido de que ella y lady Eddignton no hubieran llegado un minuto antes, porque lo hubieran visto clavandole un cuchillo por la espalda a Redfern.

Miro hacia el suelo. El mango del punal, ligeramente visible sobre la cana de la bota, estaba manchado de sangre. Paso la mano rapidamente, y se dio cuenta de que tambien tenia manchas en la manga de la chaqueta y en el blanco puno de la camisa. ?Lo habria notado lady Eddington? No, evidentemente no. E incluso si lo hubiese notado, habria supuesto que se habria manchado ayudando al herido.

Miro a Redfern y recordo la reaccion de este cuando se lo encontro en el bosque. El rostro de Redfern habia sido la personificacion de la sorpresa. Geoffrey, generosamente, le habia dado la oportunidad de entregarle la nota, pero el pobre Redfern aun no la habia recuperado. Ese habia sido su ultimo error.

Pero necesitaba darse prisa, antes de que lady Eddington volviera con media docena de personas. Tenia que descubrir donde estaba la nota y luego escaparse de alli. Y por desgracia para Alberta, ella tendria que acompanarle.

Inclinada sobre el cuerpo de Redfern y ocupada en la tarea de encontrarle el pulso, Allie no se molesto en volverse ante la pregunta de lord Shelbourne. ?Donde estaba el pulso? Tenia que haber pulso.

– ?Una nota? Humm, si. Si, la he visto.

– ?Donde esta?

– Esta… -Sus manos se detuvieron de golpe y Allie fruncio el ceno. Estaba claro que lord Shelbourne conocia la existencia de la nota. Pero no se la habia mencionado cuando le devolvio la caja vacia… De repente recordo su extrano comportamiento durante la cena.

– Dime donde esta esa nota, Alberta.

Lentamente se fue dando cuenta de la urgencia y la amenaza que contenia aquella orden. Algo no iba bien. Como en un sueno, extendio la mano sobre el pecho del senor Redfern y luego la levanto, mientras la invadia una sensacion de horror.

– Esta muerto -murmuro. Se levanto con piernas temblorosas y se volvio hacia lord Shelbourne-. Esta… -Se le apago la voz mientras su mirada recorria la manga manchada del hombre y despues se alzaba hasta su rostro. La desesperacion que ardia en sus ojos le produjo un estremecimiento.

– Muerto. Si, lo se. -Salvo la distancia que los separaba en tres rapidos pasos. Extendio la mano y la agarro con fuerza por el brazo. Acerco su rostro al de Allie, y esta retrocedio involuntariamente- ?Donde esta la nota, Alberta?

Allie lo miro a los ojos de caoba, que le recordaron los de una serpiente. De repente todas las piezas encajaron. Redfern… los accidentes en el barco… el rapto y los robos de Londres… la nota… lord Shelbourne… todo estaba relacionado. Y aunque no supiera los detalles, su instinto le decia que se hallaba frente al peligro del que Elizabeth le habia advertido. Y en vista del estado del senor Redfern y de la mirada desesperada en los ojos de lord Shelbourne, el peligro era mortal.

Intento zafarse, pero los dedos del hombre se cerraron dolorosamcnte sobre su brazo. Penso en gritar, pero estaban demasiado lejos de la casa para que la oyeran. Tal vez Caroline oyera los gritos, pero eso solo haria que regresara, sin ayuda, y la pondria tambien en peligro. Ademas, gritar haria que lord Shelhourne se enfureciera y le daria motivo para dejarla inconsciente o amordazarla. O atarla. Lo mejor era permanecer lo mas calmada posible.

Y ganar tiempo. Hasta que Caroline regresara con ayuda. Trago saliva para humedecerse la reseca garganta.

– Se donde esta la nota.

– ?Donde?

Penso en decir que la habia quemado, pero se decidio por una historia mas larga. Porque lo que necesitaba era tiempo.

– Se la di a alguien.

Geoffrey apreto la mano, y Allie ahogo un grito ante el dolor que le subio por los hombros.

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